Estando sentada en el balcón del departamento de mi abuelo observé el cielo estrellado, mirando tal panorama de forma borrosa y apenas visible a causa de las lágrimas que se acumularon en mis ojos. Sentí demasiada nostalgia mientras el dolor acrecentaba en mi pecho. Las lágrimas se deslizaron por mi mejilla y pronto pude divisar mejor el cielo.
Dirigí mi mirada a la luna y sonreí levemente.
< Te necesito >. Pensé. < Solo tú me entiendes, solo tú me consuelas >.
En ese preciso momento mi mundo se estaba viniendo a abajo y lo único que tenía por hacer, y lo único que podía hacer, fue mirar la luna. Mi única compañera, el único lazo que podía unirme a él fuera de los sentimientos.
Sus palabras hicieron eco en mi mente.
< — Si en algún punto de tus días..... te sientes deprimida y me necesitas pero recuerdas que estoy "del otro lado del mundo"... Entonces espera a que anochezca, mira hacia el cielo desde tu balcón y observa. Si está la luna, mírala fijamente.
— ¿Y entonces?...
— Y entonces recuerda que a fin de cuentas no estamos tan lejos del otro ya que vemos la misma luna. > .
Si él estuviese aquí..... si él estuviese a mi lado. Entonces todo sería diferente.
Sus brazos serían capaces de consolarme, me deleitaría con su voz y sus silencios cálidos y cómodos. Me ocultaría del mundo en sus brazos, hablaríamos sobre la vida y entonces lloraría sin miedo en su hombro mientras él me dice lo hermosa y lo valiosa que soy como para llorar por algo que pronto desaparecería.
— Si estuvieses aquí... todo sería luz. Pero ahora, todo es oscuridad. — una nube cargada de agua cubrió la luna al igual que, poco a poco, más nubes grises ocultaban las estrellas. Y entonces, ya no había nada.
No podría salir a flote más.
Ya no tenía de dónde sostenerme ni de dónde apoyarme.
Ya no había una salida.
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Editado: 17.05.2022