Un Nuevo Comienzo

67 CAPITULO

Estoy despierta desde temprano, no podía dormir logré conciliar el sueño unas horas, pero después se espantaron y me encuentro despierta desde hace mucho y decidí hacerle un poco de aseo a mi habitación deje todo impecable, ordene todo, una vez termine de acomodar me doy un baño estaba hecha un asco, y como mi mente está concentrada en el oficio no me ha permitido recordar lo de anoche y lo agradezco un montón no quiero volver a recordar aquellas palabras que hacen que mi vida no tenga sentido, quiero ir donde Cristina a pasar la tarde y contarle lo sucedido necesito su consejo, necesito contarle y que me ayude a orientarme y sé que Sebastián dijo que él me va a ayudar y no lo dudo, pero necesito contar con Cristina.

Ya terminé de retocarme, de acomodar lo que estaba imperfecto hoy quise vestir con un short de Jean de tono como azul rey por parte y por otra azul un poco claro  talla alto y unos rotos a las orillas de los bolsillos con una blusa corta pegada al cuerpo de tono verde menta y de calzado llevo puestas unas sandalias blancas y el cabello me lo deje suelto y mi bolso de mano para guardar mi celular y otras cosas más, me pongo un poco de maquillaje no soy muy amante a él, primero no se me hace necesario y segundo porque no me sé maquillar, me eche pestañina, el polvo de base y un poco de rubor y labial color piel queda perfecto con mi tono de piel, ya termine de todo y bajo a la sala  en ella se encuentra Moila decido ignorarla aunque no quiera recordar lo de anoche; ella hace parte de todo el sufrimiento que he pasado y no quiero saber nada que de ella se trate,  ella como que no se cansa de fastidiarme y me habla.

—Moila: ¿para dónde vas primita?— habla con una sonrisa triunfadora.

—Reachel: me pregunto, a ti que te importa— inquiero fastidiada de verdad no la quiero ver.

—Moila: ¡ayy!, Primita porque estás tan a la defensiva, tú me pediste que te dijera que me habías quitado y yo solo colabore, pero te juro que no fue mi intención— dice poniendo una cara de yo no fui haciéndose la inocente, pero buena maldad que si tiene impregnada en su corazón.

—Reachel: no pues gracias por lo que me toca, nada más me quedan palabras de agradecimiento hacía a ti, eres tan buena que dices todo lo que se te pregunta, se nota que lo tuyo es la honestidad— hablo con sarcasmo— pero resulta que a mí no me sorprendes engañas a otro, pero a mí no, sé que tienen más veneno que una serpiente, pero ojalá no se muerdan la lengua y se terminen tragando su propio veneno y encantada estaría en quedarme a presenciarlo cuando suceda, pero es que no tengo ganas de verlas nunca más, pronto todas descansaremos ustedes de mí y yo de ustedes que bien harta me tiene— le digo una parte de todo lo que tengo por decirle aunque hoy no es el día de confesiones para mí.

—Moila: hablas muy segura de lo que dices, sin embargo, mientras  suceda yo disfrutaré verte sufrir y pagar por todo lo que le has quitado a mi madre— habla con una sonrisa cínica en su rostro.

—Reachel: la verdad me encantaría quedarme contigo tomarnos una taza de café y sentarnos hablar de todo lo que le quite a tu madre y de tus problemas emocionales, te juro que me encantaría, pero no tengo tiempo ¡lo siento!— le hablo de la manera más serena que pude volteo mi cuerpo me dirijo a la puerta y salgo una vez a fuera expulso todo el aire que estaba reteniendo y aun más creció una duda en mí que hay cosas que yo no sé y necesito saber.

 

Camino a la casa de Cristina llego y toco el timbre espero unos minutos para que me abran, al minuto abren la puerta y es la señora Rosalba y cuando me ve se le esboza una sonrisa sus ojos se ilumina  solo ese gesto hace que mi corazón se estreche de ternura por lo menos sé que entre tanto caos siempre hay un pequeño retorno que hace que quieras luchar contra eso y eso es lo que me provoca la señora Rosalba tiene una mirada de madre esa que tanto me hace falta y verla de ella me llena un poco.

—Rosalba: mi niña— se acerca a mí y me abraza y yo le correspondo ese hermoso gesto, necesitaba un abrazo de esto donde te brinda seguridad y amor un abrazo cálido y reconfortante— no te había vuelto a ver desde el viaje— me dice y se hace un lado para que yo pase— desde que llegue he estado un poco ocupada, pero hoy saque el tiempo para venir a verla— le digo con una sonrisa— y como la pasaste, Cristina me dijo que la pasaron bien ya quiero saber de ti como la pasaste— me dice devolviéndome la sonrisa— y no le mintió la pasamos de maravilla con ganas de volver— le digo— me alegra mucho que se hayan divertido— me habla tiernamente— Cristina está en su cuarto— me ordena de buena manera y yo asiento y prosigo a subir las escaleras.

Llego a la habitación y ahí está ella toda tira dota en la cama no se ha percatado de mi presencia así que entro sigilosamente sin que me escuche y cuando ya me encuentro más cerca de su cama me lanzo sobre ella y ella pega un grito que me deja sorda que no dudo que está en roma se escuchó.

—Reachel: ¡uys no! Tú le rompes el tímpano a cualquiera— le digo levantándome de su cama para sentarme.

—Cristina: quien te manda de asustarme de esa manera— habla defendiéndose.

—Reachel: que haces que no te bañas— cambio el tema mirándola incrédula.

—Cristina: para que si yo no voy a salir, cuando el cuerpo me pida agua me baño y como no me está pidiendo agua ahora me quedo así— dice levantando los hombros restándole importancia.

—Reachel: eso que tiene que ver, deja de ser tan cochina Cristina—la miro sin poderlo creer.




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