Un Nuevo Comienzo

Un hogar

— Mamá me enseñó a usarlas, creía que serían necesarias para sobrevivir desde ahora — explicó Dan — tengo una más guardada, pero no hay tantas municiones como quisiera. Además de esto — mostró con cuidado un mapa con varios lugares marcados, para que los demás sobrevivientes no lo vieran — papá marcó los jardines de Dios, son lugares donde por la fuerza volcánica, el clima es tropical, para allá nos quería llevar mamá.

— Gracias por compartir esto con nosotros, bien familia — tomó al jovencito de los hombros para indicar que desde ahora era parte de ellos, y lo que protegería como a un hijo — a caminar, ya tenemos un objetivo.

Empezaron a caminar hacia el norte, por fin luego de varias semanas el clima mejoró. Ya la comida que llevaban se estaba por acabar, así que el padre y Dan fueron de caza, volvieron con un conejo y unas perdices.

— Mamá ¿Qué se hace ahora con ellos? — la niña miraba curiosa.

— Hay que limpiarlos y cocinarlos.

— Es que... — Eve estaba asqueada.

— Te enseñare cariño — la pequeña incluso vomitó al despellejar al conejito, pero el hambre era muy poderosa, y ya a la segunda vez lo hizo sin problemas, también el muchachito la apoyo para que aprendieran otras cosas útiles, como por ejemplo, hacer una fogata.

A lo largo de su marcha, a lo lejos, habían visto personas, pero al parecer muy primitivos y peligrosos, así que el grupo se escondía, por la noche buscaban un lugar para dormir donde nadie pudiera descubrirlos. Ya el tiempo había mejorado, por lo que a cada momento se encontraban con más poblados, pero decidieron seguir manteniéndose a distancia.

Pero para su mala suerte, una vez un grupo de esos seres los vio, empezaron a correr hacia ellos con lanzas, en actitud agresiva, Luis les disparó, mató a dos, luego de eso la familia logró escapar.

De lejos vieron como los seres primitivos buscaron a los muertos, por como los trasladaron todos fueron conscientes que se los iban a comer.

— Papá... — Eve le apretó el brazo, asqueada y con miedo.

— Silencio cariño, hay que huir rápido — le susurró el adulto y siguieron corriendo.

Por fin encontraron un lugar muy seguro y se quedaron allí unos días para retomar fuerzas, fue como si estuvieran en una simple excursión de fin de semana. Esa noche el padre y el niño conversaron hasta tarde, solos.

— Fue una suerte que vinieras con nosotros, gracias por tu ayuda.

— Gracias a ustedes, me han tratado como si fuera de su familia, a pesar de cómo me comportaba por dentro cuando nos conocimos, tenía mucho miedo — confesó Dan avergonzado.

— Era obvio, eres solo un niño, a pesar de eso has sido muy valiente — lo miró fijamente — te quiero pedir algo muy especial, por favor, si me pasa algo, cuídalas. Tenle paciencia a Eve, es una niña todavía ¿Entiendes?

— Sí, prometo que las cuidaré, no se preocupe, pero estamos ambos para eso, somos fuertes, nada nos pasará a ninguno.

Pero unas semanas más tarde, nuevamente un grupo de bárbaros los persiguió, lamentablemente ya solo les quedaban dos balas.

— Papá... — la niña lo miró angustiada, sabía lo que les pasaría si los atrapaban.

— CORRAN... DAN CUIDALAS — en la vista de Luis había una despedida para todos, sabía que era el único que podría salvarlos.

Él se quedó haciendo frente a los tipos, quienes luego de matarlo, se lo llevan como si se tratará de un simple animal. La niña trató de volver a ayudarlo, el jovencito tuvo que taparle la boca para que no los descubran, Eve en su desesperación le mordió la mano para que la soltará, quería ir a ayudar a su papá, pero el pequeño no la dejó ir. Al rato cuando estuvieron seguros, recién la liberó.

— ¿Por qué no hicieron nada? Son unos malditos, papá murió — lloraba suave, sin esperanza.

— Entiende hija, prefirió morir él y no nosotras.

— Tendríamos que haberlo ayudado y huir todos, como siempre.

— Luis se dio cuenta que no podríamos salvarnos todos, hija, las cosas no son como antes, la realidad es ellos o nosotros. Dan tiene razón cuando dice eso.

— Sabes, si él es tan bueno, mejor quédate con él y déjame aquí para morir como papá.

La madre la miró seria, fijamente, hasta que le dio una cachetada que por poco le volteó la cara a la niña.

— No dejare que mi hija me hable así ¿Crees que no me duele ver cómo murió tu padre? — todavía contenía las lágrimas — ahora será el alimento de esos... seres, que no tiene nada de humanos. Él quería que viviéramos, y eso haremos, tú eras su mundo, por eso se sacrificó. Si tengo que arrastrarte por esta jungla para llevarte al jardín de Dios lo haré.

La pequeña se alejó un poco, y se quedó sentada tomando sus rodillas, llorando silenciosamente, por mientras la mujer le curó la mordida al muchacho.

— Déjeme hablar con ella — Dan ya vendado se sentó al lado de la niña — hola.

— ¿Qué quieres? Decirme que se irán con mamá, mejor, así podré morir y reunirme con papá.

El niño miró al horizonte, quedó silencioso varios minutos, hasta que empezó a hablar, suave.

— Mi padre supo lo que pasaría desde muchos meses atrás, por eso me preparó con algo de tiempo para que cuidará de mamá y de mi hermanito — sus ojos parecían vacíos de emociones — pero no pude, mi hermano murió primero, era tan pequeño, tenía casi un año, pero mamá no quiso dejar su cuerpo congelado botado, quería traerlo con nosotros, con el frío se conservaría decía... pero antes que llegáramos al puerto ella no pudo más, cayó — la voz del niño parecía la de un robot — yo quería igual que tú quedarme con ella, morir juntos, pero me hizo prometer que viviría, me dijo que de que valía el esfuerzo que había hecho para estar con nosotros y salvarnos si yo moría con ella, al igual que tu padre, mamá murió con la esperanza que yo sobreviviría y podría hacer una vida plena, por favor, no dejes que su muerte sea en vano, yo voy a salir adelante por ellos... mamá, papá y mi hermanito vivirán mientras los recuerde con cariño — la miró fijo, sus ojos estaban arrasados de lágrimas — este mundo ya no será lo que fue, y a no nosotros nos toca vivirlo de la mejor manera posible.




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