Al ver esta nueva manifestación, Ersaí se arrodilla y se pone a orar fervientemente...
Con muchas intensiones de acabar con Ersaí, las brujas intentan acercarse a este, pero ven una fuerza superior que lo rodea, y relinchan de no poder acercarse como quieren.
Ersaí sigue orando y tiene mucha fe que Dios lo va librar de esas brujas, y ora con más convicción...
En ese instante, las tres brujas salen volando de ese lugar. Cuando Ersaí abre sus ojos. Mirando hacia los techos y hacia todos lados, y se acuerda de Lucrecia, y dice al no ver nada:
— Parece que en todos lados hay brujas...
En la mañana, se despierta y mira a una mujer que nunca ha visto a cuatro metros de él, con una moneda en la mano, y que le dice:
— ¡Esto es para ti!
De inmediato, Ersaí le responde rápidamente a la mujer extraña:
— No la quiero, guárdesela para usted.
La mujer se ofende y le tira la moneda a Ersaí para que caiga encima de él, pero este rápidamente se quita, y la moneda cae donde estaba sentado.
La mujer se va de ese lugar, y Ersaí patea la moneda y la manda a la calle, diciendo:
— Debe de estar bien dañada esta moneda...
Edgar mira por la ventana a Ersaí, y aprovecha que su esposa esta dormida y sale al andén, y le expresa a Ersaí:
— Buenos días.
— Buenos días Señor.
— ¿Está bien?
— Si.
— Es que lo vi como pateando algo.
— Ah, era una moneda.
— ¿Usted vota la plata?
— No, no, es que esta moneda me la trajo una señora que nunca la he visto, y además de eso, sentí algo extraño de la mujer.
— Ah, ya veo... hasta yo la había votado.
— Perdón señor, ¿pero me puede hacer un gran favor?
— Dime.
— ¿Me presta su baño?
— Ah... eh, ah... si, bueno, sí. Acompáñeme.
— Gracias señor.
— ¡Edgar! Y trata de no hacer ruido por lo que mi esposa esta dormida
— Bueno.
— Si ella te llegare a ver adentro, yo tendré graves problemas.
— Entiendo.
Ante los ojos de los dos niños que se alistan para ir al colegio, Ersaí entra a la casa y saluda a los niños. Cuando Edgar le muestra el baño, y este entra y hace sus necesidades...
Minutos después, Ersaí le agradece a Edgar nuevamente y sale de la casa antes que Miyel se despierte y se sienta nuevamente en el andén. Cuando ve venir a otra mujer que nunca ha visto, quien lo mira con mucha molestia desde lejos...
La mujer llega a donde esta Ersaí, y le expresa:
— Usted no es de acá, vallase de este lugar.
— Me da mucha pena con usted, pero de aquí no me voy a ir.
Inés viene en camino. Cuando alcanza a escuchar que esta señora le dice a Ersaí:
— Lárguese de aquí vagabundo.
De inmediato, Inés llega y le dice a la señora:
— ¡¿Qué le pasa a usted?! Usted es la que se debe de ir de acá, él está al frente de la casa de sus padres.
— Niña, mira a quien le hablas así.
En seguida, Joaquín y Consuelo salen a la puerta, y también Edgar y su familia, y otros vecinos más, la cual hace que la mujer extraña se asuste y se vaya...
Joaquín y Consuelo se entran a hablar mal de su hijo. Cuando Inés le reclama a Ersaí:
— ¿Por qué no fuiste a la casa? Yo quede muy preocupada esperándote.
— Tenía que quedarme acá.
— Mírate, parece que no has dormido nada.
— Es que pase una noche tremenda, que ni te imaginas.
— ¿Y esa mujer porque te gritaba esas cosas? ¿Tú la conoces?
— No, yo no las conozco, pero sospecho que son.
— ¿De qué hablas?
Consuelo sale a la puerta ya a punto de irse a trabajar. Cuando Inés se va rápidamente a donde está su mamá, y le expresa:
— Buenos días mamá.
— Buenos días Inés.
— Ersaí también te manda saludes.
Consuelo observa a su hijo, y luego mira a Inés, diciéndole:
— Tengo que irme a trabajar.
Inés coge a su madre de la mano derecha para que no se vaya todavía, diciéndole:
— Madre, no te contagies del odio que tiene mi padre, perdona a tu hijo.
Joaquín escucha lo que dijo Inés, y sale a la puerta, y duramente le expresa a su hija:
— ¡SUELTA A TU MADRE!
Inés suelta a Consuelo. Cuando Joaquín le dice desde lejos a Ersaí:
— ¡NO TE QUIERO VER MÁS AHÍ, FUERA DE MI VISTA!
Edgar y su familia escuchan lo que gritó Joaquín, y salen a trabajar y a dejar a sus hijos al colegio...
Con mucha pena con los vecinos, Consuelo y Joaquín se despiden, y Consuelo se va a trabajar dejando con la palabra a Inés, pero esta le dice a su padre:
— Que mal se ven ustedes dos.
— Esta muy temprano para estar escuchando tus quejas y reclamos, si quieres contentarte conmigo, llévate a Ersaí de ese lugar, llévatelo a vivir a tu casa si quieres.
Joaquín le cierra la puerta a su hija, y esta se va a donde esta Ersaí, y le dice:
— Parece que no hay nada que te haga mover de ahí.
— Estoy orando por ellos, para que Dios me ayude, y ellos puedan perdonar.
— Bueno, yo te entiendo, pero voy a la casa a traerte algo para que comas.
En ese instante, Joaquín coge su teléfono, y llama a la policía, y les dice que vengan rápido, que hay un hombre que los amenaza...
En ese momento, Ersaí le expresa a su hermana:
— Estoy ayunando desde ayer, pero termino al mediodía.
— ¿Ayuno?
— Si Inés, me Astengo de comer y de tomar cualquier cosa y le presento el ayuno a Dios. Y también oro durante este tiempo.
— Ah. ¿Quién te enseño eso?
— El pastor Edison.
— Ah.
— Ahora que lo menciono... debe de estar buscándome.
— Hermano, voy a traer al mediodía comida.
— Bueno, te agradezco hermana.
— Bueno, entonces vengo a las doce, te cuidas hermano...
En ese instante, Inés se despide de Ersaí, y se va a su casa, y se esmera bastante para prepararle buena comida a su hermano cuando termine su ayuno.
Ante la mirada de Ersaí, tres policías llegan a casa de Joaquín, y este abre la puerta., diciendo: