—Noah, eres un monstruo, pero, aunque lo seas, no te tengo miedo; al contrario, me atraes más, porque desde que te conocí amé la forma en la que buscabas sobrevivir ante todo y no perder la cordura. Tu mirada y perfección me atraían, aunque me utilizaste hasta convertirme la víctima de tus chantajes, hasta que desapareciera toda dignidad de mí, realmente todo esto es por ti. Por eso te pido que te quedes junto a mí. No renuncies a esto; mi mundo entero depende de ti, por lo que mi vida cuelga de un hilo. Por favor, no me dejes en este nefasto mundo que creamos juntos.
4 de enero, 1967
Había sido un año duro para esta joven ciudad, pues una gran medida de conflictos y problemas afectaban la calidad de vida de los habitantes. Pero había algo que afectó a todo el pueblo: lo que más temían en la ciudad, pues varios misterios inundaban los periódicos de la ciudad Aethel . Una bestia, un ser causante de desapariciones de varios jóvenes humildes y nobles.
Mientras que, tras el telón, los políticos solo trataban de mantener una buena actitud ante tal desastre, el pueblo, cansado de todo su espectáculo, decidió poner fin a tal problema. Todo había empezado desde hace tres meses, tres meses de dolor para madres que anhelaban el regreso de quienes amaban. El pueblo estaba harto de injusticias y de que sus hijos desaparecieran, pues habían sido en total 14 jóvenes desaparecidos. No sabían si estaban vivos o muertos, pues actualmente no había ni un solo rastro de sus cuerpos.
Tras lo ocurrido, los líderes del pueblo buscaron un modo de calmar a la gente, por lo cual decidieron llevar a cabo una congregación en medio de la plaza principal del pueblo.
—Sé que todos están hartos de esta situación, pero realmente estamos trabajando y tratando de encontrar a sus hijos, pues muy bien saben que no solo han desaparecido jóvenes humildes, sino también jóvenes de grandes familias. Por eso hay que buscarlos siguiendo el protocolo de precedencia.
La gente, al escuchar que a su alcalde solo le importaba la nobleza, se enojó tanto que empezaron a abuchearlo y lanzarle objetos. Pero nadie negaba que era inmenso el dolor de cada familia; el silencio y respeto que había minutos antes desapareció debido al llanto desesperado de quienes suplicaban al cielo que les devolvieran a sus seres amados, pues eran amigos, hijos, hermanos quienes desaparecieron sin dejar rastro. Había historias crueles, como la de una mujer a punto de casarse, pero su prometido había desaparecido un día antes de su boda, o la de una madre que vivía sola con su hijo, pero una tarde, después del trabajo, no volvió a casa. Tenían la esperanza de volver a verlos, pero al mismo tiempo temían encontrarlos; temían verlos pálidos, sin las características que emitían cada uno de ellos antes de desaparecer.
Mientras tanto, un joven de apariencia delgada, con cabello negro contrastando con su traje dando la sensación de misterio, al mirar lo que ocurría se marchó hacia su carruaje, dejando aquel lugar en el cual minutos antes la gente tenía la esperanza de recibir noticias.
—Ya puedes irte, volveré por mi cuenta dijo el joven a su cochero.
—Sí, joven amo —respondió sin ninguna objeción, pues sabía que su amo se molestaría si decía algo más; no era de los que gustaban de recibir consejos o preocupación alguna.
El joven se dirigió a un bar cercano a la entrada principal de la ciudad, cerca de la plaza donde había ocurrido todo. Al entrar al bar miró a su alrededor en busca de alguien que estuviera solo, y pudo ver a lo lejos a un joven con apariencia atractiva, por lo cual, al fijar su objetivo, se acercó a saludar.
—Un Martini —pidió al cantinero mientras miraba de reojo al joven a su lado.
—Hola, ¿estás solo? —lo dijo mientras mostraba una breve sonrisa.
—Hola, pues sí —respondió algo sorprendido, mientras tomaba su bebida alcohólica.
—¿Cómo te llamas? —preguntó mientras jugaba con su bebida.
—Tomas —mencionó mientras daba otro sorbo a su trago.
—Un gusto, Tomas. Por lo que veo, tuviste un mal día, ¿o me equivoco?
—Pues sí, ¿cómo supiste?
—Digamos que soy muy bueno leyendo las expresiones de la gente.—dio una breve pausa.—Disculpa que sea imprudente, pero, ¿puedo preguntar qué te tiene con cara larga?
—No tengo dinero para pagar la deuda, mientras lo único que puedo hacer es beber y conversar con un extraño. Es realmente patético. Por cierto, todavía no me has dicho tu nombre... ¿o quieres que te ponga uno? —menciono el joven respondiendo con sarcasmo.
—Si me haces un favor, no solo te diré mi nombre, sino que te pagaré tu deuda.
—¿Lo dices en serio? ¡Claro que te ayudo! —lo dijo levantándose de un brinco y tambaleándose al instante debido a la bebida.
—En serio, gracias. Bueno, ahora necesito que me acompañes. ¿Puedes caminar?
—Claro que puedo, además necesito el dinero, así que vamos antes de que oscurezca. —Al oír la respuesta del joven ebrio, no pudo evitar sonreír.
Al salir del bar, el noble compró un caballo y enseguida se dirigieron a un punto remoto. Les tomó mucho tiempo llegar al lugar que el joven noble necesitaba ir, por lo cual el manto de la noche cubrió el claro cielo. Tras varias horas, llegaron a un lugar sin ruido ni sonido, donde solo había una casa abandonada.
Además de la casa, había árboles y un jardín de rosas rojas y blancas; todo se veía algo deteriorado. El noble, al llegar, miró hacia el otro joven quien dormía cómodamente y procedió a despertarlo.
—Hey, despierta —dijo el noble al ver que el joven aun dormido en su espalda—. Increíble que no te hayas caído durante todo el viaje.
—¿Qué? ¿Ya llegamos? Nos tomó mucho tiempo, aunque no entiendo para qué me trajiste aquí.
—Vamos, necesitamos entrar a la casa.—El noble, al decir esto, empezó a caminar hacia la casa.
—¿Es en serio? No entiendo por qué un noble necesita algo de un lugar así —jadeó, algo temeroso, al ver lo desolado del lugar.