En ese momento, Maleja y varios vecinos alcanzan a ver como Ersaí se agachó a limpiarle el calzado a Mónica...
Ersaí termina le limpiar la pintura. Cuando Mónica le dice:
— Gracias, pero no vuelvas hacer eso.
— ¿Por qué? Yo estoy para servirte.
— ¿Ustedes los hombres no saben cuándo una mujer los está rechazando? Gracias por lo que acabas de hacer, pero está ahí.
— Bueno, bueno, no te pongas así, ya te dejo sola, pero quiero que sepas; que desde que te vi, me gustaste.
De inmediato, Ersaí sale corriendo de la presencia de Mónica. Pensando que esta le fuese a pegar ante muchos vecinos que están alrededor. Pero Mónica disimula su sonrisa, al escuchar esa declaración...
Maleja llama a Ersaí, diciéndole:
— ¿Cómo te fue con mi hija?
— No muy bien.
— ¿Quieres que te ayude con ella?
— ¿Usted haría eso por mí?
— Claro, yo hablaré con ella hoy mismo.
— Gracias señora.
En seguida, unos amigos de Ersaí, llegan a donde está él, para mostrarle como quedo su motocicleta, y este se despide de la señora Maleja, y se va a la calle junto a Camilo y William...
Los tres llegan al andén de la casa de Camilo, y William le muestra la moto a Ersaí, diciéndole:
— ¡Mira esto! ¿No quedo esta moto como nueva?
Ersaí está pensando todavía en Mónica, y le responde a William:
— Si, parece como salida del concesionario.
Camilo le expresa a Ersaí:
— Con las ganas que lo dices, pareciera como si no te fuera gustado.
William también le dice a Ersaí:
— Si, di la verdad.
Ersaí les dice a los dos:
— La moto esta bonita muchachos, ustedes son muy buenos en lo que hacen, lo que pasa es que me cogieron pensando lejos.
William le expresa a Ersaí:
— No los digas que ya sabemos.
— ¿Así?
— Si, todo este sector sabe que estas enamorado de esa joven que esta allá.
Camilo le dice a Ersaí:
— Tu eres el único que pierde el tiempo, esa mujer se cree de extracto veinte, y a ninguno nos ha hecho caso.
Ersaí los mira a los dos, y les pregunta:
— ¿Ustedes dos han intentado conquistarla?
William y Camilo responden que si al mismo tiempo. Cuando Ersaí se indigna, y les expresa:
— ¿Y ustedes se consideran mis mejores amigos?
Camilo le responde a Ersaí:
— Pues, cuando yo le hablé, no sabía que tú la estabas pretendiendo.
William le dice a Ersaí:
— Igual yo... no te enojes con nosotros, más bien mira para otro lado, esa mujer no te conviene, mira el ejemplo de Adolfo.
Ersaí mira a William y a Camilo, y les expresa a los dos:
— ¿Qué ejemplo de Adolfo? Si este está en España.
Camilo le dice a Ersaí:
— Si, pero ya él consiguió novia española, y solo tiene poco tiempo en Europa, nosotros estamos que nos vamos para allá.
Ersaí les dice a los dos:
— Ah, yo pensé que Adolfo iba a venir para las fiestas, y para el cumpleaños de su mamá.
William le expresa a Ersaí:
— Pues, parece que no va a venir más por acá.
En seguida, Ersaí se cansa de hablar con sus amigos, y se despide de ellos, y se va caminando hacia su casa. Cuando se encuentra con dos mujeres en el andén de su casa. Y una de ellas le dice:
— Hola, ¿usted vive aquí?
— Si, esta es mi casa.
La otra mujer le dice a Ersaí dándole la mano:
— Mi nombre es Ibeth, y ella Esther.
— Mi nombre es Ersaí.
— Ya, nosotros vamos a evangelizar en unos minutos en esta calle, por cierto, está muy bonita la calle.
— Es por la celebración de la fiesta de la hermandad, es una fundación, para ayudar a los más necesitados.
Esther le dice a Ersaí:
— Oh, que bueno, los felicito.
— Gracias.
— Nosotros vamos hablar de la salvación, que está en nuestro señor Jesucristo, te invitamos.
De inmediato, Ersaí les dice a las dos:
— Tengo muchas ocupaciones con respeto a la fiesta que se avecina, gracias por la invitación.
En ese instante, Ersaí evita a las dos cristianas y se entra a su casa rápidamente, para no ser evangelizado...
Minutos después, los demás cristianos se reúnen en la calle y evangelizan durante cuarenta minutos en ese sector, y luego se van para otra calle.
Joaquín se asoma por la ventana, y le dice a Ersaí:
— Qué bueno que se fueron, ya estaba pensando que se iban a quedar hasta más tarde.
— ¿Qué era lo que te preocupaba papá? ¿Le estabas corriendo a lo que ellos decían?
— ¿Y tú que hablas? Si entraste corriendo a la casa.
Consuelo les dice a los dos:
— Vengan a la mesa, ya están los tamales de nosotros.
Joaquín se emociona bastante, diciendo:
— Uy, que bueno.
Todos van a la mesa, y Consuelo les sirve a sus dos hijos primero, y después a Joaquín, y les dice a todos:
— Hemos cumplido otra vez con un gran trabajo, para la fundación, espero que hayan quedado tan rico como la vez pasada.
Inés le dice a su mamá:
— Yo te aseguro que quedaron mejor esta vez.
Joaquín está de acuerdo con su hija, diciendo:
— Si, si, Inés tiene toda la razón, te has pasado mujer, están estos tamales buenísimos, la gente va a quedar encantada.
Consuelo ve a su hijo Ersaí, y le pregunta:
— ¿Y tú qué opinas?
— Ah, sí, ma... están riquísimos.
— Ni siquiera has probado tu tamal, y estas diciendo que esta riquísimo.
Inés le dice a su mamá:
— Es que este está enamorado.
De inmediato, Ersaí le expresa a su hermana:
— ¿Tú no aprendes no?
— Tranquilo hermano, solo le aclaraba eso a mamá, no es para tanto.
Ersaí prueba el tamal. Cuando Consuelo le dice:
— ¿Cuándo presentas a tu novia?
Ersaí se atranca un poco con el tamal. Haciendo que su padre lo atienda, y le diga:
— ¿Qué te pasa muchacho?
— Ya estoy bien padre.
De inmediato, Ersaí le expresa a su mamá:
— Mamá, la joven no es mi novia, aún.
— Entiendo, pero ahora escúchame.