Un Millonario en Navidad

Capítulo 1

Collin y sus hijos volvían de cerrar un divorcio. La ex señora Odford había sido metida en rehabilitación por consumir drogas a las espaldas de su marido y haberlo engañado por tanto tiempo.

Él estaba ya cansando, enojado y si bien no era una persona de mucho corazón con el mundo se ofreció a pagar toda la recuperación de Seline.

Sus sentimientos solo eran destinados a sus hijos. Él era un hombre frío que se la pasaba en su oficina y como los mellizos ya tenían sus 10 años, comenzaban a volverse independientes y dejaban de prestarle atención a su viejo padre.

—Papá, mira. —Leila señaló por la ventanilla a una mujer trabajando en Chrispi Chicken, a la cual un hombre le había tirado la bandeja de las manos al piso y estaba gritándole. —deberíamos ayudarla. —concluyó la niña.

—Seguramente alguien la ayudará. Estoy cansado Lei, no tengo tiempo para un problema más. ¿Entendido? —la niña solo asintió con su cabeza y continuó mirando la escena hasta que el semáforo se puso verde y su padre volvió a arrancar.

Collin jamás pararía a ayudar a alguien. Era orgulloso y demasiado millonario para perder el tiempo.

 

 

Al otro día Collin fue al banco y transfirió todo el dinero del tratamiento de su ex esposa a la clínica para intentar jamás volver a verla. En el banco tuvo un problema con la caja de ahorros, la tarjeta no le reconocía el dinero y para cuando lo hizo ya estaba lo suficientemente enojado como para volver a casa. Durante el camino a la empresa se encontró con un largo tráfico que por más bocina que tocara parecía no querer avanzar. Los gritos de las personas lo alteraban aún más y lo único que no quería era pasar sobre todos los autos y luego tener que pagarlos.

Collin bajó del auto y camino hacia el frente de la fila pudiendo ver como un borracho bailaba felizmente sin darse cuenta del barullo que estaba armando.

—¡Oye! Estoy llegando tarde a una reunión, muévete de ahí. —Mintió. El hombre con aspecto de vagabundo lo miró y se río al ver su ropa.

Collin se miró a sí mismo y no vio nada malo en su traje.

Enojado camino nuevamente a su auto y apretó el acelerador hacia el otro carril rompiendo más de una regla de tránsito. Iba rápido y sin mirar por donde iba.

—¡Cuidado! —miró hacia delante y manobreó al ver como un camión de petróleo se cruzaba por el camino. —Conduces como un loco, vas en el carril equivocado. —volvió a escuchar es voz.

Collin miró por el espejo retrovisor y se encontró con unos ojos café provenientes de una muchacha de cabello oscuro.

—¿Quién eres y que haces en mi coche? Bájate si no quieres que llame a la policía.

—Tranquilo muñeco de torta, no tengo intenciones de robarte nada, al menos por ahora. —bromeó la chica.

—¿Qué quieres? —preguntó Collin girando hacia ella una vez que había aparcado el auto.

—Estoy escapando. ¿Sabes? Dicen que el dinero no compra la felicidad, pero la verdad es que no me molestaría en lo absoluto estar llorando en una limu ahora mismo.

—Lo siento, pero no tengo una Limusina. —y no mentía.

—Solo bromeo. —se rió la pequeña mujer cuyo nombre aún no sabía ni mucho menos el propósito de esta en su auto. —Bien, te haré la historia de lo más corta posible. ¿Tienes tiempo?

Collin medito su respuesta, si le decía que si quizás no se la quitaría de encima jamás.

—No, la verdad que no. —le respondió quitando el seguro de las puertas.

La chica pasó sus piernas hacia delante para ponerse en el asiento del copiloto.

—Te la contaré de todos modos. —y volvió a presionar el botón que bloquea las puertas. —Aguarda, ¿cómo te llamas? —Collin giró a verla.

No había notado que la chica iba vestida muy casual y que probablemente no tendría tanto dinero como él.

—Collin, Collin Odford. —la chica puso una mano delante de él para que estrecharla como saludo. Collin tomó su mano.

—Soy Violet, se pronuncia Vaiolet, Violet Shriver. —respondió con simpatía. —Bien, tengo 20 años y trabajo en Chrispi Chicken. Digamos que tomé prestados unos 20 dólares de la caja registradora para comprar esta bonita camiseta. Mi jefe se enfadó y me persiguió por toda la ciudad amenazando con llamar a la policía sino le devuelvo el dinero. No puedo quedarme sin camiseta. Así que vi el embotellamiento y vi tu auto vacío con la puerta abierta y decidí subir. No tengo cara de sobrevivir en prisión, ¿O sí?

Collin no sabía si reír o quedarse callado. ¿Todo un lío por 20 dólares?

—Bájate de mi auto. —Violet abrió los ojos sorprendida. Aquel hombre la estaba echando de su coche último modelo.

—No puedo ir a prisión. —se defendió esta.

—Y pues devuelve los 20 dólares.

—¿Me vez cara de tener 20 dólares? —Collin la miró y asintió. —Pues no, no tengo 20 dólares, estoy en quiebra y mis padres no quieren transferirme dinero. No soy una niña mimada como tú, Odford

—Vuelve a decirme niño y no te daré los 20 dólares. ¿Cuántos años crees que tengo? —la muchacha de encogió de hombros. —Bájate. —volvió a espetar.



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En el texto hay: navidad, amor, millonario y pobre

Editado: 29.01.2019

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