Totalmente enoja e indignada, la señora le sigue diciendo a Joaquín:
— USTED ES UN HOMBRE SIN MISERICORDIA NI PIEDAD, ¿PORQUE LE ECHO ESA AGUA A ESTE MUCHACHO?
— Usted no se meta en lo que no le importa.
— Si me importa.
De inmediato, Joaquín se va rápidamente para su casa. Cuando Consuelo le pregunta:
— ¿Qué pasa? ¿Por qué hay tanto escándalo en la calle?
— Le eché agua fría a Ersaí para que se vaya.
Consuelo se exalta bastante, y le dice a su esposo:
— ¿Estas bueno de la cabeza? ¿Por qué hiciste eso?
— ¿Tú también no quieres que él se vaya de nuestra presencia?
— Pero no para llegar a esto, no quiero que vuelvas hacer algo así, y de ninguna otra cosa que lo perjudique...
En la calle, la señora deja de mirar la casa de Joaquín y Consuelo, y le pregunta a Ersaí:
— ¿Se encuentra bien?
Ersaí se para, y le responde a la señora:
— Si, gracias por defenderme.
— Lo haría eternamente si fuera necesario, nunca he tolerado la injusticia.
— Gracias señora.
— ¿Cómo se llama?
— Ersaí.
— Yo soy Rubí... esta es la primera vez que lo veo acá.
— Ah, es que yo no vivo acá, yo vivo en el centro.
Edgar sale al andén y saluda a la vecina y a Ersaí, pero se fija que Ersaí está mojado, y le pregunta:
— ¿Qué te sucedió?
Ersaí le da como pena decir que su padre hizo eso. Cuando Rubí ve que Ersaí no quiere hablar; a punta la casa del frente, y le dice a Edgar:
— Fue el señor de esa casa, él le echó agua fría, mire el suelo, hasta con hielo.
Ersaí le da pena de eso. Cuando Edgar le dice a Ersaí:
— Entra a la casa y te secas rápido, y te buscaré algo seco para que te pongas.
— Gracias don Edgar.
Rubí les dice a los dos:
— Bueno, ya me tengo que ir a trabajar, se cuidan los dos.
Edgar y Ersaí se despiden de Rubí, y entran los dos a la casa, mientras al frente; Consuelo sigue muy enojada con Joaquín por lo que hizo, que le dice:
— Uy no, yo no puedo creer que tú le hayas echado agua fría a tu propio hijo, sin saber si lo enfermas con eso.
— Yo solo quiero que se vaya de acá.
— Mira Joaquín, de verdad que te desconozco, y no quiero hablar contigo, mejor me voy arreglar rápido para irme a trabajar y no verte la cara.
— Yo no me arrepiento delo que hice.
Consuelo se aleja de Joaquín. Cuando su teléfono comienza a timbrar, y lo coge, y ve que es su hermana Martha...
En seguida, Consuelo se va para su habitación, y le contesta a su hermana, diciéndole:
— Hola Martha.
— Hola hermana, disculpa por llamarte tan temprano, pero lo que te tengo que decir es muy importante.
— Dime Martha.
— Te siento extraña. ¿Estas enojada?
— La verdad, sí, pero no contigo, lo estoy con Joaquín.
— Ah, pensé que era conmigo.
— ¿Qué me ibas a decir?
— Me devuelvo para Colombia.
— Que te puedo decir hermana, es mejor que sigas trabajando allá, para mi seria bien tenerte cerca y compartir.
— Me ha ido mal Consuelo, muy mal. Y es por eso que me voy a devolver.
— Entiendo, ¿pero ya has arreglado ese problema de tu casa de Ciudad Jardín?
— No, esa gente se ha robado mi casa, ese es otro motivo para regresar.
— Mucho cuidado con enfrentarse con esas personas así por así, has perdido la casa, más todavía tienes vida.
Martha llora por el teléfono, y le dice a su hermana:
— Estoy arrepentida de haber sacado a mi sobrino de esa casa.
Consuelo se acuerda otra vez que Joaquín le echó agua fría a su hijo, y se vuelve a enojar bastante, y le dice a Martha:
— No llores, la próxima vez piensa mejor, y no actúes en caliente.
— Si... recuerdo que una vecina llamada Lucrecia me llamó, para ponerme quejas, y yo me porte mal con mi sobrino.
Consuelo se impacienta un poco, y le dice a su hermana:
— Al fin, ¿cuándo regresas al país?
— El viernes, y si no es mucha molestia hermana, me gustaría vivir con ustedes, ya que con nuestro hermano que vive en Bogotá, no me la llevo muy bien que digamos.
— Nilson es complicado, pero él te quiere.
— Eso es lo que tú dices, pero yo no creo eso.
— ¿Y las primas, y los demás familiares?
— Ah, ¿no quieres que llegue a tu casa?
— No, no, claro que quiero que vengas, lo que pasa es que Joaquín está... como te explico.
— No te preocupes por Joaquín. Yo siempre me he llevado bien con él.
— Ya sabes Martha que estamos pagando arrendo, y que me toca duro porque Joaquín todavía no ha conseguido trabajo.
— Yo les ayudo con lo que pueda. Cuando llegue a Colombia de inmediato me pongo a buscar trabajo.
— Bueno...
En la sala, Joaquín está pendiente de la casa del frente. Cuando ve salir a Ersaí con Edgar, y dice:
— No puede ser, ahora Edgar se ha hecho amigo de Ersaí, y este le habrá contado que es mi hijo...
Con una ropa de Edgar, la cual le quedo un poco pequeña, Ersaí le agradece de nuevo al vecino.
En seguida, Edgar le dice a Ersaí:
— Tranquilo Ersaí, estamos para ayudarte, la ropa te quedo pequeña, pero es hasta que seque tu ropa.
— Está bien, es mejor que estar mojado, buscando enfermarme.
— Perdóname Ersaí por preguntarte esto, pero la vecina y yo, hasta mi mujer; estamos aterrados. ¿Por qué Joaquín te hizo eso?
— Porque él no quiere que este en este lugar, y porque él es mi padre y no me perdona un error del pasado.
— Vaya, eres hijo de los vecinos...
— Si.
— Yo pensé que ellos solo tenían una hija.
— Somos dos.
— Ya veo...
Joaquín sale a la puerta, y le dice desde lejos a Edgar:
— No le creas nada de lo que te diga, el es un habitante de la calle nada más, dice incoherencias, como que nosotros somos sus padres.
Edgar no le cree a Joaquín, y le dice a Ersaí:
— Yo creo en ti.
— Gracias.
En ese preciso momento, Miyel llama a su esposo, y este entra a la casa rápidamente. Cuando Ersaí se vuelve a sentar en el andén, y mira a su padre, y este se entra...