Los Gutiérrez ven a Ersaí como un ladrón, y Minerva habla con la policía por teléfono, diciéndoles que vengan rápido...
En ese instante, Ersaí está sorprendido por lo que acaba de escuchar de Eli, que le expresa:
— Pero usted me dijo que me conocía y que yo era Ersaí.
Eli arruga su rostro, y le responde a Ersaí:
— Yo nunca te he dicho nada de eso, es más; esta es la primera vez que lo veo, yo pensé que me venía a hacer algo malo o que se yo...
— Usted salió en esa ventana, y me dijo...
— ¿Qué? Ya te dije que yo no te he dicho nada, porque esta es la primera vez que te veo.
Minerva es mirando a Ersaí desde su ventana, y está muy impaciente porque la policía no llega.
En ese instante, Ersaí cae en cuenta que fue el enemigo quien le salió por esa ventana, y piensa en su familia, diciéndole a Eli:
— Deje así, deje eso así... solo venía a preguntarle algo.
— Dime, ¿para que soy buena?
— Es que quiero saber sobre una familia.
— ¿Ajá?
— Si es tan amable de decirme, ¿a dónde se fue la familia Cardona?
Eli se medio sonríe. Cuando dice:
— Oh... la familia Cardona.
— ¿Qué sucedió con ellos? ¿Dónde están?
— La llegada de esa familia fue lo peor que le sucedió a este barrio.
— ¿Cómo?
— Así como escucha, llegaron y construyeron allí, y queriendo opacar a todos los vecinos, porque son unos arrogantes y creídos, hicieron la mejor casa de este lugar y se creían los dueños del barrio.
En ese momento, Ersaí se enoja, pero piensa en Dios, y pide paciencia, y se controla, diciéndole a Eli:
— ¿A dónde fueron los Cardona?
— Si no te esperas que te cuente que sucedió con ellos, entonces vete.
— Hable señora.
— La caída de esa familia fue cuando se inventaron esa fundación que esta haya abandonada y con malezas.
Ersaí mira la fundación. Cuando Eli dice:
— Ese lugar era para darle de comer a los más necesitados, y hasta yo di dinero allí, porque estos Cardona y otras familias que no quiero nombrar, pero que están cerca; me convencieron de dar mi plata, y todo eso para el hijo de los Cardona; se robara todo lo que los vecinos habían dado, ese tal Ersaí, así se llama o se llamaba, quien sabe si está vivo ese ladrón, es una verdadera rata, como fue capaz de robarle a los vecinos y quitarles la comida a los pobres.
Ersaí se siente mal. Cuando sigue escuchando:
— Cuando me acuerdo de eso que pasó como hace quince años... ojalá lo tuviera cerca para cobrarle mi dinero y después acabarlo a escobazos.
— Se ve que tiene mucho odio por el hijo de los Cardona.
— Si, y mucho.
— Ese ladrón que usted dice, se puede arrepentir y tener otra oportunidad en la vida.
— Que oportunidad y que ocho cuartos, ese no merece nada, ese no es gente, sus padres deben de ser igual de ladrones, a alguien tuvo que haber salido... esa gente es de lo peor, todos ellos... ese Joaquín y esa Consuelo, me caen muy mal, se hacen como que no matan un mosco, y son de lo peor... ahí con la que ahora a lo último cruzamos palabras fue con la hija de ellos, Inés, esa se salva un poco, pero en general también me cae mal.
Ersaí pide más paciencia, y le pregunta a Eli de nuevo:
— ¿Dónde están ellos?
— Inés vive en el barrio Meléndez.
— ¿Todos?
— No, ella vive allá, al parecer salió de problemas con sus padres hace tiempo, y lo que pude averiguar de Joaquín y Consuelo; es que no querían saber nada de ella.
— Necesito llegar hasta la casa de Inés.
— ¿Tiene donde anotar?
— No.
— Bueno, espere aquí...
Eli entra a su casa rápidamente en busca de un lapicero y papel, y cuando lo encuentra, escribe la dirección de la casa de Inés, y sale de la casa con la dirección en mano. Cuando se detiene, y le pregunta a Ersaí:
— ¿Por qué está usted buscando a esta gente?
— Son familiares míos.
— No me convence, usted se ve como de esos cobradores, diga la verdad.
— Los busco porque son familiares, por favor, necesito la dirección.
— Bueno, yo no le creo nada, más le voy a dar la dirección para que les cobre todo el dinero que esa familia les debe, atáquelos.
Dos cuadrantes de policías se acercan a la calle donde esta Ersaí. Cuando Eli le da la dirección a Ersaí en su mano derecha.
Ersaí queda mirando a Eli, y con el papel en mano le expresa:
— Pídale a Dios que le limpie el corazón.
— ¿Qué dijiste?
— Le quiero decir que busque de Dios para que limpie su corazón de tanto odio.
— ¿Quién eres tú para decirme lo que yo tengo que hacer?
La policía llega a la casa de los Gutiérrez, y de inmediato, Minerva sale de su casa y señala a Ersaí, diciendo:
— ¡Ese es el ladrón que vino la otra vez!
Ersaí se asusta al escuchar la acusación de Minerva, y le dice a la policía:
— Yo no soy lo que ella dice.
De inmediato, la policía rodea a Ersaí. Haciendo que Eli se asuste y entre corriendo a su casa...
Los policías requisan a Ersaí, y le preguntan que les de su número de identificación.
Preocupado por haber perdido su cartera hace muchos años, Ersaí les dice a todos los policías:
— La cédula se me perdió hace muchos años, pero le puedo decir el número.
— ¡Dígalo!
Ersaí se acuerda perfectamente de su número de identificación, y se lo dicta al policía que tiene el aparato para buscar personas. Cuando otro policía le ve un papel en su mano derecha, y le dice:
— ¿Qué es eso?
— Es una dirección que me acaba de dar la dueña de esta casa.
— Venga veo.
De inmediato, Ersaí le entrega el papel al policía que le preguntó, mientras los otros policías lo miran a él con sospecha...
El policía verifica que es una dirección y le devuelve el papel a Ersaí. Cuando Minerva señala a Ersaí, y les dice a los policías:
— ¿Por qué no lo detienen? Este es el hombre que estaba intentando ingresar a mi casa.
Uno de los policías se acerca a Minerva. Cuando Pablo llega en su carro, y mira desde el vehículo a Ersaí, y dice: