Un Menesteroso

UN FUERTE RELATO

Con gran expectativa de volver a ver a Mónica, Ersaí se cepilla muchos sus dientes, y pensando en el tiempo que pasó en la calle; se sorprende al ver que sus dientes no están dañados, como deberían estar, y dice:

— ¡Esto es un milagro de Dios!

En seguida de cepillarse los dientes y de bañarse, Ersaí se veste, y cuando se está poniendo el zapato derecho; se detiene, y dice:

— No... mejor me voy sin zapatos.

Ersaí deja los zapatos en el suelo y se va hacer su desayuno; y coge un pan de la mesa y abre la nevera, y ve un queso...

Después de desayunar, Ersaí sale de la casa y recorre el centro. Llegando otra vez al lugar donde sintió el fuego de Dios, y se sienta en ese lugar, y es nuevamente observado por los dueños y trabajadores de los locales...

Ersaí ya está acostumbrado hacer el centro de miradas en esa parte, y no presta atención a alguna gente que lo mira mal, y se pone a ver pasar a la gente, y a esperar a que aparezca Mónica.

Una hora y cuarenta minutos, Ersaí le entra una impaciencia, y piensa:

"Esto tiene cara de que no va a venir... ¿Qué pasa? Me siento muy intranquilo y como con desespero, debo de relajarme y pedirle a Dios paciencia"

De inmediato, Ersaí se pone a orar para quitar su impaciencia para poder mantenerse tranquilo...

Luego de varios minutos, Mónica y una hermana de la Iglesia vienen a evangelizar de nuevo por el sector, y Mónica ve desde lejos a Ersaí, y le dice a su hermana:

— Hay está el señor que quedamos en volver a vernos hoy.

— Si gustas yo te acompaño.

— No Lili, ve a donde tienes que evangelizar, y yo me quedo con él.

— Bueno, de pronto yo me demoro bastante, porque las personas donde yo voy, son buenos conversadores.

— Tranquila, yo también me demoro con él, así que; cuando termine te busco allá.

— Bueno...

Mónica se acerca a Ersaí. Cuando este mira hacia su lado derecho, ve a Mónica y se sorprende.

De inmediato, Mónica le expresa a Ersaí:

— ¡Buenos días señor!

— Buenos días Mónica.

En seguida, Mónica mira fijamente a Ersaí, y no recuerda si le dijo el nombre. Cuando este saca un trapo grueso de color verde y lo pone en el suelo, y le dice a Mónica:

— Si gustas, te puedes sentar.

— Gracias.

Mónica se sienta al lado de Ersaí, y le pregunta:

— ¿Cómo sabes mi nombre? Porque recuerdo que no te lo dije.

— Estoy muy contento de verte de nuevo.

— Ah, no quieres contestarme esa pregunta.

— Después te la responderé.

— ¿Y tu nombre?

— ¿Cómo me llamarías?

Mónica se sonríe bastante de Ersaí, y piensa que de pronto pueda estar enfermo, y le responde:

— No te pondría nombre, porque ya tienes uno, y no me lo quieres decir.

— Si me cuentas como y cuando conociste a nuestro Señor Jesucristo, yo te diré mi nombre.

— ¿Es enserio que me dirás tu nombre?

— Si, no miento, me gustaría escucharte.

— Bueno, bueno, te contaré lo que viví antes de conocer de Dios, porque parece que eso te ha dado mucha curiosidad.

— Algo así.

— Bueno... cuando tenía dieciocho años mis padres se separaron, la convivencia era muy dura y mis padres mantenían en mucho conflicto día a día, así que tomaron la decisión que cada uno estuviera por su lado, yo me quedé con mi madre; y anda vamos de casa en casa, de barrio en barrio, porque no teníamos casa propia, nos manteníamos con una mensualidad que daba mi padre, en ese tiempo, porque mi madre después de dos años, consiguió trabajo como asesora comercial de ventas de carros, eso fue cuando tenía veinte años y vivía en el barrio Pance.

— ¡Ah!

— En ese tiempo estudiaba para ser abogada e iba por el tercer semestre. Cuando me interesé por un hombre de ese barrio.

El corazón de Ersaí se acelera bastante, y la mira, diciéndole con muchas ganas de saber:

— ¿Cómo se llama ese hombre? Si se puede saber.

— Se llama Frank, y convivimos un tiempo, porque me gustó desde que lo vi, porque a mí me gustaban los hombres musculosos.

Ersaí agacha la cabeza. Cuando Mónica lo ve, y le pregunta:

— ¿Qué te paso?

— No, pensando algo, sigue contando...

— Yo me puse muy rebelde y como dije ahora, me fui a convivir con Frank a su casa y dejé a mi madre sola en la casa, y me fue mal, porque este hombre me maltrataba verbalmente, porque no aceptaba que nadie me viera, y me preocupé mucho, hasta que mi madre y una amiga de mi madre; me dijeron que Frank pertenecía a una banda, y eso fue el detonante para irme con mi madre a otro barrio, nunca lo volví a ver.

Ersaí piensa:

"Ella no sabe que Frank murió"

Mónica sigue diciendo:

— Nos fuimos junto a mi madre a vivir al barrio ciudad dos mil. Y fue allá, donde conocí a Georgino, otro que escogí porque era musculoso y alto, pero me fue peor que con el anterior, porque este al pasar unos años; comenzó a pegarme, me maltrataba tanto físicamente como verbalmente, y todo esto era por lo mismo que pasé con Frank.

— ¿Cómo así?

— Por celos, Georgino resultó peor que Frank, porque tenía que salir a la calle sin que ningún hombre me mirara, porque si algún hombre me viera o me saludara, ya tenía problemas cuando llegáramos a casa, fue terrible... este llego a amenazar a mi madre, porque le reclamó diciéndole, que porque me pegaba, y si no fuera por la familia de él, le fuera pegado a mi madre, porque él no le hacía caso a nadie, ni le gustaba que le dijeran nada... fue un día que mi madre me dijo que hiciera lo mismo que hice con Frank y me escapara e irnos a otro lado, pero no sé cómo este hombre se enteró de eso y me golpeo esa noche que pensé que no salía de esa... yo desperté en el hospital muy mal, y recuerdo que un médico llamado Alex, me atendió, pero antes de eso; vi que el me curaba antes de que despertara... ese no era el médico, era un ángel enviado de Dios. Si, eso no se me va a olvidar, y ya despierta; el médico me aconsejó de no vivir más con ese hombre... y en esos momentos que yo estaba en el hospital, la policía se estaba buscando a Georgino, porque la propia familia y mi madre lo denunciaron por intento de asesinato...




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