Violet salió del gran lugar caminando sin voltear a ver el auto de Collin, quien estacionó el auto en su casa rezando porque Violet sea rápida.
Ninguno de los dos percató que la tormenta estaría tan cerca. El frío se apoderaba del cuerpo de la muchacha apenas dejándola avanzar por el fuerte viento.
Collin escuchaba los árboles moverse y el viento rebotar en las ventanas de su mansión.
—¡Papá, la casa parece caer! —gritó Brandon saltando alrededor de su padre.
—No seas gallina, Brandon, solo es viento. —respondió su hermana.
—No comiencen a pelear. —Collin los regañó preocupado por la chica que minutos antes se había ofrecido amablemente a ayudarlo con los niños, la cual rechazó.
Un fuerte relámpago seguido de un trueno inició una gran lluvia. Dándole a entender a Collin que debía salir en busca de esa muchacha.
—¡Nadid! ¿Te importaría vigilar a los niños en lo que yo resuelvo unos asuntos? —le pregunto Collin a su ama de llaves. Cogió las llaves de su auto y sin recibir respuesta corrió hacia él subiendo rápidamente.
Comenzó a conducir, tan rápido que cualquiera creería que chocaría en cualquier momento. En su interior deseaba que Violet se encontrara a bien. La tormenta no dejaba ver demasiado y tampoco recordaba la vestimenta de la chica.
Violet se encontraba caminando sujetando su ropa del frío y tratando de cubrirse en vano. Estaba asustada. De la nada la noche había caído y lo que creía que solo sería lluvia pudo ver como esas gotas de agua se convertían en nieve pura.
Creería que ese era su fin y moriría en medio de la carretera. Comenzó a llorar. Ningún alma pasaba por ahí. Lo cual le hacía recordar débilmente a la historia que solía contarle su madre cuando era pequeña, "La dama de blanco.". Sólo que ella vestía algo más colorido. Extrañaba a sus padres, siempre que la navidad se acercaba pensaba en que hubiese sido de la familia si no estuviera ella sola.
Collin manejaba lo más rápido que podía. No le daban los brazos para girar el volante, hasta que vio una figura humana de contextura pequeña y decidió acercarse más para verificar que era Violet. La chica trataba de cubrirse con sus finos brazos, cosa que era en vano, ya que con su tamaño saldría volando en cualquier momento.
Collin aparco a su lado haciéndola detener y girarse donde el auto. Este abrió la puerta para seguido tomar a Violet del brazo, haciéndola sobresaltar.
—Sube al auto Violet. —ordenó. Y Violet sin rechistar prefirió subir a la parte trasera del auto antes que morir de una hipotermia. —Bien, eso fue fácil.
—Solo enciende la calefacción. —Collin aumento la temperatura y le ofreció su chaqueta para colocársela en cima, para luego ver como la chica se recostaba en el asiento.
—Tú sí que estás loca. ¿Cómo se te ocurre haber seguido caminando en vez de regresar? ¿Qué intentabas demostrar? —la interrogó.
—Que no soy una inútil. Que puedo hacer las cosas sola. —A Collin se le encogió algo dentro de sí al ver a Violet llorar y tiritar de frío.
—¿A mi o a ti?
—A ambos. —Collin decidió evadir el tema por el momento.
—Lo hablaremos cuando lleguemos, preocúpate por calentarte.
Claramente Violet no había caminado mucho y rápidamente Collin presionó el botón que abre las grandes puertas enrejadas de su fabulosa casa. Tocó bocina a los de seguridad indicando que era el quien había abierto las puertas.
Collin estacionó su auto dentro de un garaje con techo al lado de muchos otros autos de alta gama. Bajó de este y abrió la puerta para ayudar a bajar a Violet. Esta solo pudo sostenerse de su brazo para dar pasos lentos dado a las piernas que aún tenía congeladas.
—Por aquí. —Collin la guió hacia el interior de la mansión cruzando el pasillo que dividía la sala de autos de todo el resto de la casa.
—¡Papá! —Leila gritó bajando las escaleras. —Brandon no... Oh, hola. —saludó la pequeña al darse cuenta de que tenían visitas. —Soy Leila Merie Odford. —Violet la miró y sonrió.
—Soy Violet Shriver, pequeña. Un gusto. —Violet sonrió dulcemente al ver a la niña con el mismo cabello que su padre.
—Leila, espera arriba. Tengo cosas que resolver. —esta asintió y se fue por donde vino.—Le diré a Nadid que te prepare un cuarto y que te prepare un baño de burbujas para calentarte. ¿Crees que puedes mantenerte de pie por solo dos minutos? —Sin esperar respuesta, Collin la sentó en el sofá. —¡Nadid!
Una mujer mayor salió de la cocina mirando fijamente a Collin.
—¿Podrías preparar uno de los cuartos de huéspedes y un baño de burbujas de relajación para la señorita? —Collin preguntó amablemente.
—En seguida, Collin.
—Gracias.
Volvieron a escuchar el ruido de las escaleras y vieron a un niño escondido entre los barrotes de esta mirando la escena junto con su hermana.
Violet les sonrió.
—Leila, Brandon. —los llamó Collin. Los niños bajaron la escalera rápidamente.
—Mira, Leila. — susurró su hermano. —es la chica de Chrispi Chicken. —Violet bajó la mirada sin reconocer a los niños, pues en su vida los había visto y no tenía idea de cómo ellos la conocían.
—Brandon, compórtate. —el niño guardó silencio y miró a su padre. —Violet se quedará con nosotros esta noche y ahora si nos disculpan, tiene que descansar
Los niños desaparecieron escalera arriba mientras Collin la miraba fijamente.
—Te enseñaré el camino. —se ofreció.
Subieron las escaleras por el lado izquierdo. Cruzaron el largo pasillo que los dirigía hacia el cuarto y entraron a una gran habitación que jamás se parecería a la suya. Miró todo a su al rededor intentando encontrar a algún error en el lugar, pero no lo hizo.
Collin no podía quitarle los ojos de encima, no creía que Violet rompiese o robe algo. Es que ella tenía una belleza tan extraña, jamás había visto a una muchacha tan preciosa y a la vez tan… tan… exótica, rebelde, hermosa.
—Bien, aquí dormirás, el baño está aquí. —Collin abrió la puerta de su derecha dejando ver un precioso y gran baño con una ducha llena de burbujas, donde minutos antes habían estado preparándole un baño. —puedes instalarte, pero primero date ese baño para matar el frío.