Con gran sorpresa y alegrándose bastante, Ersaí coge el billete de diez mil, y le dice a la enfermera:
— Dígale al médico que muchas gracias.
— Bueno.
— Y gracias también a usted.
— De nada.
— Bueno, me voy.
— Que tenga buen día.
— Gracias.
En ese momento, Ersaí camina hacia la calle y se va del hospital. Cuando la enfermera se entra y va al lugar donde guardo los cien mil...
Minutos después, Elmo termina de atender a la joven quitándole el fuerte dolor de cabeza, y sale al pasillo. Cuando ve desde lejos a la enfermera que le dio el dinero para Ersaí, y la llama:
— ¡Luci!
Como si no pasara nada, Luci atiende el llamado de Elmo, y va a donde está el médico, diciéndole:
— ¿Me necesita señor?
— ¿Usted le entregó los cien mil pesos a Ersaí?
Luci se queda pensativa por unos segundos. Cuando Elmo le expresa:
— ¡Luci! ¿Qué pasa?
— Ah, estaba pensando en la joven del dolor de cabeza.
— Yo te hablo de Ersaí, del joven que llegó intoxicado y deshidratado. ¿Le entregaste el dinero?
— Si.
— Que bueno, porque ese joven me contó que se comió un tomate podrido porque no tenía opción, no tiene a nadie y está en la calle pasando trabajo.
Luci comienza a sentirse mal. Cuando sigue escuchando a Elmo decir:
— Espero que esos cien mil le ayuden a comer todos estos días, mientras consiga algo en que trabajar.
Luci se arrepiente de lo que hizo con Ersaí y se pone muy pálida del susto, y de la vergüenza que le dio, que pone su mano derecha en su frente...
El estado de Luci no pasa desapercibido ante Elmo, y este le dice:
— ¿Por qué te has puesto así de pálida? ¿Estas enferma?
— Ya vengo.
De inmediato, Luci sale corriendo del hospital y se va bastante lejos en busca de Ersaí, pero no lo encuentra por ningún lado, y llora por lo que hizo...
Lejos del hospital donde lo atendieron, Ersaí esta desayunando con los diez mil pesos que le dio la enfermera en una cafetería...
El médico esta asustado por la reacción de Luci, que sale del hospital para ver a donde cogió. Cuando la ve venir un poco afectada...
Luci no deja hablar a Elmo, y le dice:
— Cometí un error muy grande.
— Ya me preocupaste, ¿qué pasó?
Luci saca los cien mil pesos y se los da en la mano al médico, quien le pregunta:
— ¿Qué es esto?
— Son los cien mil pesos que usted mandó a darle a Ersaí.
— No entiendo, ¿yo no te dije que se los dieras a Ersaí, quien estaba en la puerta del hospital?
— Yo le robe al joven... yo le di un billete que tenia de diez mil, y me quede con el de cien mil.
— Esto no lo puedo creer.
— Perdóneme señor, yo hice mal, muy mal.
— Y yo convencido que Ersaí tenía los cien mil pesos... ¿a dónde estará este muchacho? Va pasar mucho tiempo para que yo vuelva a tenerte confianza Luci, no vuelvas hacer esto.
— Claro que no.
— Si vuelves hacer algo así, o algo parecido, pues te iras a trabajar a otro lado, porque a mí no me gustan estas cosas.
— Si señor...
Dos días después, con la ropa sucia y oliendo mal, a Ersaí se le revientan los calzados de tanto caminar, y al ver que tiene muy dañada sus tenis, se recuesta en una pared de un supermercado llamado Quintas del Oeste, y con mucha hambre; se queda mirando pasar a la gente...
En ese instante, Ersaí levanta un poco su rodilla derecha y pone su brazo derecho encima de su rodilla levantada, y abre su mano. Cuando una señora acuerpada le pone en la mano dos mil pesos en monedas...
Ersaí le da las gracias a la señora, y mira las monedas, y se pregunta así mismo:
— ¿Cómo me estaré viendo, para que esa señora se con padeciera de mí?
Un hombre va pasando, y mira a Ersaí y le da quinientos pesos en las manos, y Ersaí le agradece...
Luego una joven va pasando y se acerca a Ersaí, y le da en las manos un billete de cinco mil pesos, y este le agradece...
En seguida, otra mujer le da un billete de dos mil a Ersaí, y este también le agradece; y Ersaí pone en el suelo todo en dinero que está empezando a recoger, y piensa:
"Sera mejor conseguirme como una especie de tarro o envase para todo lo que pueda recoger, pero antes de eso; iré a comer algo, porque si no, moriré de hambre"
Ersaí se levanta e intenta entrar al supermercado, pero el vigilante lo detiene, diciendo:
— Usted no puede entrar aquí, retírese.
— Yo tengo con que comprar, ¡mire!
El vigilante mira cómo está la ropa y el calzado de Ersaí, y le expresa:
— Compre en otra parte.
— Bueno.
De inmediato, Ersaí pasa la carretera y compra en un quiosco varias hojaldras, donde una señora lo atiende bastante bien...
Después de comer tres hojaldras y dos buñuelos junto con un vaso de café, Ersaí se va buscando por los alrededores algún tarro: Cuando se acuerda del vaso desechable que tomó el café, y se devuelve a donde la señora, y le dice:
— Perdón.
— ¿Sí?
— Es que yo deje el vaso desechable en la mesa, pero ya no lo veo.
— Ah.
— Lo eche a la basura, allá en ese tarro lo eche.
— Me lo voy a llevar.
Sorprendida, la mujer que ya había visto a Ersaí sentado al otro lado de la calle, le dice:
— Hágale, eso le va a servir para lo que está haciendo.
En seguida, Ersaí saca el vaso desechable del tarro de la basura, y dice:
— Esto es perfecto para las monedas...
Amablemente, Ersaí se despide de la señora y espera a que los vehículos lo dejen pasar hacia el otro lado...
Luego de un minuto y medio, Ersaí logra pasar y sentarse en el mismo lugar donde estaba; y pone el vaso desechable para ahora si pedir limosna...
En alerta, el vigilante del supermercado mira desde lejos a Ersaí, y no le quita la mirada de encima. Pensando de que este se está haciendo el indigente, y que va a llamar a su banda para robar en el supermercado...
Minutos después, la gente le colabora bastante a Ersaí y llenan el vaso desechable de monedas, y varios billetes.