Un nerd para navidad

Capítulo 10

20.12.23

El bullicioso de la oficina era mayor que otros días, era predecible que se trataba del último día de trabajo y el día del festejo había llegado. Escuché como todos estaban emocionados por la posada navideña, la invitación había llegado hasta mi correo electrónico como a todo el personal, sin embargo no pensaba ir. 

A pesar de disfrutar realmente de la comida de la época, no eran las personas ideales para compartir un evento que debería procurar la conciliación y amistad real. Empecé a guardar mis cosas pues iría a una posada de verdad, en dónde las piñatas y los canticos no faltarían.

En espera del elevador fue que escuché mi nombre salir de su boca. 
—Emiliano —dijo a mis espaldas.
Giré y ahí estaban esos lindos cabellos ondulados. Moría de ganas por enredar mis dedos entre ellos, moría de ganas por terminar aquello pendiente del día previo.

—Hola —sonreí espontáneo.
—¿No te quedas a la posada? —preguntó sorprendida.
—No —rasqué mi cabeza.
—¿Pensé que te gustaba la navidad? —argumentó y me pareció ver un poco de confusión en sus ojos. 
—Me gusta la navidad, pero con las personas indicadas. 
—Yo me quedaré —afirmó quizás tratando de darme a entender algo más. 
—Dijiste que no te gustaba la navidad —pregunté confundido por su interés por quedarse.
—No —dudó antes de continuar —, pero creo que no tengo opción, es lo correcto.

Me quedé observándola. Creía que no era el tipo de persona que necesitara encajar en el grupo y demostrar lo que no es.
—Entiendo —contesté sin querer ahondar más en sus motivos, le volví a sonreír y me giré para seguir mi camino. 
—Espera —me detuvo —¿Cómo lo haces? ¿Cómo puedes vivir tu vida sin pensar en los estándares?

Volví para mirarla. La vida me había enseñado con experiencias que las apariencias no eran más que mentiras. 

—Nada es más importante que respetar tus ideales y principios —afirmé.
Nos quedamos en silencio unos segundos. Ella me observó tal vez procesando mi respuesta.
—Debo irme —continué—, pero si te interesa disfrutar de una posada realmente genuina puedes venir a esta— le entregué una invitación que tenía en mi mochila—. Nos vemos luego Vale.

Subí al elevador y le dije adiós con la mano. 
Mis días en aquella oficina estaban contados y no tenía intención de pasar mi última posada en un ambiente como ese. Sin embargo, ella, solo ella, me hizo dudar de esa decisión. 




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