Un nerd para navidad

Capítulo 1

11.12.23

Llevaba un par de minutos recargada sobre el escritorio y masajeando mis sienes. El día iba a la mitad y ya no soportaba el dolor de cabeza. Miré el calendario a mi costado, diez días habían sido ya tachados del último mes del año y tenía la sensación de que eran el doble. 
—Licenciada —la voz de mi secretaria me hizo casi caer de mi silla del susto —, la están esperando en la sala de juntas para la reunión —me dió una sonrisa que parecía más fingida que mis ganas de seguir trabajando.

De nada servía que le repitiera que debía tocar antes de entrar, pues siempre abría la puerta sin avisar. Eso y el no saber a qué junta se refería, aumentó mi mal humor. 
—¿De qué junta estás hablando? —le respondí entre dientes. 
—La junta de actualización que se lleva a cabo cada mes —ladeó la cabeza fingiendo sorpresa por mi desconocimiento.

Suspiré profundamente, pues sabía que era una de las tantas cosas que mis queridos compañeros de trabajo habían evitado decirme accidentalmente. Y es que desde de mi llegada como jefa del departamento, pude entender que todo en aquella oficina era pura falsedad e hipocresía. 

Al enterarse de que era la hija del ex jefe jubilado hace un par de años, el personal estaba partido en dos. Aquellos que parecían querer quedar bien conmigo a toda costa y los que creían que yo había llegado al puesto solo por obra de recomendaciones.

En realidad papá solo había conseguido la entrevista de trabajo, fue mi esfuerzo y preparación lo que me había llevado a seguir los pasos de mi familia. Siendo hija, nieta y sobrina de contadores, no hubo otro rumbo que escoger en mi vida más que el mismo de toda mi ascendencia. 

Suspiré con profundidad y traté de calmar toda mi furia antes de salir de aquella oficina, nadie podía ver qué estaba al borde de la deserción. Caminé por el pasillo entre los cubículos y ante la mirada de varios empleados, tratando de dar pasos seguros y casi ofreciéndoles una pasarela. No me iban a vencer.
—Por favor, dime qué estabas enterada de esta junta —a mi lado apareció Miriam quien hasta ahora parecía la única persona en quien podía confiar.
—No, no lo estaba —la miré de reojo —¿Por qué no me lo dijiste? —dije con tono de reproche.
—Lo lamento, en verdad lo olvidé por completo —se mordió el labio inferior—. Pero tú finge que lo que dicen es importante y no tomes ninguna decisión. Di que vas a analizar la información con calma.

Miré a Miriam no tan convencida y entré a la sala de juntas donde estaban los representantes de cada departamento. La empresa se encargaba de hacer las nóminas y gestiones de pago de todas las escuelas públicas de nivel básico del país, por lo que la carga de trabajo realmente podía ser incalculable. A pesar de mi miedo a que todo pudiera ser un caos, fui capaz de sobrellevar todos los temas tratadas en la junta y los que no, pude evadirlos para evaluarlos más tarde. 
—¡Vaya!, veo que ya empiezas a tener dominio sobre estás tierras —dijo Erick con una sonrisa coqueta.
—Eso estoy intentado —traté de corresponder a su sonrisa. 

Erick era uno de los contadores que tenía más experiencia en el area y que sorprendía a todos, ya que a su corta edad decían que su capacidad laboral era magnífica. 
—Me da gusto y por favor, no dudes en apoyarte en mí, si es que requieres algo —posó su mano sobre mi hombro—, de verdad, cualquier cosa.
—Gracias —volví a sonreír sin saber en qué grupo se encontraría aquel hombre.

Llegué a mi oficina ofuscada por todo el día y con una pila de documentos extra que debía revisar. Pasé varias horas revisando la información y solo me faltaba revisar algunos expedientes en el viejo archivero. Nunca había ido al fondo de aquel gran piso lleno de oficinas, pero tenía una idea de dónde encontrar la información que necesitaba. Ya no parecía haber ningún cubículo encendido a esa hora y use la lámpara de mi celular para poder ubicar los apagadores del pasillo. Cuando encontré el cuarto de los archiveros, intenté encender el foco, sin embargo no funcionaba.
—¡Diablos! —dije para mí misma.

Empecé a buscar con la poca luz de mi celular. Todo sería más difícil de ese modo. Unos ruidos extraños me hicieron tirar un montón de folders. No los recogí pues empecé a sentir un miedo repentino. Estaba sola en aquel lugar y las películas de asesinos en navidad llegaron a mi mente. 
—¿Hola? ¿Hay alguien ahí? —cuestioné con la voz temblorosa y con un lapicero en mi mano, lista para atacar de ser necesario.
El reflejo de una luz se fue aproximando y mi corazón empezó a latir más y más rápido. La sombra de alguien se formó en el pasillo.
—Hola, ¿Quién está ahí? —un hombre se paró justo en la entrada y con una lámpara en la mano me alumbró en la cara. 

Por impulso levanté mi mano con el lapicero, lista para defenderme. 
—¡Hey! Ten cuidado con eso, puedes lastimar a alguien—por fin pude ver a mi presunto agresor—, baja tu arma, ¿Ok? —el hombre levantó ambas manos—. No pretendo hacerte nada.
—¿Quién eres? y ¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunté sin bajar el lapicero pues era mi única defensa.
—Soy Emiliano y trabajo aquí —dijo con cara de asombro —¿Tú quien eres? y ¿Qué haces a estas horas revisando los archiveros? —frunció el ceño.

No había escuchado su nombre y eso que era realmente buena para recordarlos. Le hice una rápida inspección visual: camisa blanca, corbata bien hecha, pantalones oscuros. Su rostro estaba cubierto por una barba de candado y llevaba unas gafas bastante grandes para mí gusto. 
Me pareció inofensivo, así que bajé mi arma improvisada. 
—Soy Valeria Solorio, soy jefa de este piso y estoy buscando una información que necesito. 
Bajó su lámpara y volvió a alumbrar mi rostro.
—¿Quieres dejar de hacer eso? —cubrí mis ojos—, es muy molesto. 
—¿Necesitas ayuda? —contestó dirigiendo su lámpara hacia el techo. 
—No —dije resignada —, es imposible buscar si no hay luz en este lugar —suspiré —, creo que será mejor que lo haga mañana cuando hayan arreglado este foco. 
—De acuerdo —contestó el chico dando la vuelta y dejándome a oscuras. 
—¡Oye! ¡Espera! —lo seguí pues no quería volver a quedarme a oscuras —, ¿Por qué no te había visto antes? —pregunté mientras nos dirigimos al cubículo más alejado de aquel piso, del cual se podía ver una lámpara que apenas iluminada el escritorio. Empezó a guardar algunos libros que tenía regados mientras yo lo observaba en espera de una respuesta.
—Soy una persona de bajo perfil —contestó finalmente —no deberías quedarte más tarde —tomó su mochila y empezó a caminar hacia la salida—. La oficina se vuelve muy fría durante el invierno. 




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