Un Menesteroso

EL NUEVO ENCUENTRO

Después de compartir con el pastor por varios minutos y despedirse de él, Ersaí entra a la casa. Cuando su padre con bastantes nervios le pregunta:

— ¿Qué sucedió con el pastor? ¿Nos vamos a ir de aquí?

— ¿A dónde papá? Si recién llegaron.

Consuelo le dice a Ersaí:

— Es que tu padre piensa que el pastor iba a cambiar de opinión, y que nos iba a sacar.

— No, no, no, como creen eso, si recién se está arreglando el trasteo, como se les va a decir eso, más bien, sigamos organizando estos muebles...

De inmediato, todos se ponen a organizar la casa. Cuando Inés se pone en contacto con su mamá, para la dirección, y luego de unos minutos; llega a la casa de Ersaí junto con los niños, y ayuda a su hermano y a sus padres con el arreglo de la casa...

Horas después, ya todos están acomodados y todos quedan cansados, pero Ersaí se sienta por aparte con el portátil que le dio el pastor, y comienza a pasar su libro desde el cuaderno al computador...

En ese instante, Joaquín se acerca a su hijo, y le pregunta al verlo pasando ese cuaderno:

— ¿Qué haces hijo?

— Estoy escribiendo un libro de todo lo que viví en la calle, y hasta ahora.

— Oh, que bien, espero que te vaya muy bien hijo.

— Gracias papá.

— Voy a dejarte para que te concentres.

— Bueno.

Mientras Inés y Consuelo están ya en la cocina, para ver que preparan para comer, Joaquín se pone a jugar con sus nietos en la sala...

En medio de su escritura, Ersaí piensa en Mónica:

"¿Sera que Mónica estuvo el viernes pasado buscándome? ...realmente; yo no debería de ilusionarme con ella, solo Dios sabe si ella será para mi"

Días después, Ersaí termina de adelantar su libro por el portátil, y se despide de su padre, diciéndole:

— Ahora vuelvo papá.

— ¿A dónde vas?

— Voy a ver si me encuentro con una persona.

Joaquín se sonríe, y le expresa a su hijo:

— Oh, oh, oh, ¿será lo que estoy pensando?

Ersaí también se sonríe, y le dice a su padre:

— Nos vemos ahora.

— Bueno, pero no te olvides de presentarla en cualquier momento.

— Bueno.

En ese instante, Ersaí sale de la casa, y camina hacia el lugar donde sintió a Dios por primera vez...

Ersaí llega al lugar, y varios de los que atienden en los locales se quedan mirándolo, y ninguno saben que es Ersaí por su nuevo aspecto físico. Cuando ven que este se sienta en el mismo lugar donde el que veían barbudo y con cabello hasta la espalda. Y todos quedan con muchas dudas...

Ersaí mira de reojo a todas las partes de donde no le quitan la mirada, y dice en voz baja:

— Pueda que Mónica se quede como ellos, ¿de verdad que no saben quién soy? ...

Ersaí se queda esperando pacientemente a Mónica, y se la pasa ahí casi toda la mañana. Cuando la ve venir junto a otra hermana de la Iglesia...

En ese instante, Mónica no reconoce a Ersaí desde lejos, pero; de todas maneras, le dice a su hermana de la fe:

— Yo voy a preguntarle algo al joven que esta allá.

— Bueno, yo voy a evangelizar en este local del frente.

— Ya te acompaño.

— Ah, ¿vas a buscar al hombre en barbado?

— Se llama Ersaí.

— ¿Así se llama?

— Si, ya vengo.

— Bueno.

Mónica se va a donde esta Ersaí sentado, y le dice cuando llega:

— Buenos días joven.

Ersaí se intenta sonreír porque Mónica no lo ha reconocido, y le responde:

— Buenos días señorita, ¿a quién busca?

— A un señor con una cabellera muy grande y con muchas barbas, y que se sienta aquí, si, aquí mismo donde está usted sentado.

Ersaí la mira fijamente. Cuando Mónica lo reconoce, diciendo:

— Oye, oye, oye, pero si eres tú, ¡Ersaí!

Ersaí se alegra que lo haya reconocido y se levanta, diciéndole:

— Así es, soy yo, y me alegra mucho de volver a verte.

Estupefacta por el cambio físico de Ersaí, Mónica se queda viendo por unos segundos el rostro de Ersaí, y piensa:

"¿Pero... pero... pero este hombre que se hizo en el rostro? Ersaí es muy guapo y lindo... ¿este es el mismo Ersaí de antes? ¿O es que yo estuve siega todos estos años, y recién vine a ver la realidad?

Al ver a Mónica pasmada y pálida, y que no le quita la mirada de encima, Ersaí se acerca un poco a ella, y le pregunta:

— ¿Te sucede algo?

— ¿Qué te has hecho en el rostro?

— Nada, ¿qué tengo?

— No, nada, es que cuando te conocí en el barrio, te vi diferente.

— ¿Diferente cómo?

Mónica no se siente cómoda como para seguir hablando con Ersaí, y le dice:

— Me voy.

— ¿Cómo así, acaso no venias a evangelizarme?

— Otro día.

— Por favor, regálame tu número telefónico.

— ¿Tienes donde guardarlo?

— No, no tengo teléfono, pero puedes escribirlo en un papel.

— Espera.

De inmediato, Mónica se va a donde es su hermana de la fe, y en un pedazo de papel, escribe su número telefónico, y vuelve a pasar la calle, y le entrega el papel a Ersaí, diciéndole:

— ¡Este es mi número!

— Gracias Mónica, pero no entiendo porque te vas tan rápido.

— Porque voy hacer algo muy importante, hablamos por teléfono.

— Bueno.

— Hablamos.

— Chao.

En ese momento, Mónica se va a donde esta su hermana de la fe, y Ersaí mira el número telefónico y la mira desde lejos, y dice en voz baja:

— ¿Qué le habrá pasado a Mónica?

En ese instante, mientras la hermana de fe de Mónica sigue evangelizando a tres personas, Mónica ora a Dios en la mente, para poder concentrarse y no caer en malos deseos por ver a Ersaí.

En seguida, el hombre que le dio el envase de sopa cuando andaba en la calle, no se aguanta y quiere salir de las dudas y se acerca a Ersaí, quien todavía sigue viendo a Mónica desde lejos, y le pregunta:

— ¡Joven!

Ersaí deja de ver a Mónica, y se da vuelta, y dice:

— Ah, sí señor.

— Disculpe, es que se me ha aparecido a un señor que se sentaba aquí, ¿es usted familiar de él?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.