El mareo producido del golpe que se dio Ersaí en el taxi, se le quita, después del toque de Dios en su hombro derecho, y ya ve normal, y de inmediato, Ersaí agradece a Dios, por fortalecerlo...
En seguida, Ersaí se acuerda del taxista, y corre a donde está el carro, y al no ver el taxista, le pregunta a una joven que está cerca:
— Hola, ¿usted sabe que ocurrió con el taxista?
— El taxista está bien, salió caminando.
— Que bien.
— Esta en esa esquina hablando por teléfono.
Ersaí se acuerda que Mónica lo está esperando en el altar, y le dice a la joven:
— Gracias...
De inmediato, Ersaí sale corriendo a buscar transporte, mientras Mónica y todos los que están en la Iglesia se preocupan mucho. Cuando Joaquín y Consuelo cogen su teléfono y por turnos, llaman a Ersaí...
Minutos después, Ersaí llega a la Iglesia, y todos en la Iglesia se sorprende por el golpe que tiene en la frente, y le preguntan todos de eso, pero Ersaí queda mirando a Mónica desde lejos, y dice:
— ¡Pero que hermosa estas!
Mónica corre a donde esta Ersaí, y lo abraza, preguntándole:
— ¿Qué te pasó en la frente?
— El taxi que venía se chocó, pero esto no es nada, vamos al altar.
— Si...
Joaquín y Consuelo abordan a su hijo, preguntándole si está bien, y él les dice que si, y que no se preocupen...
En seguida, Consuelo y Joaquín se vuelven a sentar, mientras Ersaí y Mónica van asentarse debajo de la cupa, el lugar floreado y preparado para ellos. Cuando el pastor los abraza a los dos, y le dice a Ersaí:
— Me tenías muy preocupado, hijo. ¿Qué te pasó ahí en la frente?
— El taxi en que venía se chocó, y pasaron otras cosas, que después le digo.
— Bueno hijo, comencemos...
El pastor deja a Ersaí y Mónica sentados debajo de la cupa, y las de la danza comienzan a danzar con el sonido de la alabanza; y danzan alrededor de catorce minutos. Cuando el pastor se sube al púlpito, y dice:
— Gracias a todos por acompañarnos en este día tan especial, cada día es especial, porque Dios es el que nos da la oportunidad de vivirlo, y poder agradecerle a Dios por todas las cosas... por todo debemos de agradecerle a Dios... estamos todos aquí reunidos, para celebrar la boda de nuestros hermanos Ersaí y Mónica...
Luego de esto, el pastor comienza a leer en Efesios 5-21:
— Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó así mismo por ella, para santificarla habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; más yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido...
En ese instante, un hermano mira en repetidas ocasiones a Martha, y Consuelo se da de cuenta y le dice a su hermana:
— ¡Martha!
— ¿Qué pasa Consuelo?
— No vayas a mirar hacia tu derecha.
— ¿Qué pasa?
— Hay un hermano que parece que está muy interesado de ti.
— ¿Cómo?
De inmediato, Martha mira hacia su derecha y ve al hermano que se sonríe con ella, y Martha también le agrada bastante. Cuando Consuelo le dice a su hermana:
— Lo primero que te digo, y es lo primero que haces.
— Tenía que ver quien era.
— ¿Y?
— ¿Y qué?
— ¿Te gusta o no te gusta?
— Si me gusta.
Mientras el pastor llama a Ersaí y Mónica, Consuelo y Martha se sonríen bastante. Cuando Joaquín les dice:
— ¿Qué tanto es que hacen ustedes dos?
Consuelo le responde a su esposo:
— A Martha le salió pretendiente.
— Ah...
En ese instante, Ersaí saca la carta que le escribió a Mónica, y le expresa al pastor:
— Tengo una carta para Mónica, ¿la puedo leer?
Con su rostro tapado con el velo, Mónica se siente muy feliz y se sonríe. Cuando el pastor le da el micrófono a Ersaí, diciéndole:
— Claro hijo, este es tu día.
En seguida, Ersaí se pone de frente a Mónica, y ve la carta, y le expresa:
— Sin saber lo que Dios tenía guardado para mí, y en ese tiempo que no conocía de Dios. Cuando te vi por primera vez que llegaste al barrio, algo me decía que ibas hacer mi esposa. Yo le agradezco grandemente a Dios por ponerte en mi camino, eres la compañera que siempre quise tener a mi lado. Y me siento como nunca, mi corazón late muy fuerte, porque siempre he esperado este momento, siempre lo soñé, siempre me imaginé este momento junto a mi amor... yo te amo...
Ersaí termina de leer la carta para Mónica, y esta aplaude junto a todos los hermanos de la Iglesia...
El pastor le expresa a Ersaí:
— Hijo, me has dejado sin palabras.
De inmediato, Mónica le dice al pastor:
— Yo voy a decir unos pensamientos para Ersaí.
— Claro hija, este es tu día, dile a tu prometido todo lo que tengas que decirle.
Mónica también coge el micrófono, y frente a Ersaí le expresa:
— Al contrario de lo que tu sentiste en el primer día que nos vimos, yo nunca pensé que tú eras el hombre de mi vida, el hombre que Dios tenía reservado para mí, porque yo en esos tiempos pensaba en hombres musculosos y yo no tenía Dios, no tenía la humildad para ver más allá, y muchas veces te maltraté y me caías mal.