Un Menesteroso

LAS VUELTAS QUE DA LA VIDA

Estupefacto y bastante confundido, Ersaí mira al pastor fijamente, recuerda a su familia, y le dice:

— Yo no tengo casa, mi familia me echo hace mucho tiempo de donde vivía.

— No, yo te hablo de una casa que te voy a dar para que vivas cómodamente.

Ersaí no puede creer lo que escucha, que varias lágrimas brotan de sus ojos al acordarse de todo lo que ha vivido en la calle, y todo lo que ha vivido acostado en el suelo, por falta de un techo; un lugar donde vivir, que le dice a Edison:

— Pastor. ¿Usted haría eso por mí?

— Si, ¿qué tiene eso de malo?

— Pero, ¿si apenas me conoce?

— Como si te conociera desde siempre, y más cuando te vi con las manos hacia el cielo clamando a Dios.

El pastor abraza a Ersaí, diciéndole:

— Tu vida a cambiado para bien.

Josué sale de la casa, y le dice a su papá:

— Necesito que me ayudes con una tarea.

El pastor abraza a su hijo, diciéndole:

— Papá se va a ocupar mostrándole el nuevo hogar a nuestro hermano Ersaí, pero ya vuelvo a ayudarte.

— Bueno, bueno, todo sea por el hermano Ersaí.

De inmediato, Ersaí y el pastor se ríen por como Josué dijo esas palabras, y los dos se despiden de Josué y se montan en el carro. Cuando Ersaí se acuerda de algo, y le expresa al pastor:

— Pastor, antes que encienda el carro, necesito un favor muy importante.

— Dime, ¿qué necesitas?

— Un lápiz y un cuaderno, es que voy a escribir todo lo que he vivido.

— Que bien, ya te traigo eso.

Edison se baja de su carro y entra a la casa, diciéndole a su hija Sara:

— Mi princesa, necesito un lápiz y un cuaderno con bastantes hojas en blanco.

— El lápiz si te puedo dar, pero los cuadernos los tengo con escritos.

— Bueno, compraré el cuaderno en el camino.

Sara le da el lápiz a su papá y este se despide de su hija y de los demás y sale de la casa, y se va en el carro junto a Ersaí...

Minutos después, y luego de comprar el cuaderno para Ersaí, el pastor llega a la calle veintiuno, y le muestra una casa de dos pisos a Ersaí, diciéndole:

— Es aquí, la casa azul de dos pisos.

— Es grande.

— Bajemos del carro y entremos a tu nuevo hogar.

— Si...

No saliendo todavía del asombro y con dolores en sus pies por la costumbre de no haberse puesto calzados desde hace mucho tiempo, Ersaí se baja del vehículo, y ve la casa, y piensa:

"¿Esto será verdad?"

El pastor ve a Ersaí como ido, y le pregunta:

— ¿Te sucede algo? ¿Estas enfermo?

— No, es que... como explico...

— ¿No te las crees?

— Si, es que me han pasado tantas adversidades, que en verdad no me la creo.

— Pues créetelas, entremos a la casa...

En ese instante, el pastor abre la casa y hace entrar a Ersaí, quien queda gustoso de todo lo que ve...

Con el cuaderno y lápiz en mano, Ersaí le expresa al pastor:

— Pero todavía tiene algunas cosas suyas aquí.

— Nos llevamos para la otra casa lo que habíamos comprado hace unos días, que fue el comedor y las camas, por hoy, tú puedes dormir en este sofá, porque yo mañana te conseguiré tu propia cama.

— Gracias pastor, recién lo conozco, y me ha cambiado la vida totalmente.

— No te olvides que todo esto es gracias a Dios.

— Si, gracias Dios, sin ti, esto no pudo haber sido posible.

El pastor conecta la nevera, y la abre, diciéndole a Ersaí:

— Está en buen estado, y es amplia, ahora la lleno con comida.

— Pastor, es demasiado, usted ha hecho bastante por mí.

— Déjate querer muchacho.

Ersaí se sonríe bastante. Cuando el pastor le dice:

— No me demoro, voy hacerte el mercado.

— Gracias pastor.

De inmediato, el pastor sale de la casa, y Ersaí se queda viendo el resto de la casa, y se acuerda de comenzar a escribir...

Ersaí se sienta en una de las sillas de la sala que dejó el pastor, y se quita los zapatos porque le duele mucho los pies, y pone el cuaderno en la mesa; y comienza a escribir su historia...

Recordando la tentación que lo hizo caer en ese gran error, Ersaí escribe todo el principio, de cómo ese error lo llevo al fracaso...

Veinticinco minutos después, el pastor entra a la casa con dos grandes bolsas de comida, y encuentra a Ersaí escribiendo en el cuaderno.

Ersaí se levanta rápidamente a ayudarle al pastor con las bolsas. Cuando le expresa:

— Te traigo comida como para quince días.

— Gracias pastor.

— Veo que ya empezaste a escribir.

— Oh, si, tengo mucho para contar a través de las letras.

— Esperaré a que escribas todo lo que tengas que escribir, para leer tu libro de primero.

Ersaí se sonríe, diciéndole al pastor:

— No se preocupe, usted será el primero.

El pastor también se sonríe y desempaca toda la comida en la mesa. Cuando Ersaí dice al ver todo el mercado:

— Las vueltas que da la vida, desde temprano no tenía nada, no tenía esperanza, no tenia en donde vivir, la calle era mi hogar, no tenía que vestir, ni esperaba comer todos los días.

Ersaí vuelve a llorar, diciendo:

— Oh, las cosas de Dios son grandes y maravillosas.

— Si llegaste hasta aquí, es por algo, Dios siempre ha estado a tu lado, nunca te olvides de eso, siempre vamos a tener alguna dificultad, algún tropiezo, algo que quiera sacarnos del amor de Cristo, pero allí es donde debemos estar fuertes y agarrados de la roca que es Dios, porque el enemigo quiere que todos nos perdamos, y nosotros no nos podemos dar el lujo de apartarnos de nuestro señor Jesucristo.

— Claro que no, y ahora vuelvo a recordar muchas cosas.

— ¿Qué?

— Que el enemigo desde el principio a querido acabarme, me tentó para robar un dinero, en el cual yo caí por ser débil en esos momentos, y sigo recordando muchas cosas, recuerdo también, si... que se disfrazó de mi madre para poderme quitar todo lo que había reunido, con el fin de que muriera de hambre... recuerdo que me salían muchos enemigos de la nada a lo largo de estos años, porque a donde iba era un problema; me salió mucha gente que quería matarme a como diera lugar.




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