Mientras tanto, Collin se encontraba en su despacho investigando sobre esta chica, descubrió que había estado detenida por robar de una tienda un sándwich hace unos 6 años. No tiene novio, sus padres murieron y está completamente sola.
Los niños abajo se encontraban mirando el gran árbol de Navidad creyendo que le faltaba algo. Collin entró en la sala y los miró sonriendo.
—¿Qué le ocurre al árbol, Lei? —Collin le preguntó a su hija.
—No lo sé, papá
—Yo creo que le falta… —se arrodilló a la altura de la niña. —un precioso dibujo.
—¿No crees que ya estoy grande para hacerle dibujos a Santa?
—Oye, nunca se está grande para hacer dibujos... —Collin tomó a su hija y la alzó en el aire haciéndola reír. — ...y mucho menos para hacerle dibujos a tu lindo padre.
—¡Papá! —Leila reía.
Violet terminó su baño y decidió salir por algo de ropa dándose cuenta de que no planeaba quedarse en una mansión. No iba a ponerse ropa húmeda y tampoco tenía su móvil para llamar a Collin y no tener que buscar las escaleras caminando desnuda por la casa.
Se asomó a la puerta esperando que Collin pasará por allí y así preguntarle qué hacer.
Vio a su ama de llaves, Nadid, pasar por la puerta y corrió a asomarse.
—Pss —le chilló. —Pss, Nadid. —la mujer de unos 50 años se dio la vuelta y me miró. —¿Sabes de donde puedo sacar ropa? La mía está completamente empapada. —susurré
—Oh sí, venga por aquí, señorita… —Violet la interrumpió
—Puedes llamarme Violet, Nadid. No soy de la realeza. —Nadid sonrió.
—Violet. Bien, veamos que encontramos en el viejo armario de la Señora Odford.
La mujer entró al cuarto de Collin, el cual la muchacha esperaba que luego de esto no se moleste…
Luego de un rato ya estaba vestida intentando lucir con la ropa algo extravagante con la que contaba la ex señora Odford.
Miró hacia todos lados en el armario de la mujer intentando encontrar algo menos ajustado y menos costoso... Más normal.
—No te parece... ¿Demasiado? No lo sé, lo siento extraño, no es algo que yo usaría. Si me entiendes. —Violet se miró en el espejo nuevamente.
—Lo siento, Violet, pero es lo que la señora Odford usaba.
—Pues tenía un muy mal gusto. —rieron.
—¿Quién tenía un mal gusto? —fueron interrumpidas por la grave y profunda vos del señor Odford.
—Nosotras... Nosotras —Violet interrumpió a la pobre Nadid, quien intentaba salvarse de ser despedida.
—Yo... Lo siento, me metí aquí por error y creí que podía tomar ropa de tu ex mujer, lo siento, debí haber preguntado antes. No es culpa de Nadid, sino mía.
—Bien, será mejor que no te quedes arriba. Solo por las dudas. —respondió falsamente, Collin.
Violet sintió algo dentro de ella romperse. Collin seguía pensando que su invitada era una ladrona, y no era así, Collin no tenía idea lo que era intentar sobrevivir sola habiendo sido abandonada de tan pequeña, sin tener muchos estudios con los cuales poder tener un mejor trabajo, o un trabajo al menos.
—Tienes razón, lo siento. No volverá a pasar. —Nadid le sonrió y Violet creyó que era para agradecerle.
Bajaron las escaleras y Violet se sentó callada en el sofá.
—Violet. —la pequeña Leila se acercó a Violet sin tenerle miedo. —¿quién era el hombre que te molestó el otro día? —preguntó inocentemente.
Violet tomó a la niña sentándola en sus piernas con un suspiro.
—Sólo una persona mala, preciosa.
—¿Estas bien? —Violet asintió, sintiendo como sus ojos se aguaban. —iré al baño, ¿me muestras dónde está? —Leila la guió a un baño de la planta baja.
Collin miraba la escena por las cámaras de seguridad de su computadora.
Aquella chica no le parecía mala persona, solo era un poco rebelde. Nada que no se pudiese arreglar.
La hora de la cena llegó y Collin se sentó en la mesa a comer. La señora Nadie había puesto un plato para Violet en la mesa y se retiró a comer en su puesto en la cocina. Violet no se sentía cómoda en ese ambiente. Le parecía todo tan ostentoso como para ser una simple cena que cogió su plato y se dirigió a la cocina sentándose con la mujer mayor, la cual le sonrió, y pudieron comer las dos en paz.
En el comedor, Collin miró la situación y luego miró a sus hijos quienes miraban a la cocina fijamente. El señor Odford dejó su tenedor junto a un gran suspiro frustrado pasado las manos por su cabello. Todo se le estaba yendo de las manos y quería que las cosas volviesen a la normalidad, pero eso no pasaría, porque luego de esta chica nada volvería a ser normal.
—¿Terminaron de comer? —preguntó Collin a sus hijos quienes ya tenían el plato vacío. —vayan a prepararse para dormir.
Se paró de su asiento y caminó a la cocina, donde Violet y su ama de llaves reían mientras lavaban.
—Nadid, ¿podrías buscarme una pastilla para el dolor de cabeza? —Preguntó amablemente. Nadid aceptó y se quedó sólo en la cocina junto a Violet.
—¿Te duele la cabeza? —preguntó la joven preocupada. Collin asintió.
—¿Por qué no vas a la cama, te recuestas y te llevó un té con la pastilla? —Collin la miró seriamente. —No voy a envenenarlo señor Odford. Puede estar tranquilo. —Collin se acercó a ella e involuntariamente pegó los labios a su mejilla dejando un húmedo beso.
—Te esperaré arriba. No me decepciones.
Violet preparó un té y puso todo en una bandeja con la pastilla a un lado y buscó la habitación de Collin en la segunda planta. Tocó la puerta y tras escuchar el "pase" entró a la habitación hallando a un Collin solamente en pantalón mirando televisión sobre la cama.
—Gracias, no debiste. —Collin no despegó la vista del televisor en ningún momento.
—Espero que te guste, y descansa. Te vendría bien.
Pero ninguno de los dos esa noche podía dormir.
Violet se levantó de la cama y cubierta con una manta, ya que solo llevaba ropa interior. Bajó las escaleras y se sentó en el sofá mirando las luces de navidad que el árbol proyectaba. Se mantuvo allí cubriéndose del frío. Una mano en el respaldo sostenía su cabeza y la otra reposaba sobre su pierna derecha.