En seguida, las vecinas se miran las caras como en medio de sonrisa de coquetería, y Lucrecia mira otra vez a Ersaí, diciéndole:
— Que sobrino tan guapo tiene doña Martha.
Ersaí se sonroja y se incomoda un poco. Y les dice a las dos:
— Bueno vecinas, fue un gusto para mi conocerlas, pero me voy hacer unas cosas.
Filomena le expresa a Ersaí:
— Recuerda que estamos para servirle.
— Bueno, que descansen.
Las dos se despiden de Ersaí, y se quedan hablando de lo guapo que es. Cuando Lucrecia se cree con derechos, y le dice a Filomena:
— No lo mires tanto, tú tienes marido, y yo no.
— Bien has dicho, yo tengo marido, así que no te inventes cosas, porque Alfredo es muy celoso.
— Te digo eso para que no te interpongas.
— Como crees, tu sola te vas a interponer a ti misma.
— ¿Cómo así?
— Con tantos hombres que llegan a tu casa, el sobrino de Martha los va a ver, y hasta ahí llego todo.
Lucrecia piensa en eso. Cuando Filomena ve llegar a su esposo, y le expresa a su vecina:
— Nos vemos, allí llego mi esposo.
Las dos vecinas se van para sus respectivas casas. Cuando Ersaí las deja de ver por la ventana, y se va a seguir comiendo su papa frita, mientras piensa en todo lo que le pasó...
El día siguiente, Ersaí se despierta en el sofá de la sala, porque se olvidó de escoger una habitación, de las cinco habitaciones que hay en la casa, y se levanta con dolor de cuello, y de cabeza, y dice:
— Con tantos problemas se me olvido dormir en la cama... pero que dolor de cuello y de cabeza.
Ersaí mira la casa desde el sofá, y dice:
— Comienzo a extrañar mi casa, a mi madre, a mi padre, y a mi hermana...
Nuevamente arrepentido, Ersaí llora por a ver cometido tan gran error, y se levanta del sofá, diciendo:
— No puedo quedarme toda la vida llorando, apenas consiga el trabajo, iré a disculparme nuevamente con mis padres...
Minutos después, Ersaí revisa lo del agua, y nota que el agua la cortaron, y va al pateo; y ve el agua que esta con mal aspecto en la pila e intenta resistir de bañarse, diciendo:
— Vaya, esto está lleno de larva... será muy difícil bañarme con esta agua.
Ersaí se rasca la cabeza, y dice:
— Que se le va hacer... toca bañarse con esto...
En casa de Orlando, este; llama a su sobrina por teléfono, y le dice del trabajo para Ersaí recomendándolo con gran seguridad, y sin ningún problema, esta acepta ponerlo a trabajar...
Ersaí termina bañándose con esa agua, y se cambia para hacer algo para desayunar e ir a casa de Orlando, pero se acuerda que no tiene agua limpia, y sale a la puerta. Cuando ve a un hombre salir de la casa de Lucrecia, y después sale ella a despedir a este hombre con besos.
Luego de despedir al hombre, Lucrecia se da vuelta y ve a Ersaí, y le da pena. Cuando Ersaí le expresa:
— Buenos días vecina.
— Buenos días vecino, ¿qué tal noche paso en su nuevo barrio?
— Bien.
— ¿Necesita algo? Porque recuerde que ayer le dijimos; que cualquier cosa que necesitara...
— Gracias, que amable es.
— ¿Di que necesitas?
— Agua limpia.
— Ya le traigo un galón.
— Qué pena con usted.
— Ningún, pena... ya vuelvo.
Lucrecia entra a su casa. Cuando Ersaí mira pasar a varias personas en la calle que viven por ahí, y dice:
— Lo más pronto posible, necesito solucionar eso del agua.
En ese momento, Lucrecia sale con el galón de agua, y se lo entrega a Ersaí, diciéndole:
— ¡Aquí esta!
— Gracias doña Filomena.
Lucrecia se enoja con Ersaí, y le responde:
— ¡Yo soy Lucrecia!
— Oh, perdóneme, me confundí, como apenas llegué ayer.
— Tranquilo muchacho, pero no me vuelvas a confundir con esa señora.
— Bueno.
De inmediato, Ersaí se despide rápidamente de Lucrecia y entra a su casa, para utilizar el agua limpia del galón...
Minutos después, Orlando llega a casa de Ersaí, y toca el timbre una y otra vez, y dice:
— ¿Sera que este muchacho aun duerme?
Orlando da la vuelta para irse. Cuando Ersaí abre la puerta, diciéndole:
— Buenos días, señor Orlando.
— Buenos días, Ersaí, te traigo buenas nuevas.
Ersaí se alegra bastante, y dice:
— ¿Su sobrina aceptó?
— Si, arréglate porque yo te voy a llevar con mi sobrina.
— Gracias señor Orlando, espero me pongo los calzados y salimos.
— Bueno.
Luego que Ersaí se pusiera los calzados, sale de la casa y se va junto al vecino, quien lo lleva a Textilera Camitex...
En ese momento, Orlando entra a la empresa junto a Ersaí, y le dice cundo ve a su sobrina desde lejos:
— Mi sobrina es muy cariñosa y trata muy bien a los trabajadores.
— ¿Es la de la blusa azul?
— Si.
La sobrina termina de explicarle algo a una trabajadora, y ve a su tío, y lo saluda desde lejos, y deja lo que está haciendo, y va hacia ellos...
En ese instante, la sobrina de Orlando los saluda a los dos, y le da un beso en la mejilla derecha a su tío. Cuando este le dice:
— ¡Mira! Éste es el muchacho que te hablé por teléfono.
— Ah.
De inmediato, La sobrina de Orlando le da la mano a Ersaí, diciéndole:
— Mucho gusto, Irene Mancilla.
— El gusto es mío, Ersaí Vásquez Cardona.
— Necesito a alguien que se encargue de contar y verificar los cargamentos de telas, que llegan a menudo, mi tío me dijo que necesitas trabajar.
— Si. Yo estoy dispuesto al trabajo.
— Entonces vamos para mi oficina, y hablamos de cuanto te vas a ganar, y más.
— Bueno.
Irene le expresa a su tío:
— ¿Te vas a quedar acá, o vienes con nosotros?
— Tranquila sobrina, ve con Ersaí, que yo voy a ver cómo trabajan con la tela.
— Bueno tío.
Irene y Ersaí se van a la oficina. Cuando dos trabajadores se miran uno al otro con una mirada de enojo...
En la oficina, Irene hace sentar a Ersaí, y le explica que le va apagar el mínimo y que va a tener seguro médico. Cuando Ersaí le pregunta: