El frío de la noche pasa a través de tu ventana, pero tu cansancio supera la incomodidad provocada por el viento. Un día más donde las horas avanzan y no logras conciliar el sueño; sin levantarte de la cama y sin descansar, solamente tú y la oscuridad de la habitación. Por puro instinto vuelves a agarrar tu celular, aun después de haberlo apagado hace unos minutos. La luz de la pantalla te ciega por un instante, hasta que tus ojos logran adaptarse al brillo.
Casi como un autómata, abres la galería, observando las fotografías que hace meses tomaste junto a tu antigua pareja. Dices odiarlas, pero nunca las eliminas. Tras analizar cada foto por unos segundos, tu dedo desliza a la siguiente, evocando un nuevo recuerdo. Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que hablaron. Cuando la lista llega a su fin, vuelves a sentirte tan miserable como antes, tal vez un poco peor. Abres la aplicación de mensajería; no tardas demasiado en encontrar su contacto entre tus pocos chats. En su nueva foto de perfil parece estar disfrutando su vida, provocando que un enfado surja de tu interior.
Todos sus mensajes siguen allí. Vuelves a leer los textos que se enviaron tiempo atrás; sus últimos mensajes no reflejan para nada lo mal que terminó su relación, provocando que la nostalgia inunde tu mente. Pareciera como si en cualquier momento la pantalla se fuera a iluminar por un “Hey”, para retomar sus antiguas conversaciones. Tu mente es un caos en este momento, pero logras concentrarte lo suficiente para comenzar a teclear las palabras que jamás te atreves a decir.
"Fuiste el motivo por el cual me levantaba todas las mañanas; eras la razón de mis alegrías, de mis emociones, el objetivo de mis metas, anhelos y deseos. Desde que te conocí no podía imaginar una vida sin tu presencia en ella, como si el universo me hubiera regalado la otra mitad de mi ser, el complemento perfecto de mi existencia.
Tantas tardes derramando mis sentimientos en tus brazos. Tantas noches desnudando mi alma frente a ti. Tantos años trabajando en crear un vínculo capaz de resistir toda adversidad. Y ese fue mi error, jamás estuvo preparado para que lo destruyeras por dentro.
El amor que sentía me cegó, evitando que viera como poco a poco arañabas mi confianza y acababas con toda la felicidad que alguna vez me diste. Incluso hoy me pregunto ¿para qué fue todo ese tiempo perdido? ¿era tal el placer que te provocaba aplastar mi vida? ¡¿Qué clase de persona capaz de amar reconstruye un corazón sólo para destrozarlo nuevamente?!
Tal vez nunca lo sabré, pero prefiero pensar que siempre me odiaste a resignarme a aceptar que puedan existir seres con tanta maldad. Y a pesar de que ahora no hago más que maldecir el día que te conocí, no puedo odiarte por completo. Una parte de mí se quedó contigo; en el olor de tu cabello, en la forma de tu silueta, en el color ámbar de tus ojos bajo la luz, en el brillo de tu sonrisa todas las mañanas, en las caricias que me dabas que, aunque fueran falsas, eran el consuelo de mi corazón.
Todavía guardo recuerdos de aquella persona que creí que eras; y por el recuerdo de esa ilusión, espero que seas feliz. Ojalá nuestras vidas nunca vuelvan a cruzarse y Dios no me obligué a mirar nuevamente a la persona que me volvió la peor versión de mí."
Te detienes por un instante cuando terminas de escribir. Tu corazón late tan fuerte que puedes sentir su choque contra tu pecho. Colocas un dedo sobre el botón de enviar, pero no logras presionarlo. Una vez más, el caos reina en tus pensamientos. Tratas de controlar tu respiración para relajarte, pero apenas lo logras; el nudo en tu garganta no facilita las cosas. Finalmente, tu pulgar cae en el botón de borrar y dejas que cumpla su función, eliminando el texto para siempre, justo como en todas las otras noches desde que terminaron. Miras la pantalla una última vez y dejas escapar un suspiro. Apagas nuevamente tu celular, lo colocas de mala gana a tu costado y tratas de dormir, mientras repites en tu mente que “mañana será otro día”.