Un Menesteroso

UN CORAZÓN TAN DURO COMO UNA PIEDRA

Ante la mirada de varias personas que pasan por el barrio, Ersaí observa la casa, y le dice a su hermana:

— Ya te puedes ir a cuidar a los niños.

— No, yo primero hablaré con ellos, más bien; con nuestro padre, que es el que se queda en la casa. Y luego lo harás tu.

— Bueno.

— Vamos entonces...

En ese instante, Inés y Ersaí llegan a la puerta de la casa e Inés toca el timbre, y le dice a Ersaí:

— Córrete más allá, para que no te vea de golpe.

— De acuerdo.

Ersaí le hace caso a su hermana, y se corre dos metros de la puerta. Cuando Joaquín abre la puerta, y ve a su hija, quien le dice:

— ¡Hola papá!

Joaquín arruga su rostro, diciéndole:

— ¿No me digas que se quedaron sin casa y vienen a vivir acá de nuevo?

— No papá, vine por otra cosa.

— ¿Qué quieres?

Contenta, Inés le dice a su padre:

— ¡Apareció Ersaí!

Joaquín mira a su hija con cara de susto, y luego se enoja, diciéndole:

— ¿Tú crees que estoy para estas cosas? Tu hermano está muerto, además de eso...

Inés no deja que Joaquín no siga hablando y rápidamente le dice a su hermano:

— ¡Ven!

El corazón de Joaquín se le acelera cuando escucha a Inés decir así. Cuando ve a Ersaí, quien se pone al lado de Inés, y le dice a Joaquín:

— Buenas tardes papá, tu hijo ha vuelto, y te ruego que me perdones. Porque hice mal.

Joaquín mira bien una y otra vez a Ersaí, y reconoce que es su hijo; y se enfada como nunca al acordarse de lo que hizo, y le expresa:

— Vete de aquí Ersaí, lo que hiciste no tiene nombre.

Inés intercede por su hermano, diciéndole a su padre:

— ¿Hasta cuando vas estar repitiendo lo mismo? ¿Hasta cuando vas a estar con esa amargura? Eso ya pasó. ¡Perdónalo!

Joaquín mira a su hija, y le expresa con enojo:

— Tú no te metas, porque tú eres otra que me has ocasionado problemas.

— ¿Acaso no teda gusto de ver que tu hijo Ersaí está vivo?

— Por mí no fuera aparecido, yo estaba bien, cuando sabía o pensaba que no estaba entre nosotros.

Con un suspiro, Ersaí le dice a su padre:

— Padre, no endurezcas tu corazón, y busca de Dios, como yo lo hice.

Inés se asusta al escuchar que Ersaí le mencionó de Dios a Joaquín, y quiere hablarle a su hermano, pero se detiene.

En seguida, Joaquín sale más al andén, y ofendido porque Ersaí le habló de Dios, le dice:

— Después que acabaste con la reputación de tu madre y de la mía en ese barrio, que acabaste con la fundación, que acabaste con nuestras amistades, que acabaste con la iniciativa y la hermandad del vecindario y nos hiciste pasar la peor vergüenza de nuestras vidas, y no contento con eso; te vuelves aparecer como si nada, y me hablas de Dios aun a sabiendas; que tú y tu hermana saben muy bien que tu madre y yo somos ateos... vete de aquí Ersaí, antes que te saque a palos, no te quiero ver, vete.

Inés se pone triste al escuchar tantas cosas malas de su padre, que le dice a Ersaí:

— Vámonos a casa Ersaí, nuestro padre esta peor que antes.

Ersaí no le hace caso a su hermana y le dice a Joaquín:

— Dios me perdonó, el me escuchó en uno de los días que yo estaba muy quebrantado, sin esperanzas, Dios me escuchó y me perdonó; y sentí su fuego que descendió y me arropó, yo sentí el fuego de Dios, fue algo increíble, papá; ¡Dios existe! y si Dios me perdonó, quien somos nosotros para no perdonar a su semejante... cambia ese corazón de piedra por uno de carne, perdona para que Dios te perdone, nuestro Señor Jesucristo esta con los brazos abiertos, él no quiere que te pierdas.

Desesperado y aturdido, Joaquín entra corriendo a la casa en busca de un palo e Inés corre y coje de la mano derecha Ersaí, y lo saca hasta la calle, diciéndole:

— ¿Te quieres hacer matar? Salgamos de su territorio.

Ersaí e Inés pasan a un andén de una casa, quedando al frente de la casa de Joaquín. Cuando este sale con un palo grueso, y le grita a Ersaí:

— ¡VUELVE A VENIR ACA Y YA VERAS COMO TE VA!

De inmediato, Joaquín cierra su puerta con gran fuerza. Cuando Inés mira a su hermano, y le expresa:

— Vamos a la casa, aquí ya no hay nada que hacer.

— Yo me voy a quedar aquí.

— ¿Pero cómo Ersaí? Vamos a mi casa hermano. ¿Qué vas hacer en este anden ajeno?

— Voy a orar aquí, y no me voy a ir hasta que mi padre y mi madre me perdonen.

— ¿Estas consciente de lo que dijiste?

— Si, yo me quedo aquí sentado, mejor vete tú a cuidar de tus tres niños; que cuando yo solucione esto, voy a tu casa.

— Eso se escucha imposible.

— Para Dios no hay nada imposible.

— Bueno, bueno, ya sabes el camino para llegar a mi casa, te espero.

— Bueno...

Inés abraza a su hermano y le da un beso en su mejilla derecha, diciéndole:

— Te cuidas, ya viste como reaccionó papá.

— Si, por eso voy a orar bastante.

— Chao hermano.

— Chao.

Inés se va de ese lugar, y Ersaí se sienta en ese anden ajeno, y queda mirando hacia la casa de sus padres...

Joaquín se asoma por la ventana pensando que Ersaí e Inés se fueron, pero ve a Ersaí sentado al frente de la casa vecina, y dice con gran indignación:

— ¿Pero este que pretende? ¿Por qué no se va? Ah, ¿será que este también quiere desprestigiarme acá también? ... ya me imagino, ahora que lleguen los vecinos de esa casa, que no se le valla ocurrir decir que es algo mío...

Ersaí se pone a orar para que Dios le ayude a quitar el corazón duro que tiene su padre, y lo convierta en un corazón de carne...

Minutos después, la familia de la casa donde esta Ersaí; llega a su casa y todos se asustan al ver sentado a Ersaí, quien los saluda amablemente.

Los padres de familia también saludan a Ersaí amablemente, y se entran con sus dos hijos rápidamente a la casa...

Tres horas después, Consuelo viene llegando de su trabajo con mucho cansancio, y ve a Ersaí en el andén de la casa del frente, y se asusta pensando que es un loco.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.