Ersaí corre y sale a la vía, y sigue corriendo con gran desespero por la carrera ciento dos. Tratando de alejarse lo más que pueda de Guido y su locura...
Cansado de tanto correr y de pasar calles por calles, Ersaí se detiene a descansar al frente del Gimnasio Smart, pero ve a varios hombres reunidos cerca de ese lugar, y camina sin que lo vean hacia un conjunto residencial que hay al frente y encuentra un terreno cercado, y entra en ese espacio. Donde pasa la noche debajo de un gran árbol...
En la mañana siguiente, Ersaí se despierta, y ve que ya amaneció, y dice:
— Bueno, para ser mi primera noche en la calle, estoy vivo... necesito buscar un trabajo.
Ersaí se levanta. Cuando su estómago le cruje de hambre, y se pone su mano derecha en su estómago, diciendo:
— El hambre no da espera...
Ersaí se sale de ese lote ajeno, y es visto por dos mujeres que vienen trotando y haciendo ejercicios en la mañana. Cuando ellas se detienen, y pasan la calle y se van las dos al Gimnasio Smart.
En seguida, Ersaí se va caminando en busca de alguna panadería o tienda que haya por el lugar, y le pregunta a un hombre que anda en su bicicleta:
— Disculpe señor.
— ¿Sí?
— Buenos días.
— Buenos días joven.
— ¿Dónde encuentro una tienda o panadería?
— ¿Restaurante le sirve?
— Si vende algo económico, sí.
— Pues, yo creo que puede ir a ver, el restaurante queda a unos metros de aquí.
— ¿Hacia dónde?
— Vaya de largo y cruza a la izquierda, por esa calle que le muestro, y vera un restaurante llamado: Verymelo- Gastrobar.
Ersaí le agradece al hombre y se va por el lado donde se le indicó, y encuentra el restaurante, pero no puede consumir nada de ahí porque no le alcanza, y le pregunta al mesero de una panadería, y este le escribe en un papel; una panadería nueva...
Ersaí llega a esta nueva panadería, por la carrera ciento nueve, y antes de comprar ve a lo diagonal un mercado pequeño, y después mira de nuevo lo que están vendiendo en la panadería; y se antoja de unos buñuelos y pandebonos, y los pide, diciéndole a una mujer:
— Deme cuatro buñuelos y tres pandebonos.
— Buenos días joven.
— ¿Yo no salude?
— No.
— Perdón, buenos días.
— Ahora sí, dígame.
— Deme cuatro buñuelos y tres pandebonos, y un vaso de chocolate.
— No tenemos chocolate, tenemos milo y café.
— Deme Milo.
— Bueno.
Ersaí es atendido, y el mesero le lleva todo a su mesa, pero Ersaí se le olvido preguntar los precios de todo, y come tranquilamente sus buñuelos y pandebonos junto con el milo...
Minutos después, Ersaí se come todo lo que pidió, y el mesero le pone la cuenta en la mesa. Cuando este ve la cuenta, se aterra, diciendo en voz alta:
— ¡¿Treinta mil seiscientos?!
El mesero se devuelve, y le pregunta a Ersaí:
— ¿Pasa algo con la cuenta?
— Esto está muy caro.
— Eso cuesta todo.
— Esta muy caro.
— El buñuelo está a tres mil quinientos, los pandebonos a tres mil doscientos, y el milo a siete mil.
Ante la mirada del mesero y de las que cocinan, Ersaí saca lo que tiene, y dice:
— Me voy a quedar con cinco mil pesos, pero menos mal que tengo para pagar lo que comí.
De inmediato, Ersaí le paga al mesero y se levanta muy sorprendido por esos precios, y se va hacia el pequeño mercado llamado "LA MERCED" ...
Ersaí pasa la calle, y le expresa a una señora que está desamarrando unas cebollas de ramas:
— Buenos días.
La señora y un joven que está a unos metros de ella ven a Ersaí, y responden los dos:
— ¡Buenos días!
Ersaí comienza a sentir necesidad para ir al baño, pero se aguanta un poco, y le expresa a la señora:
— Estoy buscando trabajar, ¿y me preguntaba si el dueño de este mercado, necesita otro trabajador?
La señora no dice que es la dueña, y le responde a Ersaí:
— Tal vez por unos días. ¿Cómo es tu nombre? ¿Y adonde vives?
— Mi nombre es Ersaí.
— Yo soy Amalfi. ¿A dónde vives?
— ¿Es necesario responderle eso?
— Si quieres, pero recuerda que el dueño necesita saber a quién pone a trabajar.
— En estos momentos estoy viviendo en la calle.
— ¿Cómo así? Tú no te ves como habitante de calle.
— Pues, las apariencias engañan, y si me hiciera un favor.
— Dime.
— ¿Aquí tiene baño?
— Vale mil pesos la entrada.
— Si.
De inmediato, Ersaí saca de los cinco mil que tiene; mil en monedas, y se los da a Amalfi, y esta le muestra donde está el baño...
Minutos después, Ersaí sale del baño. Cuando Amalfi lo piensa mejor, y le dice:
— Puedes trabajar ayudándole a Jeffrey.
— Gracias señora.
— Ponte ayudarle a Jeffrey.
— Si, sí.
— Yo te voy a pagar con comida, ¿te sirve así?
— Si, no se preocupe.
— Espera.
— Si.
— ¿Qué te sucedió en las manos? Es que desde que las vi, me quedo la inquietud de preguntarte.
— Esto fue cocinando, me caí y puse mis dos manos dentro de una paila de fritar.
— Uy.
— Y así quedaron.
— Bueno, ve.
— Si señora.
En seguida, Ersaí y Jeffrey se presentan, y Ersaí le ayuda a seleccionar las mejores cebollas y demás revueltos...
En seguida, Jeffrey le dice a Ersaí:
— Tuvo que ser muy duro, el dolor que sentiste con esa quemada.
— Oh, sí, me dolió mucho, pero hay un dolor más duro y grande que eso.
— ¿Cómo qué?
— Ser rechazado por tu familia, eso sí que duele y es duro.
— ¿Te pasó eso?
— Si... pero fue mi culpa.
— ¿Qué hiciste?
— Caí en tentación, y por enamorar a una mujer, robé un dinero que era para personas que necesitan ayuda, y me echaron de la casa, pedí perdón, pero no me perdonaron, ahora estoy sobreviviendo en la calle...
— ¿Ersaí es que te llamas?
— Si.
— Si en verdad te arrepentiste de lo que hiciste, y le pediste perdón a tu familia de verdad.