Un Millon Como Tú

Capítulo 1

Olvidamos que nunca, nada es seguro y desafortunadamente, tampoco para siempre.

              Kathalee Trueba
 

 

CATARINA 

 


Catarina escribe en su cuaderno mientras finge prestar atención a la clase de español, especialmente hoy se preguntar si en las escuelas de Estados Unidos también habrá una clase llamada inglés. ─Que tontería estoy pensando ─se reprende. Un golpe en una de sus pantorrilla la hace quejarse.

─Es hora ─musita su mejor amiga, quién está sentada en la silla de atrás.

En ocasiones como esta, detesta que tome asiento justo detrás de ella y no le desagradaría que situara su esbelto esqueleto a su lado y no atrás, su pantorrilla izquierda sufre las consecuencias los jueves y en temporada de exámenes.

─Podrías solo avisar y ahorrarte el golpe, tus zapatos duelen tanto como un bloque ─le reclama.

─Llorona ─murmura ─no olvides el timbre es tu señal ─indica.

─Llevamos meses haciéndolo, conozco el proceso.

─Ok ─responde y en seguida interrumpe la clase diciendo: ─Maestra ¿puedo ir al baño?

─Señorita Amelia, le he de pedir una vez más que se dirija a mí persona como Sor Fátima ¿quedó claro? ─ replica con voz severa. ─ahora puede retirarse al baño y por favor sin demorarse.

Mía reprime el impulso de contestarle con un "tampoco se dirija llamándome Amelia". Ya que no le gusta mucho su nombre y prefiere el diminutivo a pesar de ello logra contenerse.

─Disculpe Sor Fátima ─responde.

Mía abre su bolso para sacar dinero, la maestra observa cautelosa sus movimientos, ha guardado el efectivo dentro de un sobre de toallas femeninas para despistar a Sor Fátima. Se dirige a la puerta a paso lento y apenas sale del salón corre por los pasillos, tiene el tiempo justo para llegar a la cafetería antes que Sor Matilde , quién es la encargada de atender el lugar.

Necesita poner el dinero con dos notas sobre la barra, una va dirigida a Jimmy el guarda de seguridad que custodia la entrada principal del internado y otra para sor Matilde, orientando que debe entregar a Jimmy un expreso doble y un sándwich de pollo. junto a la segunda nota, afortunadamente no hay cámaras de seguridad que puedan delatarla.

─¡Porque diablos hago esto, ni siquiera me agrada Alejandro! ─ se reprocha mientras corre.

Mía está sumamente arrepentida de haber inventado el plan de alejar a Jimmy de la entrada principal para que Catarina pueda escaparse durante el recreo y verse con su novio. Lo bueno de todo es que al final es únicamente los jueves para evitar ser pilladas.

Al llegar a la cafetería se asegura que nadie le esté viendo para luego colocar el sobre con dinero y las notas, sujetando estas con una pequeña piedrecilla y así evitar que el viento las desparrame. Al cumplir su trabajo regresa rápidamente al salón.

─Cinco, cuatro, tres, ─Catarina hacía el recuento de los segundos que faltaban para que el timbre sonara, las monjas son muy estrictas en sus horarios, llevan minuciosamente planificado el programa de cada día, es casi imposible que falle; siente un poco de culpa al hacerle creer a Jimmy que tiene una enamorada secreta y jugar de esa forma con él, con su sentimientos, pues él piensa que la persona que deja las notas es Noemí la profesora de educación física, es la única maestra que no es una religiosa, así que no hay muchas opciones, más bien no hay otra.

Catarina ha pasado toda su vida en internados, al cuidado de monjas, muy pocos fines de semana puede darse el lujo de ir a su casa, sus padres son los dueños de la licorera más importante del país y casi nunca están en casa. A veces siente como si fuera un cero a la izquierda para ellos, escasamente notan su presencia cuando la familia está completa en casa, para ella son un par de extraños, que solo dirigen sus palabras para imponer reglas, cómo la de "Prohibido tener noviecitos hasta salir de la universidad". Y "no puedes salir del internado sin autorización de tus padres". Sin embargo, no puedes pedirle a la hija que menos le prestas atención acatar tus reglas cómo si dar órdenes fuera tu único deber.

Quizá por eso siempre les lleva la contraria, a pesar de que lo haga de manera muy secreta, siempre se las ingenia con ayuda de Mía, para salirse con la suya.

─Dos y uno ─concluyó, al instante el timbre sonó y salió despavorida hasta el portón.

─ ¡De nada! ─gritó sarcástica Mía a su espalda, quién venía del cafetín ─Mal agradecida, yo hago el trabajo sucio y ni agradece ─se burla al hablarse a sí misma.

Catarina sale del colegio con éxito, lo ha hecho miles de veces durante un año. Alejandro estudia a un par de calles en el colegio "Calasanz". La primera vez que se conocieron fue a la salida de clases, un viernes por la tarde; ese día sus padres olvidaron ir a recogerla, le habían prometido que pasarían todos en familia durante el fin de semana, así que les espero durante 2 horas a las afueras del internado con la esperanza de no ser olvidada y como no llegaron decidió caminar en busca de un taxi y tropezó con él. Ahí empezó su historia.

La chica corre sin parar, pero se detiene de golpe antes de doblar la esquina. Respira pausado, y luego acomoda su falda azul que cae por debajo de su rodilla, acomoda el borde de sus medias blancas que topan con su falda y se asegura de lucir impecable para no ser atrapada por las monjas, si ellas ven un rastro de polvo en su camisa blanca o calcetines, estará atrapada; limpia el sudor de su pálido rostro con un pañuelo y acomoda la insignia triangular que yace sobre la pequeña bolsa dibujada al lado izquierdo de su camisa blanca.

─Tranquila, respira profundo ─se dice. No puede evitar sentir nervios de ver a su novio.



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En el texto hay: avaricia dinero y poder

Editado: 30.05.2023

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