La mañana fue distinta para aquél joven sin escrúpulos y timides ligera, Josefth se levantó de su cama como cualquier otra mañana, tomó la primera ropa que se cruzo enfrente y bajó a ducharse. Sin embargo ahora algo era distinto, la cocina brillaba llena de ollas y olores únicos que se escubillian por su nariz, todo aquéllo le tomo por sorpresa, y con una gran sonrisa su madre le pidió que pasara a desayunar.
Después de ducharse y quedar con el estómago lleno, se despidió cordialmente de su madre, mientras que su padre yacía encerrado en el cuarto, escribiendo para su próximo lanzamiento.
<< ¿Porqué tanto amor? >>decía para sus adentros mientras camina hacia la parada, aquéllas maneras de despertar no las vio desde que su abuela murió. Y ahora con sus padres las tenía en abundancia, más por su madre quién limpio toda la casa durante las primeras horas de la mañana e hizo su desayuno, ella quería ganarse el amor de su hijo al qué perdió por cosas como el trabajo.
Tomó el bus escolar y busco un sitio cómodo, colocó su bolso a la par para guardarle campo a Kley. Quién como siempre subía de último —. ¿Porqué dudas tanto en subir —preguntó Josefth, recibiendo solo como respuesta un "no sé" durante el viaje Josefth le contó a Kley lo que había pasado en aquél viaje y lo de sus padres, pero aún así, él ni se inmutaba en prestar tanta atención —. Ayer me empape con la lluvia —quejó Kley— deje mi sombrilla —dijo, Josefth soltó una carcajada un poco forzada y dijo —. Quién te tiene de inútil — luego volvió a escuchar música mientras que Kley continuaba leyendo.
Al llegar a Clintownhouse, ambos sin ningún apuro esperaron hasta el final de la cola para bajar, se dirigían a la cafetería marchando sin discrepar. Pronto todos los chicos llegaron y la rutina de siempre había empezado, saludamos aquí y allá y vamos a clases. Aún así algo estaba mal con aquéllos dos, y la gota que derramó el vaso sería una simple pregunta.
—. ¿Y Scarlett? —musito Kley cuándo ambos se dirigían a clases de biología —. ¿Y eso? —respondió arrogante Josefth— que extraño que te importe esa "Chica rara y extraña" —dijo haciendo comillas con los dedos—. Pues obviamente que sí, es nuestra amiga ¿no? —dijo Kley confundido, Josefth se apartó de él y dijo —Claro, mi amiga tu... Sólo eres un niñato popular —dijo a lo que Kley se enfado y casi le atina un golpe por responder así, pero logro bajar su estrés —. Si vas a estar haci mejor pierdete — dijo, alejándose de Josefth quién también hizo lo mismo, Kley por su parte se dirigió a la clase de biología mientras Josefth parecía poco importarle el entrar a clases.
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—. Niñato, que se cree él. No eh hecho nada malo, siempre anda de mal humor. —decía Kley para sus adentros, cuándo llego a su aula, sus compañeros salieron de ella, felices y alegres diciendo —. ¡LIBRE! — eso era un milagro más con la profesora tan fanática al trabajo. Ahora que estaban libres podría haber hecho vaciladeras junto a Josefth pero, sólo estaba él, camino hacia un árbol y busco algunas hojas para ponerlas en el sitio dónde se sentaría, se relajó y sacó su novela.
Mientras estaba ahí, la leve brisa refrescaba su lectura y, ahora que lo pensaba se sentía muy bien estar un rato a solas. O era así hasta que alguien rompió con esa paz que obstentaba —. ¿Tú eres Kley? —irrumpió su poderosa voz— sí —respondió Kley medio tímido, sacó su mirada del libro, y vio a un chico vestido con una chaqueta negra y pantalones azules, con sus ojos verdes se acerco a él empoderado —¿Así que tu eres el que está hablando con mi hermana? —Kley arqueo sus cejas confundido y, por unos instantes logró recordar quién era ese tipo, el famoso Alex —. No se... De quién me estás hablando —dijo Kley titubeando un poco, y con su tono de voz bajo —. A claro que si sabes —dijo Alex tomando el libro que sostenía y tirándolo a los lavabos —. Vamos a ver si con ésto recuerdas de quién hablo —lo tomó por el cuello de la camisa y lo levantó, raspandole la espalda con el árbol —. Se llama Scarlett — dijo golpeandolo a secas en el rostro, Kley no estaba conciente de si. Había perdido el sentido cuando lo alzó, lo recobró luego de recibir el primer golpe a lo que reaccionó tomando a Alex por el vientre y empujandolo. Tirándole al suelo, para después volver a la pelea, que ya tenía varios espectadores al rededor, justo Alex estaba por acribillarlo a golpes cuándo dos profesores intervinieron —. ¡Alto! —exclamo uno de ellos— llevenlo a que le curen esas heridas, y vos vendrás conmigo a la dirección —dijo el profesor de física llevándose a Alex, mientras que Kley se fue con el de química, a la enfermería.
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Después de tan arraigada discusión, Josefth tomó rumbo al escondite ruidoso, sentía que había hecho mal, pero también sabía que Kley aveces no comprendía lo que pasaba a su alrededor, aveces sólo le ignoraba. No podría decir que era un mal amigo, juntos vivieron muchas historias, juntos lograron grandes cosas y, hasta gracias a él, habló de nuevo con Scarlett.
Mientras subía por las cercanías de la plaza de deportes, un aglomerado de estudiantes casi lo embiste, corrían hacia el lugar dónde ya habían varios chicos haciendo barra. Naturalmente no sabía lo que sucedía, por lo que sólo ignoró aquéllo, no gastaría energías en correr hacia el lugar, dónde estaban vapuleando a su amigo.
Llegó hasta el escondite ruidoso, abrió sus grandes y rechinantes puertas, y entró, acomodó unas sábanas sobre una pequeña colcha, y tomó un leve descanso. Leve, porqué minutos después alguien hizo chillar las bisagras, Hugo lo sorprendió, y con naturaleza le habló —. Vaya pero mira a quién me encontré —dijo con anhelo— ¿Y eso? Porqué no estás con Kley —razonó, cuándo lo vio ahí a solas, esos dos eran casi hermanos, y por lo general en clases libres podrían tramar alguna estupidez o simplemente leer libros —. Ya vez, no está conmigo —contestó suspirando —. Mira que extraño ¿No habrá pasado algo? —dudo Hugo, quién ya conocía las formas de expresarse de cada uno de ellos, Josefth recorrió con la vista el lugar, miró unas colchas viejas tiradas y, a la mini refri —. La verdad es que sí —respondio mirando la refri— hoy me discutí con él —dijo asentuando indignación, Hugo tomó un refresco del refri y se sentó a su par —. ¿Porqué, ahora que hicieron? —preguntó mientras habría la lata, Josefth le miró y dudo algunos momentos y dijo: —. Si le cuento algo, no me escucha en nada y, cuándo él quiere que lo escuche debo tener el oído atentó. Hoy pasó que, preguntó por Scarlett y pues eso me enojó, ya que si menos le importara escucharme pero no, cómo le va a importar ella, si ni yo le importo, para que finje —Hugo arqueo sus cejas—. Que mal —dijo suspirando, luego comenzó a jugar con la lata dándole vueltas, después tomó la pequeña mesa del lugar y coloco la lata en el centro —. Sabes amigo, debemos aprender a ver el mundo desde la ojos de los demás, no todo el tiempo te miran a ti. Ellos miran y cargan con muchas cosas en sus mentes, por lo que pensar en ser siempre el centro de mesa de los demás, está mal, habrán días en los que tú serás el centro, mientras otros sólo serás la silla de al lado —dijo Hugo rodeando con el brazo a Josefth— No lo serás siempre, ni vivas tanto creyendote el centro. Ahora ponte de pie y vamos a buscar a Kley, para arreglar ésto —dijo, Josefth asintió con su cabeza, y ambos salieron del lugar.