CAPÍTULO VI
Hace dos semanas que estoy trabajando en la empresa, cada dia me voy acostumbrando más a mis funciones y responsabilidades de la oficina. Hoy es el ultimo dia de Marta antes de sus vacaciones, así que estamos ordenando todo.
Debo confesar que estos días han sido de locos, ya que Augusto salió de viaje de negocios, y lo extraño un poco. Resulta que se turnan entre él y Dante para los viajes, pero con lo que pasó dos semanas atrás con Ana, Augusto resolvió que sería él quien viajaría en los próximos meses para dejar a Dante disfrutar junto a su mujer del nuevo embarazo.
Ana ya recuperada volvió al trabajo, ya se siente mucho mejor y esta poniendose al dia en la oficina, realmente me gusta trabajar con ellos, la confianza que se generó y el cariño que me tienen por haberla ayudado, hacen que todo sea más fácil.
Casi todos los días me siento a almorzar con ellas, a veces vamos a otro lugar más tranquilo, un restaurante que está a dos calles de la empresa, en donde sirven unos mariscos exquisitos.
Al ser viernes decidimos salir a tomar algo después del trabajo con las chicas,debo reconocer que han sido días muy agitados en la oficina pero agradables por las personas que conocí en el mismo.
Comencé mis clases en el gimnasio, y de a poco todo comienza a ser mejor para mi. Ya no pienso tanto, deje de llorar todo el tiempo para llorar un rato antes de dormirme. Aunque los últimos tres días me duermo pensando en Augusto, hace cuatro que ha salido de viaje y esos ojos me han acompañado desde que los vi por primera vez, y ahora que lo tengo cerca y que me lo cruzo todos los días en la oficina, no se me borran de la mente.
El domingo me invitaron a un almuerzo en la casa de Ana, definitivamente Emma me adoptó como tía, y Julia se puso celosa, me regaña por eso.
-Tiiiiiaaaaaa.- me grita cuando entro a la casa de los Villordo. Corre a abrazarme.
-Hola mi amor!.- le digo dándole un beso y tomándola en brazos.
-Hola Amanda, bienvenida a casa.- me dice Juan José.
-Hola Querida, que gusto verte.- me abraza Martha.
Los padres de Augusto, Ana y Julia, eran adorables. Augusto era el reflejo de su papá, rubio alto y de ojos claros, solo que los de Juan José eran un color miel, como los que tenían Ana y Julia. En cambio Augusto había heredado los ojos azules de su madre Martha.
La casa era en realidad como una mansión, era enorme, tenía un patio lleno de árboles y una piscina gigante junto a unos juegos para niños, que seguramente habrán usado los hijos de la pareja cuando eran pequeños, ahora los usaba Emma y pronto los mellizos de Ana, estamos todos deseosos de conocer el sexo de ambos bebés, pero es muy pronto para ello.
El almuerzo fue muy ameno, contando travesuras de pequeños, hablando sobre la familia, cuanto les había costado conseguir que la empresa tuviera éxito. Sin dudas era admirable todo el empeño y dedicación que habían depositado en la misma durante años, el mismo empeño y dedicación que ahora dedicaban sus hijos para mantener y hacer crecer el patrimonio familiar.
Augusto era abogado, Julia había estudiado diseño y Ana era licenciada en marketing. Dante que estaba con Juan José haciendo la parrillada, comienza a servir el almuerzo, comíamos fuera en el patio, ya que el dia estaba algo caluroso.
-Familia ya está listo el almuerzo.- anuncia.
-Yo quelo pimelo papi.- dice Emma.-
Todos reímos de las ocurrencias de esta niña.
La verdad extraño que este Augusto, pero me limito a mantener a raya mis emociones al respecto, ya estuvieron preguntando qué me pasaba que cada vez q se acercaba a mi. Me ruborizaba al verlo, no lo podía controlar.
-Me intimida, nada más!.- le contesto a Ana.
-Amanda, te gusta mi hermano, se te cae la baba cada vez que lo ves.- dice Julia.
-Te equivocas, es mi jefe y me siento nerviosa por cumplir bien el trabajo.-le digo a ambas.
Augusto había comenzado a trabajar en la empresa hacía diez años, cuando tenía veintidós,había logrado que la misma se expandiera a Brasil, por lo que su participación había aumentado mucho más que la de sus hermanas, que al ser más chicas, se integraron a la misma unos años después. El tomaba las decisiones, siempre teniendo en cuenta a sus hermanas y sus padres, que habían decidido disfrutar de un merecido descanso después de tanto esfuerzo dejando en manos de sus hijos el trabajo.
Ese día Ana me entregó la invitación a su boda, por lo del embarazo habían decidido adelantar la misma y hacer algo más familiar, en uno de los hoteles que tiene la familia, y dado que se acercaba un feriado largo, quisieron aprovechar y hacerlo esos días.
Así que transcurrió otra semana de mucho trabajo, y además de lo de la oficina, todos los días nos pasábamos viendo los detalles de la boda, vestidos para todas, para lo novia, el catering, los arreglos florales, el Dj, digamos que entre Julia y yo, hacíamos de wedding planners.