En ese momento, dos motos con cuatro policías llegan al andén de la casa de Lucrecia, y tocan a la puerta de la vecina, pero esta no escucha por el fuerte sonido que sale de la casa...
Ersaí sigue comiendo. Cuando nota que ya no se escucha la música, sino que un gran alegato, y se levanta del comedor, y ve por la ventana que la policía tiene sostenida a Lucrecia, y dice:
— Por fin, alguien que detuvo a esa mujer, ahora voy a dormir tranquilo.
Lucrecia forcejea con la policía, porque estos la hicieron apagar la música, y ante todos los vecinos, se la terminan llevando a la estación de policía...
En la mañana, Ersaí llega a su trabajo y saluda a todos, y como llega; también llega un cargamento muy grande de chontaduro, y junto con Jair y Frey, comienza a bajar los frutos...
En medio de la carga, Hugo ve que Ersaí está muy cansado, y se acerca a él, diciéndole:
— ¡Ersaí!
Ersaí se da vuelta y ve a su jefe, respondiéndole:
— ¿Si jefe?
— ¿Todavía te duelen las manos?
— No, ya no me duele ninguna de las dos.
— Te veo muy agitado, más de lo común.
— Debe ser porque en estos días no he podido dormir bien.
— ¿Y eso? Si se puede saber.
— Claro que se puede saber, es una vecina que está haciendo escandalo con un equipo de sonido, y hace eso para fastidiarme.
— Oh, te compadezco Ersaí, eso de vecino es serio.
Frey le dice a Hugo:
— Señor.
— ¿Sí?
— Mándenos a Ersaí para acá, necesitamos una mano con todo esto.
— Ya muchachos.
Hugo mira a Ersaí, diciéndole:
— Trata de descansar cuando te sientas muy fatigado.
— Si señor, gracias por ese consejo.
— De nada muchacho.
De inmediato, Ersaí se va ayudarle a Jair y a Frey, y terminan de bajar y de acomodar esa carga en dieciocho minutos.
Muy cansado, Ersaí se sienta aparte de sus amigos, para que no lo vean que está hecho nada por la carga, pero Frey va hacia el con una botella de agua, y le expresa:
— ¡Toma! Aquí te traigo agua.
— Uy, gracias.
Ersaí coge la botella de agua y toma. Cuando Frey le dice:
— Veo que te has hecho muy amigo del jefe.
— Pues, tan amigo, amigo, no, pero creo que yo le caigo bien.
— Eso veo.
Ersaí mira a Frey, y le expresa:
— El jefe es bien con todos, mira a Jair, él es el que se encarga de hacerle los mandados.
— Si, tienes razón... cambiando de tema, ¿cómo vas con las manos?
Ersaí le muestra sus dos manos a Frey, diciéndole:
— No quedaron bonitas, pero lo importante es que ya no me duelen.
— No te preocupes Ersaí, eso con el tiempo ya no se notará.
— Quien sabe, de todas formas, esto es lo de menos, ahora lo que importa es tener el sustento.
— Así es...
Después de pasar un día de mucha carga, Ersaí y Jair se van yendo para sus casas, mientras Frey espera que Ersaí se termine de ir, para poder hablar con Hugo...
Frey mira que ya Ersaí se fue, y entra a la bodega. Cuando Hugo lo ve que viene afanado hacia él, y le pregunta:
— ¿Qué sucede Frey?
— Jefe, vengo a decirle algo muy importante.
— Dime.
— Es mejor que remplace a Ersaí.
— ¿Por qué dices tal cosa? Ese muchacho me cae muy bien.
— A mí también me cae bien, pero puede haber un peligro con él.
— ¿Cómo así Frey? Explícate mejor.
— Ersaí se cansa muy rápido, yo veo como si estuviera enfermo.
— Si, así vi.
— Pero lo delicado, es que, si a Ersaí le pasa algo con este trabajo, ósea; quiero decir, que, si se muere aquí, usted tendrá problemas.
Hugo se pone a pensar. Cuando Frey le sigue diciendo:
— Yo me imagino que Ersaí todavía no le ha traído algún parte médico, ¿o sí?
— No.
— Ah, hay esta, Ersaí no puede trabajar aquí.
— Déjame solo Frey, voy a pensar.
— Bueno jefe, piénselo.
Frey se va para su casa, y deja a Hugo pensando seriamente en Ersaí...
En el Mio, Ersaí va sentado en la parte trasera del transporte público. Cuando ve parar a una señora que comienza predicar la palabra de Dios, pero Ersaí cuando escucha a la señora, no presta atención y mira hacia la ventanilla derecha...
Minutos después, Ersaí llega al barrio Ciudad Jardín, y ya acostumbrado a las malas caras de sus vecinos, se pone en la puerta, y ve dos recibos en el suelo...
En seguida, Ersaí recoge los recibos, y uno es de la energía, y el otro del gas, y dice al verlos:
— ¡Esto está para corte!, uy, no... lo que tengo no me alcanza para esto...
Ersaí entra a la casa con los dos recibos en la mano derecha, y los deja encima del comedor, y los ve de reojo, diciendo:
— Con un préstamo a mi jefe los pagaré, si... no me voy a preocupar por eso, el préstamo es la mejor solución...
En la calle, Lucrecia es dejada en libertad por los escándalos que hacía con su equipo de sonido, y por enfrentarse a la policía, y cuando está a punto de abrir la puerta de su casa, se acuerda de que alguien tuvo que, a ver llamado la policía, y mira la casa de Ersaí, y dice:
— Tuvo que a ver sido este, pero ya vera... se va a repentir de a ver llamado la policía...
Ersaí se va directamente al pateo, y se echa agua en el rostro de un agua lluvia que está recogiendo, después de a ver arreglado una canoera hace unos días...
Después de bañarse y de quitarse toda la ropa sucia que traía del trabajo, Ersaí se pone ropa limpia y va para la sala, y revisa de nuevo los dos recibos...
En la mañana siguiente, Ersaí llega bastante temprano a la bodega, y saluda a Jair dándole la mano, y después a Frey le da la mano también, diciéndole:
— Buenos días Frey.
— Buenas Ersaí.
— Hoy amaneciste más contento que nunca.
— Oh, sí, estoy contento, y lo voy a estar aún más.
— ¿Y eso?
— Mi esposa está embarazada.
— Oh, felicitaciones.
Jair también escuchó a Frey, y le dice:
— Felicitaciones amigo.
— Gracias a los dos.