Un mundo de cabeza

ANDRÉS

            Una luz blanca me ciega cuando intento abrir mis ojos, me siento débil y mi cabeza da vueltas, no sé dónde estoy, no recuerdo nada. Veo acercarse a mí una chica morena vestida de blanco, es mi enfermera, me ha atendido desde que llegue al hospital, es muy linda, su cabello es negro y rizado, es alta y siempre está sonriendo

–¿Cómo te sientes cariño? –me pregunta al acercarse a mí, intento responderle pero aún me encuentro adormilado –¿Te duele algo? –sigue con su interrogatorio mientras revisa los aparatos junto a mi cama y luego se inclina hacia a mí para chequearme –Te sentirás algo adormilado por un rato, aún no ha pasado el efecto de la anestesia, volveré dentro de poco para revisarte nuevamente –explica para luego acercarse a mi mamá y decirle algo en voz baja que no logro a escuchar, voltea a verme una vez más y me sonríe para luego retirarse de la habitación

            Mi mamá se aproxima a la cama y se sube en ella para sentarse junto a mí, me abraza con fuerza apenas lo hace, aun me siento mareado así que apoyo mi cabeza sobre su pecho cerrando mis ojos, siento su olor a rosas y eso me hace sonreír.

            Desde mi última operación el hombre de bata blanca que ahora sé que se llama Doctor Rodríguez, me visita varias veces al día, con su linterna alumbra mis ojos para observarlos mejor, me hace una serie de exámenes mientras me pregunta muchas cosas, revisa las máquinas que están conectadas a mí y anota algo en una carpeta, luego se retira. La historia se repite en cada visita que cada día se vuelven más seguidas.

            Manuel está sentado en el piso de la habitación, lo veo hacer su tarea. Él siempre me dice que soy un niño extraño cuando le digo que me encanta la escuela, no sé porque a él no le gusta pero para mí es muy divertida, tengo muchos amigos y una profesora muy linda y amable, la señorita Vásquez, ella nos enseña muchas cosas interesantes, este año aprendí a leer y ahora puedo leerle cuentos a Dockie antes de ir a dormir. Extraño ir a la escuela.

            Papá entra en la habitación con un vaso en la mano lleno de la misma bebida negra que toma cada mañana, café, una vez le pregunte que para que tomaba eso y me dijo que le daba energía y creo que hoy le hace falta, luce más cansado de lo normal, dos grandes bolsas se marcan bajo sus ojos azules, su cabello rubio está alborotado y se ve desaliñado, no recuerdo haberlo visto así antes, él me dijo una vez que es importante lucir bien, estar presentable para cualquier situación y siempre lo había visto muy arreglado incluso en esos

días en que trabajaba hasta tarde y llegaba cansado. Me pregunto porque hoy no se ve como suele hacerlo.

–¿Cómo está mi campeón? –me dice acercándose a mí y dándome un beso en la frente, no logro responderle, mi pecho me duele y me cuesta respirar, me han puedo una máscara en mi cara para ayudarme a respirar así que me limito a solo observarle en silencio, él me da una sonrisa un tanto apagada y se dirige al sofá donde se sienta para terminar su café.

            Horas pasan hasta que mi mamá regresa a la habitación, veo que sus ojos están rojos de llorar cuando entra, al igual que papá, luce cansada y triste, alza la mirada hacia el sofá en donde ve durmiendo a papá y a Manuel y sonríe ligeramente, luego se acerca a mí y toma asiento en una silla junto a mi cama, toma mi mano y la sujeta con fuerza mientras yo la observo.

            Me cuesta respirar y cuando lo hago siento dolor en mi pecho, el cual se intensifica a cada momento. Observo a mi mamá junto a mí y me pregunto ¿Por qué debo estar aquí? A veces creo que me he portado mal y me están castigando pero realmente no sé qué es lo que he hecho, quizás sea porque no me comía todas mis verduras y siempre las escondía o se las daba a Dockie, quizás sea porque cuando mi mamá me mandaba a bañar, solo soltaba el agua de la regadera y fingía bañarme cuando realmente no lo hacía o quizás sea por las galletas que tomaba a escondida, no lo sé pero no me gusta este castigo, solo quiero regresar a mi casa y que todo sea como antes.

            Me es difícil mantener los ojos abiertos y siento mi cuerpo cada vez más ligero, veo como mi mamá se levanta de la silla asustada

–¡Roger! –la escucho gritarle a papá quien se levanta deprisa

            Mis ojos se abren y cierran a cada momento mientras imágenes borrosas se presentan ante mí, personas corriendo a mi alrededor junto a un ruido de fondo, un pitido que sale de la maquina conectada a mí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.