Un novio para las fiestas

Prólogo

Miro la hora en mi reloj: 12 .am. Ya es de mediodía, mediodía de dos que me quedan.

Tres días, solo tres días para el comienzo de navidad y yo aún no consigo algún chico que quiera ser mi novio o hacerse pasar por mi novio, igual si es la segunda opción que el pago sea con comida y estamos a mano. Sólo tres días, un trato es un trato y maldito sea el momento en que dije delante de todos mis amigos que para la próxima navidad tendré un novio.

Hace calor, en América del Sur para esta época están en verano, mientras que en el hemisferio norte está en invierno y de seguro con una hermosa vista de la nieve alrededor.

¿Por qué acepté venir con mis amigos a pasar estas fiestas en esta parte del mundo? No me quejo dónde estoy, me encanta, pero el calor es un poco mucho exagerado. Y yo estoy caminando rápido por la ciudad como si fuera una loca desesperada. ¡Y SÍ, LO ESTOY!

Creo que mejor hay que volver en el tiempo para que entiendan el por qué estoy en este aprieto... Mientras no se me caigan las bolsas con regalos y hacer pasar la vergüenza del siglo, más de lo que ya estoy pasando, les contaré:

 

Un año atrás, 25 de diciembre, 00 : 35 .am.

Soy la solterona del grupo, mis amigos tienen pareja, siempre he dicho que estar con alguien es perder el tiempo y a la vez perder la concentración en tus cosas. ¿Una pareja? No es para mí. 
Mi grupo de amigos está conformado por dos extremos, quienes tienen por lo menos dos o tres años menos que yo o los que me llevan más de diez años. Sí, soy muy rara para las amistades pero no es mi culpa que la mayoría de mi edad se quedaran en la pubertad aún cuando ya deberían tener conciencia que son mayores de edad.

Mis amigos son únicos, y los quiero aunque no se los diga porque me gusta mantener mi boca cerrada. En boca cerrada no entran moscas... Dicho de mi padre.

Ya hace media hora que es navidad, todos bailan, mis amigas fueron llamadas por sus novios y mis amigos llevaron a bailar a sus novias. Yo estoy sentada a lo lejos tomando champaña dulce que por cierto es mi favorita.

Salud para mí.

—¿El Grinch de la navidad se te pegó de nuevo, corazón? —fijo mis ojos oscuros en los ojos claros de mi mejor amigo, Guille.

—¿Por qué lo dices? —sonrío divertida pero a la vez confundida.

—¿Será porque eres la única que está bebiendo sola en la mesa? —los ojos oscuros de Tyler, novio de mi mejor amigo que también es mi amigo, me observan con diversión.

—Tengo sed y estoy cansada chicos —miento sonriendo forzada.

A quién engaño, ambos son perfectamente buenos para descubrir las mentiras... como ahora.

—Eres mala para mentir, ven —toma mi mano tirando de mí para levantarme, pero al negarme su novio me empuja de la espalda hasta que por fin estoy de pie—. Bien. Tienes un hermoso vestido corto rojo, zapatos de tacón que te quedan alucinantes, un maquillaje impecable y tu cabello...

—Un asco —termino por él.

—Descuidado, no seas dura contigo Nicola —Guille me sonríe dulcemente como siempre, es único mi amigo.

—Digo la verdad, no me gusta crear una imagen la cual no soy yo. Soy lo que soy y lo que ven —me encojo de hombros leve desviando la mirada.

—Ya es hora que juguemos —Tyler arregla su corbatin verde manzana y sus lentes cuadrados negros mientras luce una amplia sonrisa malévola.

Oh no, sé lo que significa: se bebe obligatoriamente o el castigo es limpiar todo el lugar y después ordenar las cosas de cada uno. A mí no se me apetece porque somos once en total, a penas me hago cargo de mí misma y voy a hacer todo eso, paso.

—¡Vamos a jugar! —Tyler llama a todos y en el momento están acercándose a nosotros.

¿Ven? Nadie quiere hacerse cargo del otro.

Nos ubicamos en la sala donde hay grandes sofás blancos que rodean la estufa a leña que hay. La casa, de mi mejor amiga Harmony, es todo moderno. Los colores van del blanco, negro, azul marino y beige, combinaciones extrañas pero elegantes.

Busco una silla para sentarme a un costado mientras el resto está en los sofás, algunos sentados en piernas de otros y los moderadores del juego sentados en el medio de la alfombra gris.

—Serán preguntas, sencillas, no picantes porque hay menores —al escuchar eso alcanzo un almohadón y se lo tiro fuerte a la cabeza—. ¡Corazón!

—La próxima es una patada en donde más te duele, no juegues conmigo —lo miro mal.

—Chicos, afuera está nevando —Harmony llama nuestra atención—, y ustedes dos especialmente se van a quedar afuera solo con ropa interior para que pasen un hermoso frío —nos sonríe forzado para luego cambiar a una seria—. Una pelea de ambos y los tiro afuera.

—Nos portaremos bien mamá —contestamos a la vez sonriendo.

El resto ríe observandonos.

—Empecemos —digo para verlos y esperar las primeras preguntas.

Así pasamos el resto de la hora, mintiendo en nuestras respuestas y el alcohol marcando territorio en nuestro sistema. Corrijo, en mí sistema.

—Mientes, mientes y mientes, no es verdad Nicola —Sebas niega varias veces con la cabeza.

—Digo la verdad, me gusta estar sola, no como ustedes que se van a cada momento a una habitación —una risita tonta se escapa de mis labios.

¿Es normal que vea algo borroso?

—Eso es problema de cada quién, no metas esas cosas Nicola —me reprocha mi mejor amiga.

Recupero la visión clara, mis ojos se fijan en las ropas de cada uno y son divertidas. La mayoría ha combinado con la de su pareja. ¡Hasta los colores!

—Se ven graciosos.

—Y tú ya bebiste demasiado —ahora es Laura, novia de mi amigo de universidad que intenta quitarme el vaso con mi bebida alcohólica.

—Estoy conciente, aún —le saco la lengua haciendo burla.

—Que infantil —se acomoda su abrigo blanco de algodón para acto seguido se cruza de brazos.

—Mejor hay que medir cuán mentirosa eres, Nicola —Sebas sonríe y yo me fijo en que tiene los dientes muy blancos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.