Un Menesteroso

PRETEXTO, ACUSACIONES TRAS ACUSACIONES

Con mucho lloro porque no está con su familia, Ersaí sigue en el sofá quejándose también de dolor de sus dos manos. Cuando Lucrecia se acerca a la puerta con un plato de huevos revueltos y pan, y una taza de café, y toca la puerta de Ersaí...

Ersaí se limpia con su brazo derecho sus lágrimas, y dice mirando a la puerta:

— ¿Sera que se le quedó algo a la señora Filomena?

Ersaí va hacia la puerta y la abre. Cuando Lucrecia llena de envidia por Filomena, se sonríe exageradamente, y le dice a Ersaí:

— Esto es de parte de Dios, para que se te curen las manos.

Ersaí piensa:

"¿Se pusieron de acuerdo estas dos mujeres para hablarme de Dios?... esto esta raro, no me convence su sonrisa...

Fingiendo lo que no siente, Lucrecia sigue mostrando su sonrisa en el rostro a Ersaí, y le pregunta:

— ¿Qué pasó? ¿No te gustó el desayuno?

— Claro que sí, por favor, siga...

Lucrecia entra a la casa y mira los buñuelos y el chocolate que trajo Filomena, y pone sus huevos revueltos y pan, y la taza de café, y mira a Ersaí que está lejos, diciéndole:

— Yo te recomiendo que no te comas esos buñuelos y ese chocolate.

Ersaí arruga su rostro al escuchar eso de parte de Lucrecia, y le pregunta:

— ¿Por qué no puedo comerme esos buñuelos y ese chocolate? Se ve que están buenos.

— No le digas a nadie esto, pero Filomena es bruja.

— ¿Qué?

— Así como escuchas, pero no digas nada de esto.

Ersaí no le cree nada a Lucrecia, pero dice:

— Bueno, de mi boca no saldrá nada.

— Si, eso lo sabe todos los vecinos, ella es bruja, así que te recomiendo que no comas eso.

— Estoy sin palabras.

— No te preocupes, yo me encargaré de traerte comida.

— Gracias, bueno, aunque en unos días, yo prepararé mi comida.

— Déjame que yo prepare tu comida.

Ersaí quiere que Lucrecia se vaya para su casa, y le dice:

— Me perdonará, pero voy a ocuparme en el baño.

— Yo le ayudo.

Ersaí grita:

— ¡NO!

— Ah.

— Digo, que yo puedo solo.

— Bueno, ya me voy, cualquier cosa que necesites, me llamas.

— Bueno.

Lucrecia se va de la casa, y Ersaí cierra la puerta, diciendo:

— Pero que cansona esta la vecina.

Ersaí se sienta en el comedor donde esta los huevos revueltos con el pan y la taza de café, y coge con mucho dolor en sus manos, los buñuelos de Filomena y comienza a comérselos junto con el chocolate...

Luego de terminar de desayunar, Ersaí mira lo que trajo Lucrecia, y dice:

— Sera mejor dejar esto ahí, o dárselo a alguien...

Horas después, Filomena prepara un sudado de carne picada de res, y se lo sirve a su hijo y a su esposo, los cuales de gustan de ese plato, y le agradecen a Filomena de tan rica comida. Cuando esta le dice a su esposo:

— Voy a llevarle algo de comida a Ersaí.

— Si, claro, este joven que va poder cocinar con las manos así.

— Eso pensé cuando esta mañana le llevé el desayuno.

— Ersaí debe de estar muy afortunado de tenerte como vecina.

— Esto es hasta que en estos días pueda mover sus manos bien.

— Claro.

Justin le dice a su papá:

— Ten cuidado, que el vecino no se vaya a enamorar de la comida de mi mamá o de ella misma.

De inmediato, la cucharada de carne que estaba comiendo Alfredo, casi se le viene, mientras Filomena se enoja muchísimo con Justin, y le dice:

— Donde vuelvas a decir una ocurrencia de esas, créeme; Justin, que del chancletazo que te dé en esa boca, va hacer muy duro. Y por mucho tiempo te quejaras de dolor.

— Perdóname mamá.

Alfredo no presta mucha atención a lo que dijo su hijo, y le expresa a su esposa:

— Ve, llévale la comida al vecino. Yo me voy a trabajar.

— Si...

Filomena se le adelanta a Lucrecia, y toca la puerta de la casa de Ersaí...

Lucrecia se queda viendo escondida desde su casa. Cuando Ersaí abre la puerta, y Filomena lo sorprende con el plato, diciéndole:

— ¡Mira! Aquí te traigo un sudado de carne picada.

— Oh, se ve muy bien.

— Es carne de res.

— Señora Filomena, a mí me da mucha pena con el señor Alfredo.

— Pero, ¿qué dices? Él está de acuerdo con esto.

— ¿Sí?

— Claro, ¿puedo entrar?

— Ah, sí, siga...

Filomena entra de nuevo a la casa, y ve en la mesa el plato de huevos revueltos y el pan, y la taza de café, y pone su comida cerca de eso, y le pregunta a Ersaí:

— ¿Y esa comida?

— Ah, fue doña Lucrecia, me lo trajo en la mañana.

— ¿Y qué paso con los buñuelos que te traje?

— Estaban realmente deliciosos.

Filomena se sonríe bastante, y le expresa a Ersaí:

— Me da mucho gusto que te haya agradado mi comida, y te recomiendo esto que te traje.

— Eso se ve espectacular.

Filomena mira de nuevo el desayuno que trajo Lucrecia, y le dice a Ersaí:

— No le comas ni recibas comida a Lucrecia.

— ¿Por qué?

— Lucrecia es bruja, y puede poner alguna cosa en esta comida. Y por lo que veo, no lo comiste.

— No, preferí comer los buñuelos.

— Hazme caso, no le comas nada.

— Ya me dio temor de ese desayuno.

— Pues haces bien, porque esa mujer tiene entontecidos a cuatro hombres que llegan ahí, hasta se cruzan como si nada.

— Entiendo.

— Bueno me voy.

Lucrecia que esta con su oído derecho pegado a la puerta de la casa de Ersaí, sale corriendo al escuchar que va salir Filomena, y entra Lucrecia a su casa con gran enojo de todo lo que escuchó...

Ersaí le agradece a Filomena por la comida, y esta se va para su casa, mientras Ersaí cierra la puerta y se va hacia el comedor, y comienza a probar el sudado de carne, y dice cuando ya saborea varias cucharadas:

— Esta muy bueno esto... oh, doña Filomena cocina muy bien, parece la comida de mi madre.

Al decir eso, Ersaí se acuerda de su mamá y de su familia, y se pone un poco triste, pero sigue comiendo...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.