En ese instante, Ersaí está feliz contando su dinero en el suelo, y logra contarlo todo. Teniendo en total sesenta y dos mil pesos, y dice con gran asombro:
— ¡Vaya! Realmente no me esperaba tanto... aquí tengo para comer estos días, que bien...
Ersaí siente que alguien lo está mirando y se siente totalmente extraño, y mira hacia su izquierda, y queda estupefacto al ver a su madre, como a veinte metros de él, y quien está viéndolo fijamente.
Ersaí se levanta y dice:
— ¡Mamá!
De inmediato, Ersaí va a donde está su madre acelerando su paso, pero de un momento a otro; ve como dos mujeres entran al supermercado, y luego de eso, ya no ve a su mamá, y dice:
— ¿Dónde está?... yo no la vi moverse.
Ersaí llega a donde estaba parada su madre, y dice:
— No entiendo, ella estaba aquí, ¿cómo pudo irse sin que yo no la viera?...
Ersaí se devuelve. Cuando alcanza a ver desde lejos que todo su dinero a desaparecido, y corre hacia allá. Y cuando no ve nada; dice con gran dolor:
— ¡Esto no puede ser! ¡¿Hasta cuándo voy a padecer todo esto?! ¡¿Hasta cuándo?!...
Quince años después. Centro de la ciudad de Cali, y el auge del comercio y el movimiento de la gente es grande, en la hora del almuerzo, Ersaí; que está vestido de ropas viejas y rota, y con mucho cabello en su cabeza, y muchas barbas, se acerca a un local comercial, el cual venden ropa, y Ersaí se pone en la puerta con intenciones de pedir comida. Cuando los dueños se exaltan, y tienen mucho temor, y lo echan, diciéndole muchas cosas ofensivas.
En seguida, Ersaí va al siguiente local, y extiende su mano a varias personas que están dentro vendiendo electrodomésticos, y los dueños también se asustan, y tratan de sacar a Ersaí casi a patadas...
Ersaí al ver la reacción de estas personas, se va para otro local, el local de al lado, pero la joven que atiende coge una escoba para darle, y este corre, para no dejarse pegar. Y se va al frente, y le dice a un hombre que está en las puertas de otro local:
— Señor, por favor.
— ¿Qué quieres hombre?
— Por favor, tengo hambre, será que usted tiene algo para darme.
De inmediato, el hombre coge un envase desechable donde hay sopa, y se lo da a Ersaí, diciéndole:
— Tome, pero córrase un poco para la calle, porque está oliendo un poco mal.
— Si, como usted diga.
Ersaí se sienta más cerca de la calle, y comienza a tomarse la sopa, y llora al acordase de todo lo que ha vivido...
Después de llorar mucho, Ersaí deja la sopa a un lado, y ante el pasar de mucha gente; Ersaí mira al cielo, y expresa con gran clamor:
— ¡Dios! Si estas mirándome y escuchándome en este momento; perdóname primera mente porque nunca he creído en ti, porque he sido ateo toda mi vida e incluso pasando todos los trabajos más duros de toda mi vida... un sin número de veces me buscaban para evangelizarme y yo... yo les corría, yo me escondía, yo huía a la palabra de Dios, al hombre que traía tu palabra, Dios; yo hacía todo eso y me arrepiento... me arrepiento, porque... porque cuantas veces quise morirme, por estar viviendo esto; y de una manera u otra, pasaba algo que me daba fuerzas para seguir...
Ersaí agacha la cabeza pensando en todas esas ocasiones que le huía a Dios...
La gente piensa que Ersaí está loco, y pasan sin prestarle atención. Viéndolo como si fuera una cosa fea, pero este vuelve a llorar con gran llanto mirando otra vez al cielo, y le dice a Dios con un verdadero arrepentimiento:
— ¡Oh Dios! De todo corazón te digo que me perdones, perdóname Dios por a ver caído en esa tentación y a ver caído en ese error que me condujo a estar así, en esta situación...
Ersaí cierra sus ojos en la posición que está mirando al cielo, y eleva sus dos manos al cielo, y le expresa a Dios:
— ¡Dios! Por favor, yo te suplico, y te ruego que me escuches... dame una señal de que me has perdonado, de que me estás viendo ahora mismo... ¡Dios! Necesito saber que me has perdonado. ¡Dios! Ayúdame, te lo imploro, por favor...
En ese preciso momento, Ersaí comienza a sentir un fuego que bajó del cielo, algo poderoso y que él se extrémese, algo fuera de su entendimiento.
Con sus ojos cerrados todavía, Ersaí se sonríe al saber y sentir el fuego de Dios, y se siente feliz porque Dios lo escuchó, que siente como alguien coge su mano derecha fuerte mente.
Ersaí se asusta un poco y abre sus ojos lentamente. Cuando ve al hombre que le tiene cogida la mano derecha; se impresiona, diciendo:
— ¡Alonso!
Ersaí se soba sus dos ojos con su mano izquierda, porque está viendo a Alonso con gran resplandor, como de luz admirable, y vuelve a abrir sus ojos y mira al que le tiene cogida la mano, y ve a otro hombre, que le dice:
— ¡Hermano mío! ¡Dios avenido a ayudarte!
Un poco confuso por haber visto el rostro de Alonso por unos segundos, y ahora ve el rostro de otro hombre, que Ersaí le pregunta:
— ¿Es usted Alonso?
— Mi nombre es Edison, yo soy el pastor Édison Pérez Saldarriaga, de la Iglesia Caminemos Con Dios, y te prometo que a ti, desde ahora en adelante; no te faltará nada.
Sin palabras por el fuego que sintió, y también por lo que escucha del pastor, Ersaí vuelve a llorar y lo hace como si fuera un niño, con mucho sentimiento, porque todo su ser confirmó que Dios se le manifestó con gran poder.
El pastor Edison abraza a Ersaí, diciéndole:
— ¿Por qué lloras hermano?
— Lloro de alegría, porque Dios me escuchó, sentí un fuego que descendió del cielo y me arropó, fue maravilloso.
El pastor se alegra también al escuchar eso, y le pregunta:
— ¿Cómo te llamas?
— ¡Ersaí!
— Acabas de ser bautizado por el fuego del Espíritu Santo de Dios.
Ersaí no sabe que es lo que le dijo el pastor, pero sigue contento. Cuando el pastor le dice:
— Te invito a mi casa ahora mismo, allí te voy a explicar todo sobre nuestro Padre celestial, y de la oportunidad que él nos ha dado para salvarnos a través de su Hijo Jesucristo... ¡ven! Tengo mi carro por aquí cerca. ¿Quieres ir a mi casa?