Para todas aquellas jóvenes que alguna vez entregaron su corazón a un amor imposible, a ese chico que quizá jamás supo de su existencia. Que ese amor no haya sido en vano, ni sus sentimientos se desvanezcan en la sombra de la indiferencia.
Que, como Kerent, encuentren un día a quien las mire con la misma intensidad con la que ustedes han mirado, a quien las ame con la misma entrega con la que ustedes han amado. Porque, aunque a veces nos enamoramos de quienes no están destinados para nosotros, Dios siempre tiene un plan más grande: el encuentro con la persona que verdaderamente sabrá correspondernos.
El amor auténtico no debería ser un susurro perdido, sino un eco que regresa con la misma fuerza con la que fue pronunciado.