Me alegra que las vacaciones hayan terminado. Al fin podré ver de nuevo a mis queridos amigos y, sobre todo, a Adrián. Mientras cruzo las imponentes puertas de la Academia Marifor, una oleada de nostalgia me invade al recordar mi primer día aquí, hace un año. Todo parecía tan nuevo y desconocido entonces, pero ahora este lugar es como un segundo hogar.
De repente, siento unas manos firmes rodear mi cintura. Un escalofrío recorre mi cuerpo antes de girarme para descubrir a Cedríc, quien sonríe con esa expresión tan característica suya.
—Te extrañé demasiado, mi linda Kery —dice con voz cálida, dejando un beso suave en mi cuello.
El asombro me paraliza por un momento, pero antes de que pueda responder, Cedríc me mira fijamente con sus ojos profundos y me susurra, casi con desesperación:
—Bendíceme otra vez, te lo suplico.
No sé qué decir. Sus palabras siempre me han dejado con más preguntas que respuestas, y este momento no es la excepción. Sin embargo, él no espera. Se inclina, y yo, casi por instinto, beso su frente.
—Que Dios te bendiga—le digo con suavidad.
Tan pronto como termino, su cuerpo parece relajarse, como si una pesada carga hubiera desaparecido. Cedríc me agradece con una sonrisa sincera, pero antes de que pueda preguntarle más, noto que Lucas, Ariana y Lisa se acercan rápidamente.
Lucas es el primero en llegar, revuelve mi cabello con cariño y dice:
—Ahora sí estamos todos juntos.
Ariana se lanza directamente a mis brazos, su alegría es palpable. La abrazo con fuerza y le susurro:
—Te extrañé mucho, mi linda Ari.
Lisa no tarda en unirse, corriendo hacia mí y envolviéndome en un abrazo igual de cálido.
—Te extrañé tanto —dice con entusiasmo.
—Yo también los extrañé muchísimo —respondo, acariciando su espalda con afecto.
Tras unos momentos de risas y abrazos, nos calmamos y seguimos nuestro camino hacia el Gran Salón, donde se llevará a cabo la bienvenida para los alumnos de segundo año. Ariana y Lisa no se despegan de mí en todo el trayecto, caminando a mi lado con alegría renovada.
Al llegar, tomamos asiento, y yo me acomodo junto a Cedríc. Mi mirada se pierde por un momento en el salón, buscando con ansias un rostro en particular: Adrián. La expectativa de verlo nuevamente acelera mi corazón. Mientras esperamos que el director comience su discurso, no puedo evitar sentir que este año traerá consigo más de lo que imaginamos.
El murmullo en el Gran Salón comenzó a disiparse cuando el director subió al estrado. Su presencia imponente, con su túnica blanca decorada con bordados dorados, exigía respeto. Alzó una mano y el silencio fue inmediato.
—Bienvenidos, estudiantes de segundo año —comenzó, su voz profunda resonando en el amplio salón—. Este es el momento en que comienzan a forjarse como verdaderos magos. Recuerden que sus decisiones, tanto dentro como fuera de esta academia, tendrán un impacto duradero en el mundo que los rodea.
Mientras escuchaba las palabras del director, no podía evitar que mis pensamientos vagaran hacia Adrián. Mi mirada recorría la sala, buscando entre los rostros a aquel que había ocupado mis sueños durante todo el verano. Finalmente, lo encontré. Estaba sentado al otro lado del salón, hablando con un grupo de estudiantes de nuestro mismo año. Su porte era tan impecable como siempre, y su sonrisa desarmante me hizo olvidar, por un momento, dónde estaba.
Cedríc, sentado a mi lado, notó mi distracción.
—¿Sigues pensando en él? —susurró en un tono que mezclaba curiosidad y algo que no pude identificar del todo.
Me giré hacia él, sorprendida, pero antes de que pudiera responder, Lucas interrumpió.
—¿En serio,Kerent? ¿Otra vez con ese príncipe? —bromeó, haciendo que Ariana y Lisa soltaran unas risitas.
—¡Ya basta! —dije, tratando de sonar firme, aunque sabía que el rubor en mis mejillas me delataba.
El director continuó hablando sobre los nuevos desafíos que enfrentaríamos este año,
El director continuó hablando sobre los nuevos desafíos que enfrentaríamos este año, animándonos a no rendirnos, aunque la adversidad pareciera tan grande como una montaña. Nos pidió confiar tanto en nuestras capacidades como en el apoyo de los demás. Al finalizar la ceremonia, nos sorprendió al decir que tendríamos el resto del día libre.
Salimos del salón, y mi mirada se quedó fija en Adrián hasta que lo perdí de vista. Desde que entré, sentí una mirada persistente sobre mí, pero no lograba identificar de quién era. Decidí ignorarlo y concentrarme en el resto del día.
Más tarde, nos dirigimos al comedor para disfrutar de algo dulce. Yo pedí un pastel de chocolate y un jugo de naranja, mientras que Cedríc solo pidió un sándwich. Los demás eligieron cosas similares. Encontramos un rincón tranquilo, alejado de las demás personas, y empezamos a comer.
Noté que Cedríc me miraba fijamente, y supuse que quería un poco de mi pastel. Le ofrecí un trozo, y él, con una sonrisa divertida, abrió la boca para que se lo diera. Al hacerlo, me dijo:
—No soy fan de las cosas dulces, pero si eres tú quien me da de comer, me encantarán todos los postres del mundo.