Estupefacto y tremendamente aterrado; por lo que le hicieron sus dos nuevos trabajadores, Hugo pone sus dos manos en su cabeza, y dice:
— No puedo creer esto. Esto no pudo haber pasado... a mí no me pudo a ver pasado esto. Yo confié en ellos, ¿y así me pagaron? ...
Hugo llora, y dice con gran dolor:
— ¡Me dejaron sin nada! ...
Portada al Mar, el carpati se detiene en el lugar donde va a dejar el material. Cuando el chofer le dice a Ersaí:
— Hemos llegado.
— Gracias.
Ersaí se baja del carpati, y pasa la carretera y se sienta debajo de un árbol, y se queda allí por bastante tiempo...
Después de cuarenta y siete minutos sentado en ese lugar, Ersaí se levanta, y pasa la otra carretera y camina bastante, hasta llegar al rio, y se sienta en la orilla, y se quita el calzado que tiene y mete sus pies en el rio...
A pesar de estar triste, Ersaí comienza a jugar un poco en el rio, sacando los pies y metiéndolos en el rio, y de un momento a otro mira hacia muchas partes del rio, diciendo:
— Sería bueno encontrar unos buenos peces...
Ersaí se pone en la mitad del rio, y se distrae un poco buscando peces por más de quince minutos, y luego de no coger nada, se devuelve a la orilla, y se sienta con los pies nuevamente dentro del rio...
En seguida, Ersaí se acuesta en la tierra, y mira hacia los árboles y el cielo, y dice:
— ¿Qué hubiera pasado si yo no cometo ese gran error?... porque me deje llevar de la tentación, ahora estaría en casa con mi familia, pero... pensándolo mejor, esto que pasó, todo esto que pasó me hizo entender que mi familia vivía de la apariencia, y no era verdadera...
En seguida, Ersaí descansa en el suelo y se queda dormido ante una brisa refrescante...
Una hora después, Ersaí se despierta al caerle una hoja de un árbol en la cara, y saca sus dos pies del rio; y se toca su estómago diciendo:
— Me está dando hambre muy rápido... vamos a ver que consigo con lo último que tengo...
Ersaí escurre sus dos pies con sus manos, y se pone su calzado, y sale a la carretera en busca de comprar algo que le alcance, y que pueda solucionar el hambre que tiene en ese momento...
Ersaí pasa la carretera y de los dos sentidos y llega a un lugar donde venden empanadas, hojaldras, papas rellenas, aborrajados y demás cosas, y le pregunta a una señora, quien está fritando en ese momento:
— Buenas. ¿A como tiene las papas rellenas?
— A tres mil quinientos.
— ¿y las empanadas?
— A dos mil quinientos.
— Por favor, deme una papa rellena y una empanada.
— Bueno...
Ersaí saca lo último que tiene del cambio que le quedo del viaje en el carpati, y espera a que la señora le termine de empacar la papa y la empanada para pagar...
En seguida, Ersaí paga lo que pidió, y comienza a comer su papa ahí mismo. Cuando un perro callejero de color naranja con blanco se le arrima, y este le tira un pedazo de papa, pero la señora que frita se enoja, y le dice a Ersaí:
— No le eche comida a ese perro ahí, me va a encochinar el andén.
— Si señora.
De inmediato, Ersaí espera a que sece el tráfico otra vez, y pasa la carretera de un lado a otro, y vuelve a donde estaba, y termina de comer su papa y su empanada, y pasa toda la tarde en ese lugar...
En la noche, comienza a serenar un poco, y Ersaí se sale de la orilla del rio y se va a recostar en uno de los grandes árboles que hay en la zona, y se cubre del sereno; y pasa la noche en ese lugar...
En la mañana siguiente, Ersaí no comió nada en la tarde ni en la noche, y se despierta con gran hambre. Mirando hacia el frente, y ve el rio crecido, y dice:
— Parece que llovió fuerte anoche, y no me di de cuenta.
Ersaí mira hacia arriba, y observa detalladamente el árbol, y dice:
— Para no caerme aguacero aquí... esta será mi casa, ahora a buscar algo de comer...
Ersaí se levanta, y camina por los alrededores del rio, y luego sale a la carretera. Cuando ve desde lejos a un habitante de calle metido en un tanque azul buscando entre la basura, y ve que este saca un plátano maduro de ahí, y va hacia allá...
Ersaí pasa la carretera de los dos sentidos, y llega a donde está el habitante de la calle, quien está comiendo el plátano maduro en mal estado, y le pregunta:
— ¿Me dejas también buscar aquí?
El habitante de la calle no le habla ni le mira, si no que sigue comiéndose su plátano maduro.
Ersaí entiende el silencio del hombre, como sí; y comienza a buscar algo de comer dentro de esa basura del tanque azul, y encuentra una guayaba y varios tomates ya descompuestos...
Ersaí mira todo lo que encontró, y piensa:
"Oh, no... ¡¿yo que estoy haciendo?!... pero el hambre es tanta... que... que no aguanto"
En ese instante, Ersaí no soporta el hambre que tiene, y primero se come dos tomates descompuestos, pero estos le caen muy mal en su organismo; que se vomita...
Las personas que viene en sus vehículos y que pasan por ese lado, miran con asombro a Ersaí vomitando lo que había injerido...
Ersaí se siente muy mal, y queda doblado tratando de no vomitar más. Cuando ve al habitante de la calle sacar un tomate del tanque azul, y comérselo.
Ersaí queda muy estupefacto al ver a este hombre comerse el tomate podrido y no hacerle nada, que le dice:
— ¿Cómo es que le haces para no vomitar eso?
El habitante de la calle no le dice nada, y sigue buscando comida. Cuando Ersaí le expresa:
— ¿No dices nada? Me tienes sorprendido, porque yo estoy a punto de morir por haber comido eso... debes de estar acostumbrado a esto...
En ese instante, Ersaí vuelve a vomitar, y se pone muy pálido, y comienza a tener muchos síntomas de dolor...
Luego de eso, Ersaí deja al habitante de la calle tranquilo, y caminando poco a poco, y con su mano en el estómago del fuerte dolor que tiene, pasa de nuevo la carretera en sus dos sentidos, y regresa al árbol donde paso la noche...