El partido de Dam había sido fenomenal, su equipo había sido el ganado y había calificado para la siguiente ronda del campeonato.
Me encontraba camino a mi apartamento para poder estudiar un poco. Dentro de dos semanas serian mis parciales finales.
Cuando llegue me encamine a mi habitación y al entrar sonríe al ver la foto en donde estoy con todos los miembros de Avantasia y por si fuera poco estaba firmado.
Me calce mis pantuflas, tome mi portátil y me dirigí a mi cama, busque los apuntes y me dispuse a estudiar. Paso alrededor de una hora cuando el sonido de mi celular me distrajo. Cogo el celular y veo que se trata de una llamada con un número desconocido.
–Hola, cariño...-mis manos comienzan a temblar, mi respiración se torna irregular y mi cerebro se queda en blanco.
–Po... ¿por qué? - es lo único que logro articular y luego el pitido después de colgar es lo único que queda entre la línea y yo.
No puede ser, no él...no de nuevo. Después de uno largos minutos logro calmar mi respiración.
Estoy intentando llamar a Alice, pero ella no responde. Sé que no tenía planes de salir así que supuse debía estar estudiando y cuando lo hace suele dejar su celular en otra habitación o simplemente lo apaga.
Salí de mi habitación para prepararme un té –eso solía relajarme- cuando ya estaba listo me dirigía nuevamente a mi habitación cuando algo amarillo bajo la puerta llamo mi atención –sabía de qué se trata- lo tomé y me dirigí a mi habitación.
Voltee el sobre para que lo que estuviese dentro cayera. Una nota y una bolsa de terciopelo rojo cayo, deje la nota por un lado y tome la bolsita. Lo único que allí se encontraba era una cadena muy fina. Luego tomé la nota, esta estaba escrita a máquina; comencé a leerla.
Con cada palabra que leía mi respiración sufría un colapso, no tuve el valor para terminarla. Unas lágrimas rodaron por mis mejías.
Necesitaba a alguien, pero para mi mala suerte Alice seguía sin respondía y Sam tampoco.
Tome mi celular y maque su número, lo necesitaba conmigo en este momento.
–Puedes venir- dije entre hipidos –te necesito- y colgué. Esperaba viniera, no le di tiempo a responder porque no quería preguntas ahora.
Después de unos largos 25 minutos de estar acurrucada en mi cama entre almohadas y de haber dejado de llorar; alguien toca a la puerta, salgo corriendo de mi habitación y al verlo allí parado me alzo sobre él en un fuerte abrazo.
– ¿Qué es lo que pasa? - el tono en su vos era total preocupación.
–Ha llegado otro sobre- respondo y nos encaminamos a mi habitación.
–Cálmate, ya estoy aquí- su mano se dirige mi mejía y borra el camino que la lagrima ha dejado. Él se acerca y me acurruca entre sus brazos.
Un sentimiento de protección me embarca y me percato que entre sus brazos me siento segura, querida y muchas sensaciones que no sé cómo describirlas.
Él toma la carta y comienza a leerla.
<<El pasado ha regresado a ti, espero ya lo hallas comprobado. Empieza a contar tus días porque están por terminar.
Esta vez no vas a poder conmigo... tenlo en claro.
Espero te guste mi regalo, pronto llegaran muchos más.
Por cierto, ese jumpsuit te quedaba espectacular... los años no pasaron en balde para ti.
S.I.L>>
– ¿Skyler, tu sabes de quien se trata? - pregunta con cautela.
Tomo una larga respiración.
–Creo saber quién es- desvié mi vista hacia el ventanal al lado de mi escritorio.
No quería que él supiera de él, de lo que me había pasado.
– ¿Qué fue lo que paso, exactamente? - seguía utilizando ese tono. Volví mi vista hasta él y en ese momento lo supe.
Supe que podía confiar en él. Sentía esa sensación de la que había huido y negado por miedo a volver a caer en una trampa de sentimientos como me había sucedido en el pasado, pero que al ver esa mirada sabía que Steven era totalmente diferente a Tyler y que él no haría nada como lo que me había hecho este.
Porque pude ver al verdadero Steven a través de su mirada.
Ahora me daba cuenta de que ya no podía negar lo que sentía por Steven, porque estaba consiente de que sentía algo por él y no sabía hasta qué punto, pero, no quería seguir negando lo.
Y me acerque más a él hasta el punto en el que el espacio ya no existía entre nosotros. Estaba besándolo y con ese beso trasmitía todo lo que sentía por él. Era un beso suave, y conforme íbamos avanzando se convertía en fuego y desesperación; mil sensaciones recorrían mi cuerpo de arriba abajo.
Después de unos minutos nos tuvimos que separar para poder respirar.
–Sabia...- dijo él, con una respiración acelerada y su frente pegada a la mía –sabía que sentías algo...- al fin logro controlar su respiración.