Un Millonario en Navidad

Capítulo 6

Violet se la había pasado toda la mañana intentando cocinar algo para no llegar a la mansión Odford con las manos vacías. Pero fue inútil y terminó optando por ir a la panadería y gastar parte de sus ahorros en comprar la típica rosca de navidad y las galletas de jengibre que todo el mundo comía en las vísperas.

Por donde caminara los villancicos inundaban las calles blancas recubiertas por la nieve que había caído durante la madrugada. La gente hacía sus últimas compras, y a Violet le pareció que sería muy especial si le regalara algo a Collin... ¿Pero que se le regala a un hombre que ya lo tiene todo? Quería algo especial, que nadie pudiera darle. Las navidades no eran una fecha como cualquier otra y el regalo debería hacerlo realmente feliz.

Mientras caminaba pensando en el regalo ideal para Collin, vio a la distancia una florería con las ramitas de muérdago a la vista, y pensó en Collin y ella besándose bajo esta. Entró a la tienda con su mejor cara y una anciana salió de abajo del mostrador.

—Buen día. —Saludó la señora.

—Buen día. —Violet sonrió avergonzada.

—¿Puedo ayudarte en algo? —preguntó la mujer a Violet que revisaba en su pequeño bolso la cantidad del dinero ahorrado que le quedaba.

—Quería saber el costo de un ramillete de muérdago. —le informó esperando algún milagro de navidad.

—Normalmente las cobro un dólar. —Violet la miró y sacó de su cartera el billete. —Pero pareces una niña muy enamorada. ¿Como se llama tu enamorado? —le preguntó.

—Collin. —dijo con una sonrisa.

—Es un muy bonito nombre, mi esposo se llamaba así, murió hace unos años. Me recuerdas a mí, cada vez escuchaba su nombre los ojos se me iluminaban. Lamentablemente ya no está entre nosotros, pero si en mi corazón. —comentó.

—Es una bonita historia, señora. —los ojos de Violet brillaron.

—¿Sabes qué? Te haré un descuento. Puedes llevarte la ramita si prometes volver y tomarte un té con esta pobre anciana y contarle un poco más sobre tu novio. —Violet sonrió.

—No podría aceptar su oferta, usted de seguro necesita el dinero. —le ofreció el dólar.

—Insisto, me encantaría conocer al muchacho y que charlemos. —Violet confió en la señora y le prometió volver.

—¿Pasará las fiestas sola? —le preguntó Violet interesada.

—Oh no, la pasaré en casa de mi hija. —la mujer le entregó el pequeño ramo de flores.

—Pues que tenga una linda noche. Prometo venir y contarle, esta noche es muy especial.

—Lo mismo digo. Que tengas una muy feliz navidad, querida. —la mujer la felicitó.

—Feliz navidad. —Violet saludó y salió del local con el ramito en una pequeña bolsa.

Continuó pensando el regalo para Collin, era demasiado complicado regalarle algo a una persona que podía comprar absolutamente todo.

Y Collin pensaba en lo mismo, con la diferencia que había miles de cosas que él podía regalarle a ella. Leila le haría dibujos y Brandon dijo que le regalaría a Violet su piedra más preciada de su colección. Pero Collin no sabía que regalarle. Sintió que nada era suficiente para ella, Violet merecía más que un simple regalo material, o al menos eso sentía Collin respecto a ella.

Hasta que ambos llegaron a una misma conclusión, era algo que a ambos le faltaba y que no sabían cómo reaccionaría el otro al respecto.

 

La tarde llegó y Violet comenzó a prepararse a eso de las 4pm. Buscó en su armario su mejor prenda de ropa. Intentó quedar lo más natural posible. Su vestimenta consistía en un vestido que sólo usaba en ocasiones especiales que pertenecía a su madre. Era color verde esmeralda y combinaba con sus ojos, era sencillo pero elegante. No sabía cómo la familia Odford pasaba las fiestas, pero quería lucir lo más presentable posible para Collin. Se puso sus sandalias negras y se miró en el pequeño espejo del departamento. Estaba presente, solo eso podía decir.

Escucho el timbre sonar y respondió por el teléfono de las porterías. Era Collin, muy puntual parado en la puerta de su edificio. Violet tomó sus cosas y bajó las escaleras rápidamente.

Collin llevaba puesto un traje azul marino con una camisa blanca y la corbata haciendo juego. Se veía tan apuesto, que ella sintió que no pertenecería allí.

—Te ves muy bien, Violet. —la elogió Collin mirándola de arriba a abajo.

 

—Compré algunas cosas para la mesa. —comentó.

—No debiste, Vio. —le puso un cariñoso apodo.

—Quise hacerlo. No sentía que estuviese bien llegar a tu casa con las manos vacías, y no domino del todo bien la cocina. —Collin le sonrió y le tomó la bolsa para comenzar a caminar hasta el auto. —¿Cómo está Leila? —preguntó con cierta preocupación.

—Se encuentra muy buen, se la pasó todo este tiempo haciéndote dibujos. —Violet sonrió. —no sé cómo lograste que te quieran tanto en menos de nada.

—Tus hijos me encantaron al instante. Son niños muy buenos.

—Lo sé, estoy orgulloso de ellos, más allá de mis errores ellos salieron muy bien.

—Eres un padre genial, Collin. Jamás dudes de ello. —Collin sonrió. —¿Hablaras con ellos por lo de Selene?

—Aún no, pero algún día lo haré.

—Tienes mi apoyo, Coll, para lo que decidas. —Collin tomó su mano mientras conducía hacia la mansión Odford.

—¿Vendrá tú familia? —preguntó Violet a Collin.

—Mis padres, mis hermanos y sus familias. —informó.

Violet se asustó al instante, sí que habría gente, y no gente normal, personas de la alta sociedad. ¿Qué tal si no les agradaba?

—¿Y si no les agrado? Somos muy distintos, Collin.

—Ellos no son como yo, Violet. Te amarán, a ti y a tu temperamento impertinente. —le informó con un poco de gracia.

Al entrar a la gran mansión los pequeños Odford corrieron a abrazar a Violet quien dejaba sobre la mesa de dulces lo que había comprado en la panadería esa mañana. Decidió dejar el muérdago en su pequeño bolso y le preguntó a Collin si podía dejarlo en su cuarto, éste asintió y Violet subió las escaleras para hacerlo.



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En el texto hay: navidad, amor, millonario y pobre

Editado: 29.01.2019

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