Un Millon Como Tú

Capítulo 8

Me aferré para no soltarte aún cuando había dejado de amarte. 

 

El tecleo de sus dedos mientras escribe en su ordenador es todo lo que se oye en la habitación, la lúgubre lucecita de su lámpara apenas hace que su alrededor se vea iluminado; siempre sintió que nada de ese lugar le pertenecía, ni siquiera la ropa que llevaba puesta, nunca pudo opinar ni siquiera en el color de sus sabanas, ni los adornos que colgarían en la pared. 

Su padre solía decirle que eso eran cosas de mujeres, que un hombre no tendría que opinar a menos que no fuera un hombre del todo, a veces se repetía que era un cobarde por callar ante los comentarios absurdos de su padre. 

No podía olvidarse de sus problemas, pero debía concentrarse en la fábula que debe escribir para la clase de literatura, así que prosiguió a tomar un descanso o eso intentaba, aunque le era inútil ya que extrañaba demasiado a Irina, a la chica de la cual se enamoró, deseaba llamarla y pedirle perdón por haberse comportado como un cobarde. ¿Qué clase de ser despreciable termina una relación así? Estaba bastante asqueado de su actitud y muy arrepentido. 

Tomo su celular y sin pensarlo marcó a su número, al que en su agenda aun guardaba como "Mi amor". Sonó el primer repique y antes que pudiese sonar el segundo la llamada paso al buzón de voz: no quería dejarle un mensaje, necesitaba oírla, suponía que Irina había colgado la llamada porque debía estar furiosa, no solo rompió con ella, su chofer presenció toda la escena. 

Colgó la llamada para volver a marcar, al segundo repique Rubén tuvo el impulso de dar marcha atrás, en eso escucha que contestan en la línea, sin embargo, hay un rotundo silencio, «Hola, Irina soy yo, escucha sé que estás ahí porque puedo escuchar tu respiración, necesito que hablemos, ¿quieres que vaya a tu casa?» No responde. "Por favor habla conmigo cariño" insiste él. 

Un suspiro se oye del otro lado de la línea e intuye que no se trata de Irina... "Te agradeceré no vuelvas a llamar a mi chica, ahora está conmigo y por cierto sino sabes quién habla, soy Aaron". Dice para luego colgar. ¿Aaron su mejor amigo? Suelta con incredulidad. ¡Lo merezco! Ella estaba con otro y no la culpaba, él se había encargado de arrojarla a sus brazos, lo único que no entendía era en qué momento inició a tener sentimientos por su amigo. 

Ya no quería pensar en nada o la cabeza le estallaría, se tiró a la cama. Se deshizo de su ropa y zapatos. Dormiría hasta olvidar que existía y mañana domingo seguiría con el ensayo e intentaría contactarse con Irina nuevamente, bueno si es que podía. 

A la mañana siguiente se levantó más animado, desayunó, entrenó un par de horas en el gimnasio. Se dio una ducha de agua fría, luego volvió a llamar a Irina, a pesar de que no le contestó le dejó un mensaje en WhatsApp, después prosiguió a terminar su trabajo de español, espera que su esfuerzo se viera reflejado en sus notas porque a pesar de no tener una decisión tomada sobre sus estudios, necesitaba tener la seguridad de que cualquiera que fuese el camino que escoja será porque así lo quiso y no porque no tenía otra opción. 

Le da los últimos retoques a su tarea, admite que está inspirado entera y totalmente en su madre, «sonríe al saber los problemas que le causarían que este trabajo llegue a oídos de Georgina». 

Se sintió un poco harto de tener que ser constantemente usado como la gallina de los huevos de oro, que por primera vez el impulso de hacer lo que le viniera en gana se apoderó de él. 

Prosigue a tirar en una caja los adornos que cuelgan en las paredes de su recámara, luego se dirige a sus gabinetes y saca toda la ropa horrenda que siempre detestó usar y que le hacía lucir como un estirado. 

Cuando la caja estuvo llena, la guardó bajo su cama para que la próxima vez que viera a su amigo lo acompañase a alguna tienda de segunda para venderla, conseguir un poco de dinero le parecía una buena opción, era mejor que tirarlo a la basura. 

—Toc, toc —interrumpe su hermana, encendiendo la luz de la habitación, en sus manos sostiene una charola con tres tazas de café, ¿acaso se trataría de Irina? —Sé que no te gusta tomar café, — coloca la charola sobre la mesa de noche — pero, haz una excepción conmigo hoy—le suplicó con sus dos manos, como si de esa forma las palabras sonarían con más intensidad para presionar a Rubén. 

—¿Tengo de otra? —Ella negó con su cabeza— bien, que sea con crema —dijo, mientras sus ojos saltaban hacia la puerta, esperando ver entrar a Irina. 

—¡Pasa, Mabel! —anuncia. 

Rubén dio un sobresalto, definitivamente no se esperaba esa visita. 

—¿Qué tienes contra el café negro? — preguntó Mabel mientras se acerca — Vengo a ofrecer mi ofrenda de paz —sonrió abiertamente— Ven, déjame darte un abrazo —envolvió sus manos sobre su espalda para darle un largo y caluroso abrazo, Rubén hizo el intento de apartarla. No lo consiguió. 

Hace algunos años fueron inseparables, pasaban mucho de su tiempo juntos, solían ir de paseo a la playa, al cine y celebraban las fechas importantes, eso llevó a que Rubén pensara que tenía la posibilidad de tener más que una relación de amigos. 

Hubo besos de por medio que le hicieron creer que era correspondido. No era culpa de nadie, bueno, quizá un poco de sus hormonas que se alborotaban muy a menudo al ver lo preciosa que era. 

—Suficiente de abrazos —advirtió Wendy, apartándolos con sus manos —¡Mamá podría llegar! — le quería evitar a su hermano un lio con su mamá. 

—Tienes razón, se enfría el café —dijo él. 

Ella los observa. 

—Su madre debe ir a terapia, no entiendo que hice para ganar su odio, la pobreza no es —detuvo sus palabras al ver que Rubén hizo una mueca de silencio con su dedo. 



#7360 en Joven Adulto
#32048 en Novela romántica

En el texto hay: avaricia dinero y poder

Editado: 30.05.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.