Ellen se encontraba sumida en la tristeza por la partida de su madre, habían sido días duros donde su rutina solo era despertar e ir a la universidad con la finalidad de culminar los estudios que su madre con mucho esfuerzo le había otorgado, pero eso había culminado y ella se encontraba cada vez más hundida en su dolor.
Un nuevo día ha llegado y al abrir los ojos y observar el despertado nota que es febrero veinticinco solo dos meses han pasado de aquel fatídico día, aunque para ella parecen años, donde Ellen siente que no solo murió su madre si no que lo perdió todo, justo en esa fecha tan especial en la cual mientras otros celebraban la navidad y sus tradiciones; ella sostenía la mano fría de su madre quien con su último aliento le decía hermosas palabras que quedarían para siempre plasmadas en su alma.
Al verse en el espejo siente lastima por ella misma, su reflejo solo denota como sus facciones han perdido su característico brillo que poseían, su larga melena castaña y ondulada la cual caía como una cascada hasta su cintura hoy se encontraba en una floja coleta y completamente enmarañada, sus ojos color miel se encontraban enrojecidos e hinchados ocasionados por las largas horas de llanto de la noche anterior, y ni habar de sus ojeras la cuales solo empeoraban considerablemente su aspecto. Pero aun así ella debía continuar esa fue una de las suplicas constantes de su madre en sus últimos días de vida, las cuales ella cumpliría aun y cuando muchas veces solo hubiese preferido morir ella antes que su madre.
Continuar una palabra de solo nueve letras que parece fácil de cumplir, pero que ella siente que no puede lograr, y es que su madre tenía ese espíritu luchador que le permitió a Ellen estudiar Gastronomía y arte culinaria para así ejercer esa pasión que ambas compartían y que su progenitora le había enseñado desde que era una pequeña niña y esta la acompañaba a realizar tantas recetas que guardaba aun un su recuerdos y en aquel viejo libro el cual abrazaba todas las noches como compañero de su incesante llanto. Sueño que hoy se materializaba pero que su madre no podría ver.
Todo dolía en su casa aún se conservaba su aroma, Ellen no había tenido las fuerzas para mover nada de lugar todo estaba exactamente igual que aquel fatídico día que había tenido que partir al hospital de emergencia junto a su madre, luego de ducharse abre el armario y toma el vestido blanco con escote de corazón y pedrerías en toda la parte superior de este, de donde se desprendía una hermosa falda larga con una abertura en el lado derecho hasta la parte superior de su pierna, ese mismo que ambas fueron a comprar junta y en el cual ella le había dicho que parecía un ángel, aunque el aspecto que tenía carecía mucho del que su madre se acostumbró a ver, debida darse prisa si quería llegar a tiempo pues el reloj ya marcaba las 7:10 y su graduación seria en menos de 2 horas y el tráfico de esa hora seguro no estaría de su parte.
Se repetía una y otra vez en su cabeza “voy por ti” ya que ella lo menos que tenía era ánimos para asistir a dicho evento.
- Espero que desde donde estés me puedas ver. Dice Ellen al vacío, provocando que sienta el eco de su voz ya que el vacío de su casa es tal que se encuentra absorta en el silencio.
Como su madre sabía que iba a partir se aseguró de repetirle constantemente que siempre se encontraría a su lado, pero es que eso para ella no era suficiente ella necesitaba sentirse segura en sus brazos, cocinar recetas nuevas que traía del instituto a su lado, ese beso de buenas noches antes de dormir o esas palabras de aliento que siempre le daba. Esto ha ocasionado que deje de confiar en Dios y es que se siente tan abandonada que a veces solo quisiera dejar de respirar.
La compañía de su amiga Amelia y su novio Nicolás no han sido suficientes para ella, de hecho Ellen se ha alejado de estos y se ha concentrado en solo vivir su proceso de duelo y dolor.
Escucha su teléfono sonar en la mesita de noche que se encuentra al lado de su cama, es Amelia eso lo sabe aún y cuando no ha visto su teléfono ya que es la única que llama constantemente aun y cuando ella ha intentado evitarla, de hecho de que debe contestar ya que si no su amiga armara un escandalo
- Hola Eli. Le dice su amiga del otro lado del teléfono, mientras ella solo arruga el ceño ante ese apodo el mismo que era de los favoritos de su madre para llamarla y que Amelia había usado con frecuencia desde hace más de una década cuando la morena empezó a visitar su casa.
- Hola Ameli. Le responde esta
- Dime por amor a todos los santos que ya estas lista para tu graduación no me obligues a tumbar la puerta nuevamente.
Y es que su amiga no bromeaba con su ultimo comentario ya que luego del funeral de su madre cuando Ellen solo se encontraba sumida en el dolor, paso más de cinco días sin salir de su casa, y cortando todo tipo de comunicación, lo que provoco que Amelia luego de darle su espacio se dirigiera a su casa, para terminar derribando la puerta de la entrada principal ya que su amiga se negaba tan siquiera a levantarse del sofá
- Si de hecho ya estaba por salir. Le dice Ellen.
- Entonces abre la puerta que estoy esperando.
Aun con el teléfono en su oreja Ellen se dirige a la puerta encontrándose a su amiga con un hermoso vestido rojo de un solo hombro que acentuaba las curvas de su pequeña amiga de 1, 58cm, a la cual siempre molestaba con eso pero la verdad era que era muy hermosa, con ojos tan negros como su cabellera, una piel extremadamente blanca, acompañados de unos labios grandes y carnosos hacían resaltar a su amiga donde quiera que esta llegara.
- Por Dios me quieres explicar, porque aún no te maquillas, es que no pensaras ir así a un día tan importante para ti verdad. Aunque ese vestido te queda realmente hermoso.
La verdad es que por la cabeza de Ellen ni siquiera había pasado maquillarse ella solo quería asistir la graduación y salir de eso cuanto antes ya que no tenía las mínimas intenciones de celebrar.