10: 51 pm. Sin saber qué hacer con tanta caída de agua, Ersaí se acuerda de orar, y se va hasta su habitación, la cual esta inundada también, y se pone a orar de pie por varios minutos para que la lluvia sece...
Ersaí termina de orar y se sienta en la cama y con mucho frío, y espera a que sece la lluvia, pero está todavía esta fuerte.
12:10 De la media noche, en ese momento, Ersaí sale de la habitación por los lados para que no le siga cayendo más agua, y va hacia la ventana, y mira el cielo, y le ora a Dios nuevamente:
— Señor, tú que estas en los cielos, Dios, Todopoderoso, te lo pido por favor, has que esta fuerte lluvia sece, te lo ruego...
En ese instante de la noche, la lluvia comienza a ceder notablemente, y Ersaí al ver esto, le agradece a Dios...
Quedando el fuerte aguacero en solo un sereno, el alma de Ersaí descansa y mira el cielorraso de la casa, y dice:
— Esto esta fatal, ¿ahora que voy hacer?
En la mañana siguiente, el pastor llega en su carro y se baja. Cuando ve mucha agua bajando de la casa de Ersaí, y toca a la puerta rápidamente...
Muy cansado de la noche que pasó, Ersaí abre la puerta. Cuando el pastor le dice:
— Buenos días hijo. ¿Qué paso aquí?
— Buenos días pastor, la casa se inundó.
— ¿Cómo así?
El pastor entra a la casa, y Ersaí le muestra el cielorraso, diciéndole:
— Cayó goteras por todos lados.
— ¿Pero cómo así? Aquí no caía goteras, espera, voy por ayuda.
— Bueno.
En ese instante, el pastor se va a su casa, y en el camino llama a un hermano de la Iglesia que repara techos...
Minutos después, el pastor entra a la casa de Ersaí con su esposa y sus dos hijos, y Any y los niños saludan a Ersaí, y este los abraza, diciéndoles:
— Que lindos, vienen ayudarme.
Josué le dice a Ersaí:
— Pues eres nuestro hermano grande, tenemos que ayudarte.
Todos se sonríen. Cuando el pastor le expresa a Ersaí:
— El trabajador viene en camino.
— Gracias pastor.
Any le dice a Ersaí:
— El señor que viene, también es cristiano y asiste a la Iglesia.
— Ah, qué bueno.
En seguida, Sara les expresa a todos:
— Bueno, a trabajar, ¿para que traemos estas escobas?
De inmediato, todos se ponen escurrir el agua de toda la casa, y cuando terminan de sacar el agua, Any, Ersaí y Sara se ponen a secar el piso con trapeadores, mientras el pastor esta con su hijo afuera volviendo a llamar al hermano que va a trabajar en el techo...
El pastor entra de nuevo a la casa, y le dice a Ersaí:
— El hermano Fercho me dice que se demora dentro de media hora.
— Tranquilo pastor, a la hora que venga está bien.
Any les pregunta a todos:
— ¡¿Quién quiere pandebonos?!
Todos dicen que sí, y Any sale de la casa a comprar lo suficiente de pandebonos para todos en un puesto que queda cerca de ahí...
En ese instante, Ersaí le pregunta a Edison:
— Pastor, una pregunta.
— Dime hijo.
— ¿Desde cuándo es usted pastor?
— Oh, ya tengo catorce años, pero antes de que Dios me llamara al ministerio pastoral, y que me casara con Any, y de que Dios me regalara estos hermosos muchachos, yo estaba perdido en el mundo de las apuestas, todo lo que trabajaba lo perdía en casinos.
Sara se sienta junto a Josué, y le dice a su hermano:
— Vamos a escuchar por decima vez la historia de mi padre.
— Pues, yo la he escuchado una vez.
Ersaí le pregunta al pastor:
— ¿Y cómo cayó en el mundo de las apuestas?
— Bueno, en ese tiempo yo vivía en casa de mis padres, y no pasábamos por un buen momento económico, y por medio de un amigo llamado Adrián, él me ayudó a entrar a una empresa de sillas rimas, y casi de todo plástico... pero Adrián tenía una costumbre de salir del trabajo e irse al casino, y un día este me invitó, y yo ni corto ni perezoso fui con él, y me fui enviciando a las a puestas.
Any llega con las tres chuspas de pandebonos, y comienza a repartirles a todos, mientras quiere preparar algo. Cuando Josué le dice a su mamá:
— Mi papá está contando la historia del casino.
— Oh, que bien.
El pastor le dice a Ersaí:
— Tanto fue el vició que tenía en ese casino, que llegue a ganarme cinco millones de pesos en tan solo varios minutos en las apuestas, pero lo perdí todo cuando quería más, y aposté todo lo que tenía, y lo perdí... estuve a punto de perder en otra ocasión, dinero de mis padres, pero el día que estaba pensando en apostar con el dinero de mis padres en la calle; me encontré con el que iba hacer mi pastor, el pastor John Ortiz, él me hablo palabra de Dios, y de una manera u otra, me hizo arrepentir de lo que iba hacer. Y de todo lo que había hecho, porque lo que yo tenía era espiritual.
Ersaí se acuerda de nuevo, que el cayó en esa tentación del enemigo...
Any le pregunta a Ersaí:
— ¿Me dejas cocinar en tu cocina?
Ersaí se sonríe bastante, y le responde a Any:
— Doña Any, esta es su casa.
De inmediato, el pastor le expresa a Ersaí:
— ¡Esta es tu casa Ersaí!
— Gracias pastor, gracias a todos, ustedes son otra familia para mí.
— Bueno, mientras mi esposa hace el desayuno, y esperamos a Fercho para lo del techo, voy a decirles a ti, y a Sara y Josué; que siempre, pero siempre se estén congregando en la Iglesia, que siempre busquemos de Dios... yo estaba perdido en ese vicio del juego, pero gracias a la palabra de Dios, fui liberado de eso, pregúntense: ¿Cuántas personas necesitan ser liberadas en estos tiempos de la drogadicción, de los juegos de azar, del alcoholismo, de prostitución, de robos, y de muchos males? Necesitan estar completamente llenos de Dios para ayudar a las personas que lo necesiten, el que tenga su Biblia en casa, ábrala, léala, y entienda, y atesore la ley de Dios para que le vaya bien, sus mandamientos, estatutos y sus ordenanzas.
En ese momento, Fercho llega a la casa junto a su ayudante, y saludan al pastor y a todos los que están, y de inmediato se ponen a trabajar, y se suben al techo. Cuando Fercho ve el techo, le dice al pastor y a Ersaí: