Un NiÑo Tranquilo

UN NIÑO TRANQUILO

Se completan 7.300 días, cada año como todo octubre es frío, en la inmensidad existe un alma que espera poder huir de la tan larga noche, dialoga consigo mismo buscando tranquila y una salida.

Desperté en medio de la noche, sudando frío y solo pensaba en buscar a mi madre, la encontré en el piso de la cocina algo extraña, la mire pero ella no me miraba, como cachorro buscando calor me senté a su lado y sentí algo húmedo en mis manos que estaban apoyadas en los azulejos, era un líquido rojo, ella siempre se tomaba una copa de vino cada noche, pensé que lo húmedo que estaba alrededor de mi madre era solo vino derramado, entonces le inicie mi relato.

Todo estaba oscuro le dije y a los lejos, dos ojos brillantes fijamente me observaban y cada vez se hacían más grandes, se escuchaban unas palabras que se repetían constantemente, yo no las entendía, pero causaban en mí un fuerte escalofrío.

No pude concluir la historia, irrumpió abruptamente mi padre en la cocina, estaba exaltado, con un grito me ordenó retirarme a mi habitación, yo, como soy un niño tranquilo, me puse de pie y mientras subía escala por escala limpiaba mi mano untada de vino en las paredes, escuche que él tomó el teléfono que se encontraba al lado de su colección de estiletes, es una hermosa colección aunque dice que se le extravía uno y ya no está completa.

Recuerdo muy bien que otra mañana, desperté y salté de mi cama, bajé las escaleras, estaba feliz, era mi cumpleaños, al bajar no había nadie, la última vez que había visto a mi madre fue aquella noche en la cocina, mi padre siempre decía que ella estaba viajando, que esperará paciente que ella regresaría para mi 
cumpleaños.

Me senté en el sofá a esperar a mi padre, pero mi espera se volvió eterna, decidí salir a buscarlo 
al jardín, las flores aún no habían despertado, observé a lo lejos un niño que miraba una flor agonizante, 
él se me acercó y me dijo - Me llamo Gustavo Monteblanco-, el jardín volvió a la vida, solo faltaba 
mi padre.

Pasaron los días y los juegos con su amigo se volvieron más frecuentes al igual que sus pesadillas, él solo esperaba que su padre y madre volvieran pronto.

Hoy completa 7.300 días, una nueva vuelta al sol, pero aún tiene miedo, esos ojos brillantes que lo buscan en sus sueños esta vez estan más cerca, sus piernas no quieren responderle, todo su cuerpo está paralizado como si una Gorgona usará su encanto, pero de repente toda la oscuridad desaparece y el sol brilla con más intensidad.

Estoy en el jardín, que raro, hace poco estaba en mi habitación, veo llegar a Gustavo, mi amigo, tiene un estilete en su mano, sus ojos se hacen grandes como en mis pesadillas, mi cuerpo nuevamente se petrifica, es como si estuviera amarrado al piso, cierro mis ojos fuertemente, escucho a lo lejos el sonido de una puerta que se abre y pasos, escucho una charola de metal que se posa en una mesa y también lo que parece ser un cascabel, abro mis ojos con mucho miedo, lo primero que veo es el techo de mi habitación, aunque curiosamente aún no podía mover mis estremidades, volteé la mirada hacia un costado, veo gente extraña, mire hacia mi mesita de noche y en ella había, efectivamente una charola de metal, gelatina, zumo de naranja y un puré extraño, también un libro viejo y un pequeño frasco de caramelos de mi marca favorita Ziprasidona.

Hoy es mi cumpleaños, y no entiendo porque la gente en mi habitación me dice:

- Feliz cumpleaños Gustavo Monteblanco

- ¡Yo no soy Gustavo! Yo, solo soy, un niño tranquilo.

 

-A.Celis-
 


 



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En el texto hay: misterio, oscuridad, miedo

Editado: 03.07.2019

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