Un mundo donde lo flashero realmente existe.

Revelación.

–"¿Por qué está tardando tanto?"– pregunto algo impaciente, Sara está al lado mio mirando por la ventana del mercado.

–"Tengo un mal presentimiento"– dice finalmente girándose a mi dirección. Le miro algo confundido, ¿a qué se referirá?
 


 

–"Chicos tenemos que irnos ahora"– dice Stela mientras me saca de mi transe pensativo. De pronto aparecen ellos. Él tiene la mirada gacha, triste. Ella frota su mano en la espalda probablemente calmándolo.
 


 

Me les quedó mirando unos segundos hasta que digo: –"¿Dónde está Gimena?"– Max eleva la vista. Se dirige corriendo hacia mi y me abraza muy fuerte, hago lo mismo.
Noto como sus lágrimas caen sobre mi hombro, haciendo mojar mi camisa azul. En ese entonces cruzo la mirada con Stela y ahí me dí cuenta de todo.
 


 

Sara se dirigió al baño rápidamente. Luego volvió y fué directo hacia la camioneta. Con Max hicimos lo mismo seguidos de Stela.
 


 

El camino a casa fue muy silencioso. Se fueron las personas quienes nos alegraban y entretenían en momentos de tensión. Miro por la ventana las casas, todas destruidas, sin cuidado. ¿En qué momento esto se convirtió en una tortura?
 


 

Llegamos a casa. Nos recibió Marcus moviendo su cola y saltando a nuestro alrededor. Me agacho y lo acaricio, él me lame la cara muy feliz. Al menos queda alguien quien nos alegre el día. Sara y Stela se reían de Marcus quien se hacía el muerto en cuando Max le apuntaba con su arma imaginaria.
 


 

–"Tenemos que aclarar las cosas. ¿Cuál es nuestro siguiente paso?"– menciona Stela haciendo la fogata. El resto nos sentamos alrededor encima de unas almohadas improvisadas.
 


 

–"Encontrar una radio. A partir de ahí intentaremos buscar información sobre el contagio del virus"- digo cruzando mis piernas para estar más cómodo. Max y Sara asienten viendo por todo el lugar.
 


 

–"Bien, ahora hablemos de las malditas pruebas"– hace una pausa. –"En el laboratorio habían siete sillas con cinco muertos. O sea que dos de ellos lograron soportar el video de sus padres"– dice Sara mientras piensa.
 


 

El silencio se apoderó de nosotros de nuevo, estamos pensando en las cosas que podrían haber pasado. Somos Lucas, Gabby, Gime, Max, Stela, Sara y yo. Somos...siete personas. Todos tenemos ese corte de piel que mencionó Max en la parte inferior de la axila. Murieron tres personas...y tenemos tres pruebas. 
En el papel que leyó Stela se encontraba al número novecientos ochenta y uno. Novecientos ochenta y uno, novecientos ochenta y uno, la ruta novecientos ochenta y uno.
 


 

–"¡La ruta novecientos ochenta y uno, hay que ir ahí!"– grito al darme cuenta que todo encajaba. –"Gabby en su campera tenía ese número". Todos me miran con la boca abierta, siguen pensando.
 


 

–"Tienes razón, hay que ir ahí, debe haber alguna pista, quizás encontremos las demás pruebas"– dice Max más animado que antes. –"Pero nada de dividirnos, ya no me agrada esa idea".
 


 

–"Cierto, no caigamos en la misma desgracia, nadie más va a morir"– habla Sara. Stela le da dos palmadas en la espalda mientras le da una lata con fideos dentro.
 


 

Todos cenamos un poco más tranquilos y nos fuimos a dormir. 
 


 

Me despierto sobresaltado, doy un suspiro y froto mis manos contra mi cara, la tengo transpirada. 
 


 

Giro mi vista hacia la ventana y veo que ya está amaneciendo. Decido despertar a Max.
 


 

–"Chhh, despierta dormilón sin pelo"– me río ante mi broma. Él se endereza fregándose los ojos cuando dice:
–"No es gracioso. De adolescente quería cambiar mi look pero no sabía que se quedaría para siempre"– me río aún más fuerte de su comentario mientras me pongo las botas de cuero.
 


Ambos más despiertos nos dirigimos a la cocina, Marcus aún duerme, quizás se quedó toda la noche despierto.

De repente salen Sara y Stela, también riéndose.
–"Al parecer todos estamos de buen humor, ¡Vamos! Marcus, ven con nosotros"- dice Max llamándolo.

Marcus no responde.

Me acerco a él y lo sacudo suavemente de una pata. Eleva la vista con los ojos achinados. Ahí fue cuando mi cuerpo soltó un fuerte suspiro.

–"Vámonos a pasear campeón, te lo mereces"– le digo sonriendo. Él se levanta y ladra dos veces más alegrado.

Nos subimos a la camioneta y nos dirigimos a la ruta novecientos ochenta y uno.

Me tocaba a mí conducir, la ruta estaba más despejada que de costumbre. Max intenta arreglar la radio de la camioneta, parece tan concentrado que decido hablarles a las chicas.

–"¿Qué creen que encontremos allí?".

–"No sé, ojalá que alguna pista. Ya no me agradan las personas que no sean ustedes"- dice Sara acariciando a Marcus con su única mano.

–"Tienes razón, la gente se vuelve asesina o caníbal, ¡Caníbal!"– dice Max intentando alegrar el ambiente mientras frunce el ceño al intentar unir dos cables. En eso, Stela se ofrece a ayudarlo.

–"Dame eso, ¿qué tengo que hacer?".

–"Junta ambos cables tratando que un hilo quede libre. Yo al tener mala vista se me complica".

–"Am, okey"–. Veo por el espejo retrovisor que Stela saca la lengua y cierra un ojo intentando unir los cables.

–"¡Bingo!"– le da los cables a Max quien con una pinza los aprieta un poco. Después de eso toca el botón de encender de la radio. Se escucha interferencia.

–"¡Sí!".
–"¡Eres un genio Maxi!".

Miro a Max por un momento y veo que acerca su oreja a la radio y gira la rueda. Se sigue oyendo la interferencia. Todos ansiosos esperamos en silencio a alguna respuesta.

En ese momento se escucha a alguien.

–"¿Ho-hola?¿Alguien me escucha? Por favor, si alguien me escucha responda mi mensaje"– un hombre adulto habla por la radio. Rápidamente Max enciende el micrófono que inventó.



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En el texto hay: misterio suspenso, suspenso

Editado: 23.07.2020

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