El amanecer iluminaba tenuemente el patio de entrenamiento cuando Kael, nuestro instructor, se paró frente a nosotros. Su armadura negra brillaba con un resplandor ominoso bajo la luz del sol. Su mirada era un juicio frío, evaluando a cada uno de nosotros como si pudiera ver quién viviría y quién no. Pero mi grupo no necesitaba demostrar nada. Cedríc, Lisa, Ariana, Lucas y yo éramos los mejores. Éramos el núcleo más fuerte de toda la academia, y lo sabíamos.
Kael señaló hacia el campo de entrenamiento, lleno de obstáculos intimidantes: paredes de madera con púas, fosos llenos de agua oscura y plataformas inestables rodeadas de trampas mágicas.
―Escuchen bien. Esto no es un juego. No importa lo poderosos que crean ser, los demonios siempre serán una amenaza. Este circuito pondrá a prueba todo lo que saben. ¿Quién de ustedes tiene el valor de ser el primero?
Sin dudarlo, di un paso al frente.
―Mi grupo comenzará.
Kael alzó una ceja, como si estuviera midiendo mi confianza. Cedríc, Lisa, Ariana y Lucas avanzaron conmigo, formando una línea a mi lado. Nuestra sola presencia era suficiente para acallar los murmullos de los demás estudiantes.
―Bien ―gruñó Kael, cruzándose de brazos―. Demuestren por qué se creen tan especiales.
Con un gesto de su mano, el circuito cobró vida. Proyectiles mágicos comenzaron a volar desde las torres, las trampas se activaron, y una serie de estudiantes de nivel avanzado aparecieron como enemigos simulados, listos para enfrentarnos.
― ¡Comiencen!
El momento en que Kael dio la orden, Cedríc desenvainó su espada, que brillaba con una energía eléctrica deslumbrante. Con un solo movimiento, cortó un proyectil de fuego que venía hacia nosotros, desintegrándolo en el aire.
―Yo me encargo de los ataques frontales. Sigan adelante ―ordenó, con una voz que no admitía discusión.
Lisa, con su arco cargado de energía mágica, disparó flechas hacia los enemigos en las torres. Cada disparo era preciso, derribándolos uno tras otro antes de que pudieran lanzar más ataques.
―Eliminados. Sigan moviéndose ―dijo con calma, como si esto fuera un juego para ella.
Ariana levantó sus manos y las cadenas mágicas que controlaba se dispararon hacia adelante, arrancando obstáculos del camino como si fueran de papel. Lucas, por su parte, invocó una barrera de viento que nos cubría de cualquier proyectil que pudiera escaparse de las defensas de Cedríc o Lisa.
Cuando llegamos al foso lleno de agua, vi que algo se movía bajo la superficie. Pero antes de que pudiera advertirles, Ariana extendió una cadena que atravesó el agua como un rayo, arrastrando una criatura oscura hacia la superficie. Era un demonio simulado, pero su apariencia era lo suficientemente grotesca como para helar la sangre de cualquiera.
―Eso es todo lo que tienen ―murmuró Ariana, con una sonrisa desafiante antes de destrozar al enemigo con un movimiento de su cadena.
Saltamos las plataformas sin esfuerzo. Cedríc y yo lideramos el avance mientras Lisa seguía cubriéndonos con su arco. Lucas conjuró una ráfaga de viento que nos impulsó hasta el último tramo, donde un grupo de enemigos simulados nos esperaba.
―Déjalos a mí ―dije, adelantándome.
Extendí mis manos y sentí el poder recorrer mi cuerpo. Un hechizo de destrucción masiva tomó forma en mis manos, lanzando una onda de energía que barrió con todos los enemigos en un instante. Cuando el polvo se asentó, el circuito estaba vacío. Habíamos ganado.
Kael nos esperaba al final, con una expresión inescrutable. Caminó lentamente hacia nosotros, sus botas resonando en el suelo de piedra.
―Impresionante. No pensé que vería algo así hoy. Pero no se confíen ―dijo, con un destello de reconocimiento en su mirada―. Su fuerza es innegable, pero la batalla contra los demonios será aún más brutal que esto.
Cedríc alzó la barbilla, su mirada firme.
―Estamos listos para cualquier cosa.
Kael soltó una risa seca.
―Eso lo veremos. Mañana aumentaremos la dificultad. Para ustedes, no habrá descanso.
Mientras regresábamos al punto de partida, los demás estudiantes nos miraban con asombro, algunos incluso con temor. Éramos los más fuertes de la academia, y lo habíamos demostrado. Pero dentro de mí, sabía que esto era solo el principio. La verdadera batalla estaba por comenzar, y nuestra fuerza sería puesta a prueba como nunca antes.
…
El director Direnty nos convocó una vez más a su oficina, reuniendo a todos los que estábamos dispuestos a combatir a los demonios.
—Prepárense, porque deberán partir al palacio imperial de Sareldy. El emperador tiene unas palabras alentadoras para ustedes —anunció con solemnidad.
Sin perder tiempo, nos organizamos para emprender el viaje al palacio antes de que llegara el día de la batalla.
Y finalmente, el momento llegó. El emperador de Sareldy, padre de Adrián, nos esperaba en el imponente salón del trono. Según los rumores, sus palabras no solo serían un estímulo antes del enfrentamiento, sino que también podrían definir el destino del imperio y nuestra participación en su defensa.