¿Hora de preocuparme?
—Julián —levanto mi mirada hacia él que está delante mío.
Viste casual, una camisa blanca con puntos bordó de mangas cortas, un jean negro y zapatos, noto su reloj negro en su muñeca que lo hace ver... ¿Más seguro? Tal vez. Sus ojos mieles parecen brillar más como su cabello que luce claro, todo gracias al sol que lo ilumina.
—¿Qué tal? ¿Cómo estás pasando el día? —pregunta animado sonriendo de lado.
Y mi estúpido corazón latiendo nuevamente como loco desenfrenado. ¿Qué le pasa?
Como respuesta me encojo de hombros, detesto que me hagan esas preguntas justo en este día, pero él no tiene la culpa no sabe.
—¿Quién eres? —pregunta mi amiga de inmediato.
—Me llamo Julián —él los mira confundido.
—Ellos son mis mejores amigos, Harmony y Guille. Chicos, el es Julián... lo conocí ayer —explico al ver sus miradas de desconfianza.
—Privet (hola) —mi amigo extiende su mano para estrechar con la de el.
—Te ha saludado —le digo al ver que quedó sin saber qué hacer. Me levanto para ir con el—. Estaremos por aquí.
—Por supuesto, ve tranquila te esperamos —mi mejor amiga me sonríe animada.
—Cuídate cariño —y Guille siendo Guille.
Me alejo de ellos junto con Julián, caminamos cerca del agua yo del lado del barandal. Estamos en silencio un largo rato hasta que se rompe.
—Lamento si dije algo malo, pareció enojarte el haberte preguntado —dirijo mi mirada a sus ojos que lucen como si tuviera una batalla interna.
—Sí, pero no tienes la culpa —niego haciendo un ademán con la mano.
—No logro entenderte.
—Hoy... cumple otro aniversario mi madre, aniversario de haberme dejado en este mundo —desvío mi mirada hacia el agua, sentía el nudo formarse en mi garganta otra vez.
—Yo... disculpa, no sabía y —lo escucho tartamudear sin saber qué decir.
Y sin querer hacerlo, una pequeña risita se escapa de mis labios. Me pareció tierno.
Tierno.
¡¿TIERNO?!
—Disculpa —lo miro agitando mi cabeza a los lados—, no quería reírme de ti.
—Al menos te saqué una sonrisa —se acerca quedando a mi lado apoyando ambas manos al barandal.
—Spasibo —agradezco bajando la mirada.
Me siento mejor, es como si el dolor lo hubiera disminuido, sigue ahí eso es cierto pero... no tanto como lo sentía hace un momento y hace años.
—Entonces andabas paseando —afirma y yo asiento con la cabeza—. ¿Qué tanto has podido ver?
—Todo al rededor de aquí, he ido a bares, algunos restaurantes, a plazas, también he paseado por la zona céntrica —lo miro pensativa recordando los lugares que visité—, ahora fuimos a ver las partes donde hay muchos teatros y ventas callejeras.
—¿Has probado cosas típicas de aquí? —sonríe de lado mirándome.
—Comidas sí —sonrío al recordar—. Había uno que era especial, mila... milanesa —repito despacio al no salirme bien.
—Clásico —él también sonríe—. ¿Asado? ¿Has probado el mate?
Eh... ¿qué?
¿Mate? ¿Qué, matar a una persona es algo típico de aquí? ¿No es pecado?
—No sé de qué me hablas y no pienso matar a nadie —levanto mis manos retrocediendo un poco a lo que el ríe a carcajadas.
—No Nicola —sigue riendo mientras niega con su cabeza—, no es matar a nadie, es una bebida.
—¿Lleva alcohol? Si es así paso, no quiero lo de hace un año, estoy en problemas por eso —bufo cruzándome de brazos.
—No, no lleva alcohol pero si hay una bebida alcohólica que se mezcla y aunque yo no la tome, es muy conocido.
Mucha información que digerir.
—Bueno, paso —vuelvo a negar.
—Pero no al mate cuando no lo has probado —me señala con una sonrisa ladina—. Tengo una idea, llama a tus amigos y les enseño más. ¿Qué mejor visita cuando tienes un guía que sabe todo de donde vive?
Tiene razón.
Y así lo hicimos. Mucho que mis amigos tenían desconfianza al principio pero yo extrañamente sentía lo contrario y al verme tranquila ellos bajaron un poco la guardia.
Nos la pasamos el resto del día en muchas más partes. Visitamos lugares históricos, otros que vimos en imágenes, sacamos fotos divertidas y otras serias dependiendo del lugar. También nos enseñó bastante de sus tradiciones como el famoso "mate" del que me hablaba y yo creyendo lo contrario. La primera impresión de los tres fue de sorpresa, curiosidad y una que otra mueca por su sabor, decía que habían dos tipos de tomarlo dulce o amargo, a mí me gustó el amargo al igual que Guille pero Harmony prefirió el dulce que es solo azúcar que se le coloca. ¿Sentimos más calor? Sí, mucho.
—También se toma con jugo pero frío —nos dice mientras yo tomo de a sorbos.
—¿Frío? Creo que sería mejor y más para ustedes que están a estas altas temperaturas en esta época del año —Guille asiente mientras come unas masas dulces que de verdad son deliciosas.
—Si quieren pueden probar luego.
Estamos ahora sentados en el césped bajo la sombra que nos da un gran árbol. Tuvimos que comprar repelente para insectos ya que al haber llovido y estar aún más húmedo de lo normal, sí lo que detesto, muchos insectos se asoman.
—¿Hay más que nos falte probar? Quiero saber más —mi amiga sonríe emocionada.
—Ajá, basta de azúcar —alejo todo mirándola con advertencia. Resulta que mi amiga es como los niños, se pone muy hiperactiva con el azúcar. Suficiente con aquella vez que comió demás dulces y terminó en plena madrugada cantando karaoke en la cuadra de mi casa.
Cuido de niños a veces, no grandes.
—Tranquila, conocerán más —promete y me mira directamente.
A lo mejor no fue un mal viaje después de todo.
❄❄❄
En la noche mis amigos se devolvieron al hotel, estaban cansados y Harmony debía calmarse o alguna locura haría y no estoy para hacerle una llamada a mi padre y explicarle que recibimos alguna multa o tuvimos problemas porque mi amiga hizo de las suyas nuevamente. Ya suficiente tengo en casa.
Yo me quedé con Julián, fuimos a cenar donde probé otra comida que me enamoró: empanadas de carne. Ya le pedí la receta para dársela a mi padre o a mis amigos para que la hagan.