Centro de la ciudad de Cali, y el auge del comercio y el movimiento de la gente es grande, en la hora del almuerzo, un hombre vestido de ropas viejas y rota, y con mucho cabello en su cabeza, y muchas barbas, se acerca a un local comercial, el cual venden ropa, y este hombre se pone la puerta con intenciones de pedir comida. Cuando los dueños se exaltan, y tienen mucho temor, y lo echan, diciéndole muchas cosas ofensivas.
En seguida, este hombre va al siguiente local, y extiende su mano a varias personas que están dentro vendiendo electrodomésticos, y los dueños también se asustan, y tratan de sacar al hombre casi a patadas...
El hombre al ver la reacción de estas personas, se va para otro local, el local de al lado, pero la joven que atiende coge una escoba para darle, y este corre, para no dejarse pegar. Y se va al frente, y le dice a un hombre que está en las puertas de otro local:
— Señor, por favor.
— ¿Qué quieres hombre?
— Por favor, tengo hambre, será que usted tiene algo para darme.
De inmediato, el hombre coge un envase desechable donde hay sopa, y se lo da al hombre, diciéndole:
— Tome, pero córrase un poco para la calle, porque está oliendo un poco mal.
— Si, como usted diga.
El hombre se sienta más cerca de la calle, y comienza a tomarse la sopa, y llora al acordase de todo lo que ha vivido...
Quince años atrás. Barrio Pance, Cali-Colombia. Todos los vecinos preparan una gran reunión y celebración, por el tercer año que cumple una fundación para ayudar a los más necesitados.
Los cardona, una de las familias líderes y que más aportan para la fundación, también hacen sus preparativos, para la celebración del tercer año.
En ese instante, Ersaí y su hermana Inés, ayudan a su madre Consuelo, a cortar las hojas para los tamales, mientras Joaquín, el esposo de Consuelo y padre de Ersaí e Inés, están arreglando los pollos para los tamales...
Una vecina llega a tocar a la casa de los cardona, y Ersaí abre la puerta. Cuando la vecina le dice:
— Hola Ersaí.
— Hola señora Clara.
— ¿Tus padres están?
— Si, estamos todos haciendo los tamales.
— Ah, bueno. ¿Puedo entrar?
— Oh, sí.
Consuelo mira a Clara, y le dice desde lejos:
— Clara, entra.
En seguida, la vecina entra hasta la sala, y ve lo que están haciendo todos. Cuando Joaquín le pregunta a Clara:
— ¿Y ustedes como van con los arreglos que le tocan?
— Vamos bien. Tenemos bastante adelantado el arreglo de la calle.
Consuelo le dice a Clara:
— ¿Y los vecinos nuevos están ayudando?
— Si, ellos se están ocupando de pintar la fundación, junto con los González, y los Monserrat.
Ersaí se acuerda de la joven nueva que no le quiere prestar atención, y le expresa a sus padres:
— Papá, mamá, voy a salir a la calle un momento, ya vengo para ayudarles.
De inmediato, Inés descubre a su hermano, y les dice a sus padres:
— Él va solamente a buscar a esa joven nueva que llegó al barrio.
Ersaí se enoja con su hermana. Cuando Consuelo le dice a Ersaí:
— Necesitamos más manos aquí.
— Mamá, solo voy a ver una cosa.
Clara les dice a todos:
— Bueno, los dejo, voy a mirar en otra casa como van.
Consuelo y Joaquín despiden a Clara. Cuando Joaquín le expresa a Ersaí.
— Ersaí, no vas a salir todavía, tu madre tiene razón, necesitamos mucha ayuda aquí.
— Bueno, papá.
Ersaí se pone en la mesa, y sigue arreglando las hojas para los tamales, y le dice a Inés:
— Gracias, no, te tengo en cuenta.
— ¿Eso que es? ¿Una amenaza?
— Tómalo como quieras, pero; yo de tu, me prepararía con mis padres.
— No tienes nada que puedas decirles a ellos.
— ¿Eso crees?
— Si.
— Entonces, quien era la que estaba en la esquina hace cuatro noches, conversando con Frank.
Inés se pone nerviosa, y calla. Cuando Ersaí se sonríe al ver la cara de su hermana, y sigue diciendo:
— Por lo menos, mi padre se volvería loco, al saber que su única hija está en plan de romance con el pandillero del barrio y temido por todos, ah, y ni hablar de mi madre, yo creo que ella se desmallaría.
— ¿Serias capaz de decir eso?
— Si vuelves a meterte en mis asuntos, claro que sí.
— ¿Y no te importa lo que pase con mi mamá y con mi papá?
— Claro que si me importa, por eso no he dicho nada, pero te recomiendo que dejes de hablar con ese hombre, porque le vas a dar un disgusto a mis padres muy duro.
Consuelo mira a sus hijos, y les dice:
— ¿Qué tanto hablan ustedes dos? Sigan trabajando, que estamos atrasados...
Media hora después, Ersaí sale de la casa e intenta ir a donde están pintando, pero se encuentra con uno de sus amigos, el cual le dice:
— Te ves con una cara de cansancio.
— Hola Samir. Pues, si, todo esto es para ayudarles a las personas que no tienen nada.
— Si, claro, yo ayudé a barrer la fundación.
— Yo voy para allá.
— Ya me imagino a que vas.
— Si, te imaginas bien, voy a ver a la joven nueva del barrio.
Samir pone su mano derecha en el hombro izquierdo de Ersaí, y le dice:
— Esa mujer es realmente muy bonita, ¿crees que puedes conquistarla?
— Si, aunque se ha mostrado muy difícil, pero yo creo que sí.
— Si yo no tuviera novia...
— ¿Si no tuvieras novia qué? Ojo que yo la vi primero.
— Estoy jugando Ersaí, pero, de todas formas, da te prisa en conquistarla, porque hay muchos en el barrio que pueden quitártela.
— El que no perdonaba a ninguna era Adolfo, pero este se fue a España.
— Pero no te confíes.
— Acepto tu recomendación, así que me voy para allá.
— Bueno, que te vaya bien.
De inmediato, Ersaí se va corriendo para la fundación...
Un poco agitado por la corrida, Ersaí mira a todos los que están terminando de pintar la fundación, y ve a la joven que le gusta, y dice: