Un Nuevo Comienzo

66 CAPITULO

Salgo de la oficina y voy a la sala y me siento a tomar un poco de fuerza trato de controlar mi respiración estoy hiperventilando, cuando ya me encuentro un poco más calmada subo a mi habitación y cada escalón que piso los pasos se me hace más  pesado mis pies entumecido  y siento que cada que respiro es un puñal en mi espalda, llego a mi habitación busco mi celular  las llaves y la bolsita ya deben de ser como las diez, pero necesito salir de aquí siento que me estoy asfixiando y mis pulmones duelen cada que trato de inhalar.

Salgo de la casa y comienzo a caminar sin rumbo alguno solo dejo que mis pies sea los que me guíen y poder desahogar todo ese dolor que tengo en mi pecho que hace que se me haga difícil respirar sus palabras pasan a mi mente una y otra vez haciendo que mi dolor se intensifique, llego al parque de la última vez, ese día estaba feliz lo pase muy bien con Sebastián, ¡pero hoy!, hoy no estoy feliz hoy estoy destrozada y perdida en un hueco sin salida, me siento en unos de los columpios ¡AHHHHHHH!— suelto un grito desgarrador necesito liberar un poco del dolor que siento mientras mis lágrimas no tardan en salir.

—Reachel: cuanto los extraños padres, necesito que estén conmigo sentir sus cálidos abrazos diciéndome que nada es tan malo para robarme la felicidad, pero ahora mismo no sé qué significa esa palabra solo conozco la tristeza, el dolor, la angustia, me duele cada pedacito de mi vida como no se lo imaginan que precio tan alto estaré pagando papás— hablo en voz alta y el llanto se intensifica más— si tal vez la vida me hubiese mostrado que iba a sufrir de esta manera hubiese preferido morir con ustedes, ayúdenme no tengo más fuerza para continuar cada paso que doy en un paso en falso, no tengo a más nadie en el mundo, estoy sola mamá hubieses preferido que me prepararan para esto, no entiendo el por qué mi abuela me odia tanto, "solo quiero a mi abuela y a mi prima solo las quiero a ellas" no es mucho lo que pido, solo les pido a ustedes un poco más de fuerza para continuar porque si sigo así creo que no voy a poder llegar, —algo que se es que tengo que salir de esa casa y ya es una decisión tomada ¿cómo voy a hacer?, aún no lo sé, pero algo se me ocurrirá, pero lo primero que tengo que hacer es depender de mí y para eso necesito trabajar. —mis lágrimas cesan y yo me quedo mirando a la nada ensimismada en mis pensamientos, pero antes de irme tengo que buscar respuesta con relación a lo que me dijo mi abuela y Moila algo no me queda claro y necesito respuesta, no tengo ganas de ir a casa es a la última parte a la que quiero regresar; saco mi celular de bolso y busco entre mis contactos y decido llamar a Sebastián debe de estar dormido no tengo más quien me ayude Cristina debe estar dormida además está cerca de la casa y no la quiero ver ahora así que decido marcarle espero que suenen los pitidos—.

.

Contesta.

—Sebastián: aló, hola Reachel— habla y yo me quedo callada— aló... aló, hola Reachel estás ahí— pregunta y yo decido hablar— Sebastián— hablo y antes de continuar él me interrumpe— ¿estás bien? ¿Qué tienes?— sé que mi voz está maltratada de tanto llorar— estoy aquí en el parque y no sé a dónde ir saque mi celular y me llevo a ti, me puedes ayudar— trato de no llorar para no preocuparlo más— ¿qué haces ahí? ¡Es muy tarde! Espera y yo te voy a buscar no te vayas a ir de ahí ¡me oyes!— dice— si— me sale un susurro, me cuelga y guardo el celular y me quedo a esperarlo.

Escucho el motor de la moto es Sebastián, pero prefiero no voltear que sea el quién llegue, no tenga fuerza ni para eso, como tengo la mirada en el suelo veo que unos zapatos se  posan al frente de mí y poco a poco voy levantando la mirada y me encuentro con su mirada de confusión y me entraron unas ganas de abrazarlo así que me levante con rapidez y lo abrase  el primero se sorprendió por mi repentina acción, necesito sentir la calidez de sus brazos que me diga que todo va a estar bien que no me preocupe por nada, siento sus brazos en mi cintura aprisionándola, pero sin hacerme daño y es ahí donde me vuelvo a romper a llorar  él solo deja que llore en silencio y con una mano acaricia mi cabeza y eso me relaja y se lo agradezco.

Me separo para dejarlo respirar  él me levanta el mentón mirándome, necesito ver en sus ojos café una esperanza para poder continuar y en mi mejilla va bajando una lágrima y él me la seca con su pulgar ¡qué acción más tierna!

—Sebastián: ¿me cuentas que te paso?— pregunta y yo asiento nos sentamos en los columpios y comienzo a relatarle lo sucedido y nuevamente las lágrimas reaparecen— me quedaré seca si no dejo de llorar— pienso.

—Reachel: no comprendo que mal tan grande hice como para recibir tanto odio de parte de ellas— hablo mirando a la nada— no sé qué les quite Sebastián— digo dirigiendo la mirada hacia él y el igual me mira— yo no tengo nada que pude quitarle— le digo— tú no le quitaste nada, no te mortifiques por ellos— me dice— como puedo no hacerlo si siempre me lo repiten hasta ya estoy creyendo que le quite algo si haberle quitado nada— le digo— ¡sabes que le quitaste!, le quitaste el no ser como tú, eres una maravillosa persona, una mujer digna de admirar tú tratas de sonreír cuando tu mundo se viene abajo eso fue lo que le quitaste que ella jamás podrá tener ese espíritu que tú tienes— dice y yo le doy una sonrisa torcida— ¿te puedo pedir algo?— le pregunto y él asiente— me puede llevar a algún lugar no quiero ir a mi casa por el momento— le digo  él asiente--- ¿te parece mi casa?— preguntas y yo asiento— claro me encantaría conocer tu casa aunque sea en esta circunstancia.




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