Pensando en todo lo que le dijo Joaquín, Consuelo se queda callada por unos segundos, y luego le expresa a su hermana:
— Que bueno hermana.
— Entre media hora cojo el vuelo para Cali.
— Espera hermana, tengo que decirte algo muy importante.
— ¿Qué?
— Joaquín se opone a que tu vengas a vivir con nosotros... ¡Martha! ¿Estás ahí?
— Si, si, escuché lo que dijiste. Yo buscaré a donde irme.
— No te enojes, el que está en esas es Joaquín, el tubo problemas con el esposo de Inés, y es por eso que ya no quiere vivir con más personas.
— Bueno, ya dejemos así, yo voy hablar con otro familiar.
— ¿Con quién?
— Bueno Consuelo, ya me voy.
Martha cuelga el teléfono, y Consuelo se queda pensativa mirando su teléfono, y le marca a Joaquín para hablarle de eso...
Barrio Limonar, Ersaí sabe que es viernes, y se acuerda de la última vez que vio a Mónica, y dice:
— Fui muy imprudente en declararme así... de seguro, que quedó muy asustada, y quizás no la vuelva a ver...
Centro de la ciudad, Mónica y varios compañeros de la Iglesia están evangelizando como es de costumbre por el sector, y Mónica mira donde se sienta Ersaí, y ve vacío en el lugar que siempre se hace, y piensa:
"¿Será que se ofendió? ... hice mal en levantarme e irme así"
Mónica y los demás compañeros siguen hablando con la gente que va pasando. Cuando el pastor Edison y Any pasan buscando a Ersaí, y recorren todo el centro en su búsqueda, hasta que se van de nuevo a la casa que le habían dado a Ersaí...
Any y el pastor entran a la casa, y vuelven a buscar a Ersaí. Cuando Edison le dice a su esposa:
— Tenemos ya varios días buscándolo, ¿qué le habrá pasado a Ersaí?
Any camina de un lado para el otro, y recuerda los días que invitaban a comer a Ersaí, y estaban todos juntos, y le expresa a Edison:
— Sigamos buscándolo, y sigamos orando para encontrarlo. Los niños también están muy preocupados por él.
— Si, él debe de estar en algún lado...
— Si tan solo le fuéramos alcanzado a darle un teléfono.
— El teléfono. ¿Y qué me dices de la sorpresa que le tengo? El necesita salir adelante.
— Vamos, sigamos buscando.
— Si...
Barrio Limonar, Ersaí esta con un dolor de cabeza, pero sigue ahí sentado e Inés como en días anteriores; le trae algo de comer, y al verlo con su mano derecha en la frente, le pregunta:
— ¡¿Qué te sucede hermano?!
Ersaí mira a su hermana que le trajo desayuno, y le responde:
— Un dolor de cabeza, pero no te preocupes.
Inés se agacha, diciéndole a Ersaí:
— Como no me voy a preocupar, tú eres mi hermano, deja eso que estás haciendo y vente a vivir a mi casa, deja a mis padres así, ellos no van a cambiar.
Estupefacto por lo que sintió cuando escuchó la voz de su hermana, Ersaí se da de cuenta que es el enemigo, y dice con autoridad:
— ¡Fuera de aquí! En el nombre poderoso de Jesús, ¡mis padres serán libertados!
Sorprendida y un poco asustada, Inés le expresa a Ersaí:
— ¿Me estas echando?
— A ti no, es al enemigo.
— ¿Qué enemigo? Yo no veo a nadie, no veo a ninguna persona.
— El Diablo, es el que a toda costa quiere que no liberte a mis padres. Y que queden así.
— Ah, estoy confundida y mejor cambiemos de tema, ¡mira! Aquí te traje desayuno.
— Gracias hermana.
— Espero que te gusten estos pandebonos.
Ersaí prueba los pandebonos, y luego le expresa a su hermana con gran alegría:
— Están buenísimos. ¿Los hiciste tu?
— Ya quisiera yo hacer algo así tan rico, no, estos son de la esquina de la casa. El milo si lo hice yo.
— Todo está muy bien, gracias de nuevo hermana.
Joaquín mira a sus hijos por la ventana, y dice en voz baja:
— No, no, no, que problema que tengo... Ersaí no se rinde para nada e insiste cada día en desafiarme... no, no, no, y lo peor de todo, es que los vecinos ya me miran mal...
En ese instante, Inés le pregunta a Ersaí:
— ¿Hasta cuánto tiempo te vas a quedar aquí? Hoy cumples cinco días en este lugar.
Ersaí observa a su hermana, pero no siente nada malo, y le responde:
— Ya lo sabes, me voy a quedar aquí, hasta que Joaquín y Consuelo, les nazca el amor de perdonarme, porque si Dios me perdonó, entonces; ¿quiénes somos nosotros para no perdonar a nuestros semejantes?
— Si, tienes razón, y de verte a ti, y de ver lo que estás haciendo, y lo que también escucho de estos días de mi esposo... yo ya estoy totalmente convencida, que nuestros padres nos mintieron, y que Dios si existe, sí, estoy contenta de haberme enterado de esto.
— Que bueno hermana, porque la verdad te hará libre, yo mismo te llevaré a la Iglesia que yo asisto.
— Buen...
Aeropuerto el Dorado, Martha pierde el primer vuelo que tenía para Cali, porque se queda decepcionada de Consuelo, y llama a su hermano Nilson que vive ahí en Bogotá, pero este ni siquiera le quiere contestar el teléfono, ni en la primera llamada, ni en la segunda, y contesta ya de cansado a la décima llamada, diciendo:
— ¿Qué quieres Martha? ¿Vas a seguir humillando a la gente, solo porque estas en otro país?
— No, no, hermano. Yo no te he humillado, y primero que todo te saludo, ¿cómo estás?
— Bien Martha, bien.
— Yo me vine de España, y estoy en el aeropuerto el Dorado.
Nilson se sorprende, y le dice a Martha:
— ¿Cómo que estas aquí? ¿Acaso no te burlabas que estábamos pasando trabajo a acá y a ti te iba bien alá?
Martha se acuerda de eso, y siente mucha pena con su hermano Nilson, que le dice:
— Tienes razón, yo me porté mal contigo, y con varios familiares, y te pido perdón.
— Vaya, nunca espere escuchar de ti eso. ¿Ese perdón es sincero?
— Si, hermano perdóname.
— Claro que te perdono.
— Gracias hermano, ahora estoy buscando donde vivir, porque mi casa se la ha robado unos sujetos que se la había arrendado.