Un Mismo Latido.

VIAJE

Tomo el teléfono para llamarle a mi prima Yamileth. Ella mira la pantalla buscando quien le ha llamado, encuentra mi nombre y toma la llamada.

- ¡Hola flaco! ¿Cómo estás? – solamente sonrío al escuchar lo que me dice, siempre me ha llamado así desde que éramos pequeños.

- ¡Hola...gorda – le respondo, de la misma manera yo le he dicho así, aunque ella no lo esté, le hace rabiar que le diga así, pero se ha acostumbrado y le ha dejado de afectar.

- Ya no me molesta que me llames así, jaja. – mientras se ríe del otro lado.

- Lo sé, de tanto que te lo he dicho te la has creído – le respondo y me sonrío.

- Por si no lo sabes, existen los espejos, a diario me miro y no estoy como dices.

- Claro – digo en tono sarcástico.

De pronto hay un silencio, ella cambia de pronto la conversación, necesita saber cómo me siento y no tarda en preguntar.

- ¿Cómo estás? Dime la verdad – está preocupada, ha estado aconsejándome diciendo que es lo que debo hacer desde que Yet me dejó, ni siquiera ella sabe a donde ha ido, incluso fue a la primera persona a quien le pregunté si no sabía nada nada de ella.

- Bien – trago saliva, y me quedo mudo por un rato para disimular que no me pasa nada, que estoy bien, que ahora no me afecta, pero sigue siendo todo lo contrario.

- ¿Estás seguro? – desconfía un momento, pero al final termina por creerme, no del todo, pero está tranquila con mi repuesta – está bien, te creo.

- Si, tranquila, ¿adivina a donde me dirijo?

- Mmm…. ¿a Oaxaca? – lo dice emocionada, cree que iré al lugar de nuestras raíces.

- Me gustaría decirte que si, pero te has equivocado, voy para el puerto de Veracruz, me daré una vuelta para conocer y te llevaré algún recuerdo que encuentre por esos rumbos.

- En serio, oye, yo quisiera estar en tu lugar, mi madre no me deja salir a otra parte que no sea Oaxaca, ni con mis amigas, me siento una prisionera – lo dice en tono disgustada.

- Tranquila…llegará el momento, tus padres te cuidan y eso debes entenderlo bien, aun sigues siendo su pequeña princesa, igual que para mi, hermanita.

- ¡Muchas gracias gordo! aun puedo entender porque son así – dice.

- Pero lo harás. Bueno, cambiando de tema ¿y Fernando? – es mi primo menor, siempre dice que quiere ser como yo, tanto que imita lo que yo hago.

- Se fue a casa de mamá Tita. – me responde.

- Esta bien, le llamo otro día para preguntarle cómo va en la escuela.

- claro, me parece bien, en cuanto regrese le digo que querías hablar con él.

- Esta bien, gorda, llamo otro día – cuelgo el teléfono y me acomodo un poco mas a la derecha del asiento, justo al lado de la ventana para mirar a través del cristal.

Veo los paisajes, pueblos, personas que se están en el camino, necesito despejar mi mente porque aun me sigue atormentando el recuerdo de Yet, es un recuerdo que no puedo sacar de mi mente, siempre se apodera de mi, hago un intento por evitarlo, no quiero pensar en nada más así que mejor giro la cabeza de nuevo y pongo atención a la película que está por comenzar, apenas miro el inicio y me pregunto ¿Por qué el destino es así? ¿Acaso quiere ver que tanto puedo soportar estar sin ella? No puedo ver la película así que quito la vista de la pantalla, es la película que veíamos casi siempre, a ella le gustaba mucho y a mí comenzaba a gustarme, ambos nos sentíamos identificados…Si esa sensación de estar a Tres Metros Sobre el Cielo, así como el título que lleva la película. No me queda más que hacer el esfuerzo de cerrar los ojos e ignorar todo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.