De inmediato, Inés y Ersaí se miran las caras, como de sorpresa. Cuando Joaquín se sonríe y le sigue diciendo a su hijo:
— Yo quiero recuperar todos estos años que pasamos lejos entre los dos, ¿qué dices hijo?
— Claro que acepto, pero primero; los voy a llevar a que conozcan a la familia que me brindo ayuda cuando yo vivía en la calle.
— ¿Y quién es esa familia?
— El pastor Edison, su esposa Any, y sus hijos Sara y Josué, ellos me dieron temporalmente una casa para vivir, y me suministraron alimentos y muchas cosas, y lo más importante; es que me están enseñando la ley de Dios.
Consuelo trae las tijeras. Cuando Joaquín le expresa a su hijo:
— Pues, ya me dieron muchas ganas de conocerlos.
— Son unas personas maravillosas.
Inés le dice a su hermano:
— Yo también quiero conocerlos.
— Y los conocerás, y mamá también.
Consuelo pone un asiento, y le dice a Ersaí:
— Siéntate aquí, porque ya es hora de quitarte todo ese cabello.
— Bueno.
Ersaí se sienta en la silla que uso su madre. Cuando Inés le pregunta a Consuelo:
— ¿Hoy no trabajaste?
— Si, sino que pedí un permiso, por una situación de trabajo de Joaquín, pero no salió bien.
Joaquín les dice a todos:
— Es que hoy me dedique a buscar trabajo, y me decidí aún más, disque para no ver tanto tiempo a Ersaí al frente de la casa, y la entrevista me salió mal.
Mientras Consuelo comienza a cortarle bastante el cabello a Ersaí, Inés le pregunta a su padre:
— ¿Mal por qué?
— Porque me puse nervioso.
— ¿Nervioso tú, papá?
— Si que me puse nervioso, porque yo solamente quería trabajar en el trabajo que tenia en la Dian, y en ese momento; de tan solo pensar que iba a trabajar en una universidad. Enseñándole a jóvenes de primer semestre administración y contaduría.
Consuelo le expresa a Joaquín:
— Pero también estudiaste eso, y sabes cómo enseñar.
— No lo sé, le podre enseñar a uno o a dos, pero a sesenta y pico de muchachos... ese trabajo no es para mí, yo me identifico más en lo que hacía, como ingeniero técnico en la Dian.
En ese instante, el teléfono de Consuelo comienza a timbrar, y Consuelo va atender el teléfono. Cuando Ersaí le expresa a su padre:
— Papá, ¿qué sucedió en la Dian, para que hayas salido de ahí?
Por de aparte, Consuelo habla con Cristalda, quien le pone quejas de Martha. Cuando Joaquín mira a Inés, y le responde a su hijo:
— Yo pensé que Inés ya te había dicho.
— ¿Qué?
Inés le expresa a su padre:
— Todo no, eso me lo reserve.
Ersaí los mira a los dos, y es dice:
— ¿Qué sucede?
Recordándose de lo que vivió en la Dian, y también lo que acabo de vivir en esa oscuridad, Joaquín le dice a su hijo:
— Me acusaron de robar una mercancía junto con unos amigos.
De inmediato, Ersaí le pregunta a su adre:
— ¿Y lo hiciste?
— No, claro que no, pero fue terrible... nos sacaron, y nos toco pagar si, o si, eso que nosotros no habíamos robado, y esto no lo sabe Inés, solo Consuelo, pero lo voy a decir ahora.
Preocupada, Inés le pregunta a su padre:
— ¿Más cosas?
Ersaí le dice a su padre:
— Dinos.
Joaquín se acomoda en su asiento, y le dice a Inés y a Ersaí:
— La finca de las afuera de Cali... la perdimos.
A Ersaí le da como si nada, pro Inés le dice a su padre:
— ¿Eso no lo sabía? ¿Cómo perdieron eso? No entiendo, si esa finca es muy grande.
— La vendimos para recuperar la casa, pero la plata que nos dieron por transacción, no las robaron así mismo.
Ersaí le pregunta a su padre:
— ¿Cómo así?
Consuelo termina de hablar con su prima Cristalda, y sigue peluqueando a su hijo, diciendo:
— Hablaba con Cristalda, Martha se fue a vivir con ella.
Ersaí le pregunta su mamá:
— ¿Mi tía Martha?
— La misma.
— ¿Y ella no estaba en España?
— Le fue mal allá, y ahora esta viviendo con nuestra prima Cristalda, pero salieron alegando.
Inés le expresa a Consuelo:
— Mamá, ¿hemos hablado tanto durante estos meses, y no me dijiste nada sobre la finca?
— No quería preocuparte con eso.
Joaquín le dice a Inés y a Ersaí:
— Eso que hicieron ya estaba preparado... fueron ladrones profesionales, y pensándolo bien... nosotros tuvimos la culpa de eso, por maltratar a nuestro hijo, por valorar más al dinero que a nuestros hijos, y por creernos más que las otras personas.
En seguida, Ersaí les dice a sus padres:
— Lo importante, es que ahora creen en Dios, y no en el dinero, porque lo material se acaba, pero el amor de Jesús es eterno, el no quiere que nadie se pierda... papá, mamá, hermana, desde ahora en adelante busquen de nuestro señor Jesucristo, busquen de Dios... se los digo yo, que viví quince años en la calle, y el día que estaba totalmente arrepentido y quebrantado... Dios me escucho y perdono, y sentí fuego caer sobre mí.
Joaquín y Consuelo se imaginan eso que paso en la calle su hijo, y Consuelo abraza a su hijo, pidiéndole perdón otra vez. Cuando Joaquín también le expresa:
— ¡Hijo! También te pido perdón, porque a alguien escuche decir que habías muerto, y yo me alegre, perdóname.
Inés llora al escuchar eso, pero seca sus lágrimas. Cuando Ersaí les dice a todos:
— El pasado y fue, ahora sigamos adelante en el camino de Dios como una familia unida.
Consuelo termina de córtale el cabello a su hijo, como lo tenía hace quince años, y le da un espejo, diciéndole:
— Listo, ahora falta las barbas.
— Me veo extraño.
— Claro hijo, tanto tiempo así.
Joaquín mira a su hijo, y dice:
— Era mucho cabello, te cubría la espalda.
Consuelo le expresa a su hijo:
— Ve al baño para que te afeites. Inés que te muestre a donde es.
— Bueno.
De inmediato, Ersaí se levanta e Inés le muestra donde es, mientras Consuelo abraza a su esposo culpándose los dos de todo lo que vivió Ersaí, y también comentan bastante del infarto, y el regreso de nuevo a la vida...