Un momento para brillar.

Capítulo 4: Cosas del pasado

El día había comenzado con la ausencia de su madre, Kley pretendió no perder tanto el tiempo en vestir bien y sólo tomó una muda cualquiera y se en camino hacia su parada. Allá en el sitio no pasaba de mirar los autos cruzar  y esuchar aquéllos murmullos de los chicos que con cada segundo eran más tediosos, los minutos volaban y parecía que otra vez llegaría el autobús retrasado. 

Casi al final de la espera un viejo chaflas con una bolsa cargada de pan se sentó a la par de Kley, mientras continúaba comiendo aquello que parecía ser los sobros del panadero. Su pinta era la de un loco, con un sombrerillo de torero una blusa amarilla y pantalocillos cortos, su blanca o más bien amarillenta barba se llenaba de migajas, mientras se urgaba su barba miró al joven chico a su par y con una voz ronca balbuceo —. ¿Tienes algo que tomar? —dijo— me apetece algo te vez chico bueno. —dijo con su acento algo extranjero —Sí— respondió Kley amablemente sacando del bolso una soda —. Chico gracias muchas de verdad—acabo por tomárselo todo y palmeo a Kley en la espalda con las manos llenas de pan —. Como gesto bueno ...  Un consejo te dono—musito hipiando— nunca mires ya dos veces lo que has hecho ya, mira sólo lo que viene. — acabo de hablar cuando el autobús llegó ruidoso apagando la conversación de aquél viejo con pinta de loco callejero. 
 


—. Nunca mires ya dos veces lo que has hecho ya, sólo mira lo que viene ¿Pero que sentido tiene eso? —decía Kley para sus adentros mientras montaba al bus, camino por el pasillo y aprovecho un primer asiento libre. Dichoso era de conseguir uno o eso pensaba hasta que el gordo profesor de ética se sentó con su gran calva, quedando estrujado —. Pero que... Que no se da cuenta que hará de mi pasta —quejó para sus adentros. El ambiente era el mismo de siempre calles urbanas y un gran campo acompañado del bullisio del autobus, sólo que ahora no era Josefth quién iba ahi si no una mole gigante.

Después de viajar cómo un espagueti humano lograría tener un respiro al llegar al colegio, la fila ya se estaba formándo cuándo el autobús esperaba su turno. Se colo entre los de primer ingreso que eran tan torpes y inexpertos como él mismo en cosas del amor, a través de una de las ventanas observó a Belinda qué desde lejos esperaba por él, al bajar del autobus la chica con elegancia al andar saltó sobre él —. ¡Kley! —dijo exclamando, su voz apenas se escucho por aquél bullisio que generaban los demás—. ¿Y Josefth? —preguntó una vez que noto la ausencia—. Él está con sus padres, se dirigían a Tunderwell —explicó mientras caminan abrazados— irá al aniversario luctuoso de su abuela —dijo Kley mientras Belinda a sentía con su cabeza.

Luego de pasar las primeras horas del día juntos debieron separarse por las campanas que ya marcaban inicio de lecciones, por la mañana ninguno de sus amigos parecía asomarse ya que ninguno había asistido. La clase más cercana fue la de literatura, era casi la clase favorita de Kley por lo general analisar poemas o leer cuentos eran cómo jugar piedra, papel o tigera, más los demás alumnos tardaban varios minutos en lograr responder el formulario a cerca de los poemas o cuentos, entre aquéllas obras estaban "El cuervo" de Edgar Allan poe el padre del terror o Witman y su obra "Venido de paumanok". La clase fácilmente  se convertiría en corta, y pasando entre tantas hojas y chicos decir una y otra vez no entender la materia, terminaría siendo hora de almuerzo.

El sonido chirriante de las campanillas inundaron las aulas ruidosas y los chicos alistaron su mochila para marcharse de la clase. Al salir Kley se despidió cordialmente de su profesora, sin discrepar tomaría rumbo a los lavabos más cercanos para refrescar su rostro, los pasillos se habían inundado de jóvenes y encontrar a Belinda ya era imposible para él, ya los lavabos se refrescaria y mientras terminaba de cerrar el tubo alguien por atrás le llamó —. Hola —escucho la voz tímida y rígida de una chica —¿Cómo estás? —preguntó, al mirar quién era se percató de Scarlett que extraña mente le hablaba —. Bien y ¿vos? —respondió con una sonrisa —. Estoy bien —dijo vaciando su mirada al suelo — quería hablar contigo —preguntó pateando el suelo —si— contestó Kley amablemente —Acá no ven sígueme —dijo Scarlett tomandolo por el brazo y guiandolo hasta la biblioteca.

—. Te tengo que pedir disculpas —dijo delicadamente— fui una mala persona contigo, no debí comportarme tan fría —decía mientras Kley le interrumpió—. Oye no, no pasa nada tranquila —dijo con serenidad y sin mostrar algún rencor— todos tenemos malos días ¿no? —guiño su ojo, Scarlett se vio aún más apenada y sonrojo ante tanta amabilidad —. Casi no hablo con nadie, sólo mis compañeros de clase que piden cosas —decía— nunca antes alguien parecía preocuparse por mí o querer hablarme, pero conocí a Josefth y vos también —dijo mirando los grandes estantes de los libros —ustedes han sido muy buenos conmigo y pues gracias —dijo, Kley la miro con amabilidad y musito —. Yo pues fue un gusto conocerte —dijo pensando en revelar el secreto de Josefth — sos muy tierna y bonita, Josefth no se equivoco contigo —al decir eso ella hizo cara de asusto y se sonrojo al punto de parecer un tomate — L... lo siento debo irme —dijo mirando el reloj y medio corta — T... Tengo que ir con mi padre, hasta luego — dijo tomando su bolso y saliendo, mientras que Kley apenas le dio tiempo para decir un "Hasta mañana".

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La mañana era algo fuera de lo común para un chico quién vive en soledad diariamente, el despertador acribillo el sueño redondo que se tenía Josefth. Con la cama sin arreglar y el cabello alborotado tomo una mudada que había preparado la noche anterior y se baño, esperó durante 1 hora hasta que el auto de sus padres claxoneo enfrente de su casa.




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