— ¿Quién eres? –Preguntó una persona.
Él estaba dentro de una sala de interrogatorios.
—Jajá ¿Yo? Yo no soy nadie… -Contestó el chico.
— ¡Dime tu nombre y tu clase! –Ordenó aquel agente.
—Bien, bien…soy Charles y voy en la clase C del instituto Black Star –Respondió.
— ¡No estés bromando, dime qué clase de asesino eres! -Exclamó.
— ¿Cuántas veces me va a preguntar esto agente? Vamos…este es mi momento ¿no?
— ¿Momento de qué? –Preguntó el interrogador.
—Despertar…
Varias veces él ha tenido ese sueño, ahora, cada vez que pasa puede ser consciente de lo que es. A aquel agente jamás le dijo su nombre, pero, a ti…que estás leyendo esto…puede que tú sí puedas saberlo. Aunque no tiene un nombre como tal, todos lo llaman Whitemore, Asesinos de Blanco. Ese es el título para los de su clase, ¿sabes? Cuando naces en este mundo puedes ser tres clases de personas, la principal –Y si corres con suerte- es ser una persona común, tener un trabajo, familia, ya sabes, todo aquello que cualquiera desea tener.
La segunda es ser un asesino de blanco, los policías que actúan desde las sombras. Hay una frase que corre por este mundo ‘’Sí estás en problemas y en la oscuridad, un asesino de blanco te ayudará’’ son héroes, no llevan capa, no tienen poderes y mucho menos reconocimientos. Son la sombra de la justicia, la rezaga de la luz, eso es lo que significa ser un asesino de blanco.
La tercera y última es ser un asesino de negro, totalmente lo opuesto a los A.B. Algunas personas dicen que ellos no tienen alma, son los mensajeros de la muerte, los demonios de carne, hay varios apodos para ellos, pero, si llegas a conocerlos…el final sigue siendo el mismo, no importa como los llames, ¿Qué te espera después de eso? La muerte…
Whitemore tiene un compañero que decidió ser un asesino de blanco, él era una persona común que encontró mientras paseaba por la ciudad en la noche. Joseph, sin duda una persona valiente, le había salvado la vida en incontables ocasiones. Joseph ‘’El asesino impuro’’ así lo llaman los de su clase dado que la vida no lo escogió como asesino, él sacrificó su vida para poder serlo.
1
Nuestro protagonista vive en un departamento pequeño situado cerca del centro de la ciudad con una bella vista, claro, siempre y cuando te guste la contaminación y los sonidos emitidos por los autos. A él no le importaba porque vivía solo y no pagaba mucho por el alquiler, aunque, tampoco es que un asesino de blanco gane mucho dinero salvando personas, digo, no a menudo te observa alguien por la calle y te dice:
—Oh…tú eres el que me ha salvado la vida anoche, toma 300 útes.
Claro que no, eso nunca pasa…bueno, a decir verdad sólo le había pasado una vez y por eso lo tomé como ejemplo.
— ¡Señor Whitehouse, abra la puerta! –Gritó la anciana a la cual le debía el alquiler.
Se levantó del sofá…claro, duerme en un sofá y tiene una televisión analógica, por lo menos su celular es Smartphone. Caminó hacia la vieja puerta de madera mientras escuchó el crujir de las tablas bajo sus pies y abrió la puerta.
—Señora Wendy, que bella se encuentra el día de hoy –Dijo alagando a la anciana.
—Espero que de igual forma usted tenga una bella cantidad de útes en su bolsa para pagar el alquiler del departamento –Contestó- Está atrasado un mes.
Pensó por un momento su respuesta.
—Justo cuando usted tocó a mi puerta acababa de terminar una llamada, era sobre una oferta de trabajo –No estaba mintiendo del todo, tal llamada había sido el día anterior en la noche- Creo que voy tarde, ¿me disculpa? Le tendré el dinero mañana temprano.
— ¡Espero y no te desaparezcas por mucho tiempo como la última vez, Whitehouse! –Gritó la señora Wendy mientras Whitemore bajaba las escaleras.
2
Tras esa amistosa conversación salió hacia las calles de Carbas rumbo a una cafetería donde solicitaban meseros. Caminó durante aproximadamente cuarenta minutos y moría de hambre ya que con tal de desaparecer del radar de la señora Wendy se había salido sin desayunar.
El trabajo de Joseph queda de camino a la cafetería ¿sabes qué significa eso? ¿Junta matutina? Claro que no, él le prestaría dinero para el desayuno.
Entró al gran edificio blanco hasta el cubículo #6 para encontrarse con su compañero nocturno ordenando un papeleo.
—Te ves tan adorable entre todos esos papeles… -le susurró al oído.
—What the hell are you doing here!? –Exclamó su amigo- ¿¡Qué demonios haces aquí!? Walter.
—I came to ask you for money –Contestó Whitemore- ¿Tienes?