Mientras Frey habla algo personal con Hugo adentro de la bodega, Alonso y Jair, llegan adonde esta Ersaí, y Alonso al verlo así tan cansado, le pregunta:
— ¿Estás bien?
— Si, sí, yo tengo que irme acostumbrando a esto.
Jair le expresa a Ersaí:
— Vamos a una cafetería que hay aquí cerca, y comemos algo ante que llegue el otro camión.
— Buena idea, pero, ¿si alcanzaremos a comer algo? ¿No es mejor terminar con el camión que viene y después salir?
Jair mira a Alonso, y luego le responde a Ersaí:
— Comemos algo rápido y nos venimos.
De inmediato, Alonso les dice a los dos:
— El camión no demora en llegar, y es mejor terminar el trabajo, y luego se puede ir a comer algo, viene un carro para cargarlo de piñas, y no hay la cantidad de piñas como la otra vez, creo que podemos terminar rápido.
Ersaí mira a Alonso, y le expresa:
— Vaya, no te ves corpulento, pero tienes bastante fuerza, y no teves tan cansado que digamos.
— Es que me acostumbré a hacer mucha fuerza.
Luego de unos minutos, el camión llega para llevarse las piñas, y Ersaí junto a los demás, logran meter todas las frutas al nuevo camión...
Exhausto, Ersaí se alegra de a ver acabado. Cuando Frey le dice:
— Ya te iras acostumbrando a esto.
— Espero que rápido, porque siento que no puedo más.
Alonso se sonríe al igual que Frey y Jair, y le expresa Alonso a Ersaí:
— Te entendemos, ahora sí, vamos a descansar y comer en la cafetería.
— Bueno.
Todos se van a la cafetería y comen algo y comparten en ese lugar, para después esperar otra carga...
5:40 pm, Ersaí llega al barrio donde vive con muchos dolores de espalda, y cuando llega al andén de la casa de su tía, Filomena sale de la casa a comprar algo de la tienda, y lo ve así, y le pregunta:
— Vecino, ¿qué le sucedió?
Ersaí mira a la vecina antes de sacar las llaves de la casa, y le responde:
— Unos dolores en la espalda.
— Yo tengo algo para que se echen la espalda.
— No, tranquila, no se preocupe.
— Pero... yo lo veo mal.
En seguida, Ersaí y Filomena ve que llega un hombre a la casa de Lucrecia. Cuando Ersaí mira a la vecina, diciéndole:
— Gracias vecina, pero este dolor ahora se me quita.
— ¿Seguro?
— Si.
En ese momento, Alfredo; esposo de Filomena, llega junto a su hijo en un carro particular. Cuando Filomena le dice a Ersaí:
— Llego mi hijo Justin de vacaciones, ya te lo presento.
Ersaí queriendo entrar a la casa para descansar de su espalda, y luego preparar algo de comida por el hambre que tiene, espera a que Alfredo y Justin se bajen del carro, para luego saludarlos.
Filomena aprovecha el momento para presentar a Ersaí su hijo de catorce años, diciéndole:
— Este es mi hijo Justin.
Ersaí extiende su mano derecha hacia Justin, diciéndole:
— Mucho gusto, yo soy Ersaí.
Justin no quiere darle la mano a Ersaí. Cuando al mismo tiempo Filomena y Alfredo le dicen a su hijo:
— ¡NO SEAS GROSERO!
Justin termina saludando a Ersaí, y este se despide de los vecinos, y entra rápidamente a la casa. Cuando Alfredo y Filomena regañan duramente a Justin...
Ersaí siente un descanso al entrar a la casa, que primero se tira en el sofá para descansar su espalda...
Luego de diez minutos recostado y quejándose de dolor en el sofá, Ersaí se va para su habitación y se baña de nuevo con el agua de la pila.
Después de unos minutos, Ersaí se prepara para cocinar, pero se encuentra de nuevo sin agua limpia, y decide esta vez ir a casa de su vecina del lado derecho a pedirle agua, y Filomena amablemente le da bastante agua, como para dos días...
Ersaí le agradece a Alfredo y a Filomena, y entra a su casa para preparar un arroz, y a volver a fritar carne o fritar huevos, porque no sabe hacer otra cosa.
Parado viendo la carne y los huevos, Ersaí dice:
— Fritemos de nuevo carne, y los huevos para desayunar, si, así haré...
De inmediato, Ersaí arregla la carne, y luego lava el arroz, para después ponerlo a cocinar. Y todavía se sigue quejando del dolor de espalda que lo acosa...
Luego de eso, Ersaí coge la misma paila que fritó la primera vez la carne, y la pone en otra boquilla, y espera a que caliente el aceite, para poder echar la carne que arregló cuidadosamente...
Viendo que el aceite está muy caliente, Ersaí echa la carne a la paila. Cuando escucha que tocan la puerta, y decide ir hasta la puerta a ver quién es...
En ese instante, Ersaí abre la puerta, pero no ve a nadie, y dice:
— Puede ser que yo me haiga imaginado que tocaban la puerta.
Ersaí cierra la puerta, y se va directamente a la cocina, pero este no ve que el frasco de aceite se había caído cuando fue de prisa a ver la puerta, y lo pisa. Y se va de frente hacia la paila con el aceite hirviendo, pero antes de que su rostro caiga en la paila, Ersaí pone sus dos manos en el aceite, y se le queman las dos manos. Cayendo la paila al piso y al lado él.
Tremendamente asustado y con mucho dolor, Ersaí logra salirse de la cocina arrastras, y grita del dolor que siente. Haciendo que algunos vecinos se alerten...
En ese momento, Ersaí se arrastra hasta la sala, y deja de gritar, y ve sus dos manos, las cuales están quemadas por el aceite, y se priva...
Alfredo y Filomena son los primeros en llegar a la puerta de la casa de Ersaí a tocar.
Justin se asoma al andén, pero sus padres lo hacen entrar a la casa, porque no saben con que se van a encontrar en la casa de Ersaí.
También Lucrecia y un hombre desconocido salen a mirar que fueron esos gritos, y preguntan a donde fueron. Cuando Alfredo le dice a Lucrecia:
— Los gritos fueron de aquí.
Ersaí sigue en la sala privado y los vecinos llaman a la puerta, pero al ver que no hay respuesta, el hombre desconocido que estaba con Lucrecia, le dice a Alfredo:
— Entremos por los pisos de arriba, quien sabe le haya pasado algo a la persona que vive aquí.